En paralelo, se dedica a la música, su primera vocación, significativamente estimulado por la amistad que entabla, desde 1917, con el compositor Manuel de Falla. Esta inclinación por la música marcará, a continuación, su obra literaria: en efecto, una reconocible musicalidad suele caracterizar sus versos y teatro.

Desde muy pronto, Lorca empieza a publicar poemas así como artículos literarios en revistas. En 1917, su padre financia la publicación de su primer libro en prosa, Impresiones y paisajes, una obra nutrida de los viajes universitarios del autor por Galicia, Castilla, León y Andalucía, coordinados por su profesor, el catedrático Martín Domínguez Berrueta. Heredero del modernismo rubendariano y al mismo tiempo de la generación del 98, Lorca produce una literatura comprometida con temas sociales e influenciada por su percepción sensorial singular del mundo. Su obra lleva la estampa de su angustia ante el destino humano, y refleja un sentimiento de malestar conjugado con la nostalgia por su infancia.

Generación del 27

Entre 1917 y 1920, Lorca se vuelve un escritor prolífico. En 1921, esta prodigalidad literaria culmina en la publicación de una antología de sus versos, Libros de poemas. Mientras tanto, en 1919, se muda a Madrid donde ingresa en la Residencia de Estudiantes, animado por su profesor y amigo Fernando de los Ríos. Allí, traba nuevas amistades, no solo con condiscípulos sino también con maestros tales como Juan Ramón Jiménez, que influirán en su escritura. Con sus compañeros Jorge Guillén, Luis Cernuda, Pedro Salinas y Dámaso Alonso, forma parte de la “Generación del 27”, que se da a conocer al organizar un homenaje a Luis de Góngora, en conmemoración del tricentenario de la muerte de este autor barroco. El grupo reivindica una escritura creativa, sofisticada, metafórica, y que incorpore recursos surrealistas. Por otra parte, la notoria colaboración artística y profunda amistad de Lorca con los surrealistas Luis Buñuel, Salvador Dalí y Andrés Bretón marcará asimismo la estética literaria de Lorca.

Otra constante de la obra de Lorca es su recurso a elementos populares. En 1928 se publica el Primer Romancero Gitano, obra que concede al poeta un gran éxito, y en el que integra elementos del folclore andaluz, rescatando, sin embargo, sus aspectos más amargos. A través de este retablo de su Andalucía natal, muestra su preocupación por una sociedad que carece de libertad y justicia. El romance oscila entre poema lírico y épico, adornado por metáforas tan sofisticadas como personales, que evidencian la propensión del autor por un discurso de lo concreto basado en la experiencia sensorial.

Una profunda crisis personal lleva a Lorca a trasladarse a Nueva York en 1929. De su estancia, nacerá su libro Poeta en Nueva York, cuya publicación se retrasará por el estallido de la Guerra civil española.

Además de reflejar los fantasmas existenciales del escritor, el poema se presenta también como una denuncia de la civilización capitalista, de la injusticia y la discriminación de esta sociedad. Al exaltar la soledad del individuo mediante la renovación del lenguaje, la obra testimonia la aflicción del escritor por la marginalización humana que conlleva el poder.

Al regresar a España en 1930, Lorca se impone como dramaturgo: Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín (1933), Bodas de sangre (1934), Yerma (1934) y el famoso drama contra el autoritarismo, La casa de Bernarda Alba (1945), son algunas de sus obras más destacadas. El tema de la marginalidad sigue estando presente en su teatro, poniendo de relieve la importancia de los instintos humanos frente a las normas sociales. En los últimos años de su vida, Lorca crea con sus compañeros de la Residencia de Estudiantes un teatro universitario itinerante, La Barraca, con el que recorre las carreteras españolas, divulgando obras clásicas del Siglo de Oro, tales y como Fuente Ovejuna o La vida es un sueño.

A principios del verano de 1936, el autor regresa a Granada donde vive su familia. Cuando estalla la Guerra civil, no tarda en ser detenido. Será fusilado en la madrugada del 19 de agosto de 1936, por razones oscuras, posiblemente su izquierdismo, su falta de convencionalismo, o incluso su homosexualidad.

(Servicio de Información Bibliográfica)