Aunque no dejó una gran obra impresa, sus escritos sobre Japón le sitúan como un pionero en los estudios sobre el país asiático.
Fue este país precisamente su primer destino, y allí permaneció dos años. En este tiempo, pese a que Japón vivía todavía en cierto aislamiento, le dio tiempo a percibir todo el potencial de la nación. Debido a que pensaba que el público español estaría poco interesado en conocer sus experiencias, tardó en escribir sobre Japón, pero finalmente lo haría en dos breves obras, De Madrid a Madrid dando la vuelta al mundo (1877), más anecdótico y ligero; y Estudios sobre el Japón (1895), más académico y denso.
Tras su paso por Asia, estuvo destinado en Bruselas (1875) y conoció el continente americano en sus misiones en Montevideo y Buenos Aires, antes de pasar brevemente por París. Dedicó otro de sus libros a una cuestión candente y que en los siguientes años lo sería todavía más: Los eslavos y Turquía: estudio histórico sobre la cuestión de Oriente (1877). Ya con el puesto de secretario de primera clase, ocupó su primer cargo en Estados Unidos. En su periplo también conoció destinos como Berlín (1886), Honduras, donde fue cónsul general, y de nuevo Uruguay, estancias salteadas con puntuales regresos a España, donde ocupaba cargos en diversos ministerios.
En 1892 fue nombrado para el que sería el cargo más relevante y con más repercusión de su carrera, el de ministro plenipotenciario en Washington. Supo conocer bien el país y desenvolverse con habilidad, pero se vivía el momento álgido del conflicto con Cuba y la situación acabó por explotarle en las manos cuando en las vísperas del inicio oficial de la guerra entre España y Estados Unidos un periódico propiedad del magnate Hearst publicó una carta del diplomático dirigida a Canalejas en la que menospreciaba al presidente McKinley y cuestionaba la política estadounidense. La prensa armó un enorme revuelo con el suceso y tuvo que dimitir.
De regreso en España, se dedicó a la política y fue dos veces diputado. Ya con el título de embajador, en 1900 represento a la corona en Italia. En 1904 falleció en París, después de haber obtenido algunos de los más altos distintivos nacionales e internacionales, como la Orden de Carlos III y la de Isabel la Católica y la Legión de Honor.
(Servicio de Información Bibliográfica)