La difícil relación entre educación y cultura. ¿Un divorcio inevitable y permanente?
Gemma Carbó Ribugent
Periférica Internacional, ISSN 1577-1172, n. 18, 2017, p. 54-63
Cuando hablamos de las relaciones entre educación y cultura nos situamos ciertamente frente a un debate permanente y una problemática histórica en España y probablemente en el resto del mundo. La pedagogía primero y la sociología contemporánea después han tratado de analizar la cuestión desde distintas perspectivas pero todas ellas coinciden en señalar que la forma específica de relación entre ambos campos da lugar a una política pública determinada.
Lo que se quiere señalar con esta introducción es que la posición en el debate se podría resumir en una ecuación fundamental: se defiende la educación como garantía de emancipación y participación en la vida cultural y ello implica repensar el vínculo educación-cultura en términos de desigualdad social, cuestiones de género y de otras luchas culturales contemporáneas. En este artículo se presenta un recorrido histórico entre los ministerios de cultura y las políticas culturales-educativas, los encuentros y desencuentros entre ambos, el gran reto de la diversidad cultural y la introducción de una educación artística crítica e intercultural. Es desde una nueva visión sobre lo que significa educar hoy, donde urge reclamar al sector cultural su compromiso político y social. Para facilitar el contribuir a la vida cultural será necesario que los gestores y políticas culturales se centren en este desarrollo de capacidades y competencias, en facilitar la práctica efectiva del teatro, la música, la danza, la poesía, las artes en general. Los proyectos innovadores en este sentido son cada vez más numerosos e incluyen residencias artísticas en centros escolares, tándems entre centros culturales y educativos o apuestas por el trabajo combinado artista-profesor para la renovación de las formas de enseñar y aprender. Especialmente destacables son las pedagogías del cuerpo, la danza y las artes escénicas. En el ámbito de la música y las artes visuales, la vinculación directa entre el mundo artístico profesional y la pedagógica crítica está garantizando un nuevo enfoque que pone el acento en la posibilidad del trabajo artístico colectivo donde se vincula lo estético con lo ético. En definitiva, es urgente asumir el reto educativo en las políticas y la gestión cultural y el reto de la formación estética y cultural en los espacios educativos. Para ello, los actores culturales y educativos deberían especificar de forma clara en sus códigos éticos los principios que fundamentan su acción y que a nuestro modo de ver no pueden ser otros que la democracia y la convivencia pacífica a partir del diálogo estético e intercultural que las artes y la cultura posibilitan.
Resumen realizado por José María Amate Sánchez