Hasta 1549, año de la primera edición castellana de Orlando el furioso, el poema fue conocido en lengua original. Su creciente popularidad, favorecida por múltiples factores, como el conocimiento previo de los personajes, dio pie a numerosas traducciones, en verso o prosa, entre las que la más difundida fue la muy criticada de Jerónimo de Urrea. Todas ellas se resienten de la dificultad del texto original en verso y lo recortan, amplían o modifican según su conveniencia.