Nace en Planes, Alicante, en 1899. Se interesa por la política desde muy joven, ingresando con 17 años en la Agrupación Socialista de Cocentaina. Estudia magisterio en la Escuela Normal de Murcia antes de iniciar un periplo por diversos países latinoamericanos, donde se desempeña como crítico literario. Emplea con frecuencia seudónimos como Feafa o Alonís del Mar. Con la proclamación de la II República regresa a España y obtiene su título de maestro de primera enseñanza expedido por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Colabora en diversos diarios y participa en la Revolución del 34, por lo cual sufre represalias. La Guerra Civil le sorprende en Ecuador, de donde regresa para ocupar cargos como los de Consejero Provincial de Alicante, vocal en una efímera Comisión Ejecutiva del P.S.O.E. o director de “El Socialista”, tarea, esta última, que desempeña durante apenas diez días.
Terminada la contienda permanece oculto junto a su hermano Juan en una cueva de la masía “El Pallero”. Descubierto y apresado en diciembre de 1942, es enviado al Reformatorio de Adultos de Alicante y condenado a muerte. Tras un indulto y sucesivas reducciones consigue salir de prisión por motivos de salud. Sin otro medio de ganarse la vida, imparte clases particulares y participa en la organización socialista clandestina.
En 1948 marcha a Francia huyendo de la represión y encuentra empleo en una empresa dedicada a la producción de leña y carbón. Su frágil salud le impide desempeñar esta tarea, que termina abandonando en febrero de 1949. Posteriormente trabajará como auxiliar de secretaría para Rodolfo Llopis, participando además como delegado en el IV Congreso del P.S.O.E. en el Exilio y en el IV Congreso del Movimiento Socialista por los Estados Unidos de Europa celebrado en Estrasburgo. Desencantado del Partido y del trabajo burocrático, al que renuncia en septiembre de 1950, con graves problemas económicos –se ve obligado a pedir ropa prestada- y sin posibilidad de “desenvolverse literariamente”, comienza a gestionar su salida de Francia.
Baraja destinos como Honduras -donde le deniegan el visado-, Orán o Ecuador. De Estados Unidos alaba su producción literaria y libertad de prensa; sin embargo, su futuro queda sellado en octubre de 1950 cuando recibe autorización para residir de manera permanente en Uruguay. Abandona Europa a comienzos de 1951 dejando esposa en Alicante. Ese mismo año inicia una relación con la periodista Cora Saravia, quien le acompañará hasta su muerte. Tiempo después gestionará la llegada a Latinoamérica de sus sobrinas: Palmira y Natura.
En Uruguay ejerce la docencia en diferentes centros educativos y desarrolla su vocación literaria, cultivando géneros que van desde la autobiografía y la novela, hasta el teatro o la poesía. Se desempeña también como conferenciante, ensayista y crítico especializado en literatura hispanoamericana, destacando sus colaboraciones en el suplemento dominical del diario “El Día”. A pesar de encontrarlo tedioso y poco edificante, recupera las tareas de oficina como secretario y contable del Congreso por la Libertad de la Cultura en su delegación uruguaya, tarea que abandona poco antes de morir.
Aficionado a la filatelia, de carácter pesimista y profundamente marcado por el drama de la guerra y el exilio, la conservación de su archivo personal viene a reparar el mayor temor manifestado por el escritor: “a veces me pregunto para qué diablos quiero escribir, pues todo se trata de amontonar cuartillas que al fin tendrán que reducirse a cenizas". Sufría de asma y frecuentes problemas cardiovasculares. Falleció en Montevideo, víctima de un aneurisma cerebral, en septiembre de 1961.
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