La llegada de la República en 1931 supuso un cambio en la administración turística española. Se perseguía un mayor control, tanto presupuestario como administrativo, que acabase con el tono aristocrático y elitista que caracterizó al PNT monárquico. Los objetivos, sin embargo, siguieron siendo los mismos: divulgación de las bellezas de España, dar facilidades al viajero, promover iniciativas de desarrollo del sector y mejorar las infraestructuras y alojamientos. Por otro lado, el turismo y sus valores asociados como el disfrute de la naturaleza o la cultura así como el derecho al descanso y la salud encajaron en el amplio programa de reformas sociales de los años 30 y empezó a alcanzar a las clases populares. En estos años se toman iniciativas de impulso socializador como la declaración de más espacios naturales protegidos o el diseño de los primeros espacios de ocio para las clases trabajadoras. A pesar de los esfuerzos, en esos años se tuvo que hacer frente a una crisis internacional que afectó de lleno al incipiente sector turístico español que tampoco lo tuvo fácil en un país con una inestabilidad interna en aumento.