El concurso de los labios rojos

El concurso de los labios rojos
7 de Febrero de 2023

En 1928 Gutiérrez, la gran revista humorística de la época, tuvo la ocurrencia de convocar un concurso para que los lectores premiaran los labios de mujer que más les agradaran. Las concursantes debían estampar sus labios untados de carmín sobre un pequeño cuadro en blanco de la propia publicación, recortarlo y enviarlo a la Redacción de la revista adjuntando un cupón con su nombre o un seudónimo.

Besos recibidos por la revista y el premio de las cacerolas
Besos recibidos por la revista y el premio de las cacerolas. Gutiérrez (Madrid). 15/12/1928

Como es habitual en los concursos había un plazo de admisión de impresiones labiales de las participantes y otro para que los votantes varones dieran su veredicto. Con el título de ‘Besos recibidos’ la revista fue publicando semanalmente los labios impresos enviados por las mujeres hasta la fecha en que se hizo el escrutinio de los votos.

Lo curioso de este concurso, no tanto si se tiene en cuenta la vena humorística de la revista y el machismo de la época, es que el premio para la ganadora no consistía como era de esperar en un juego de tocador, el último grito en maquillaje femenino, sino en un juego de cacerolas de una conocida ferretería madrileña. Y habría también un sorteo entre los votantes con un premio de 250 pesetas. O sea, para ellas cacerolas y para ellos dinero.

En esta página podemos ver en la mitad superior la batería de cocina del premio y en la inferior algunos de los besos recibidos impresos en blanco y negro. En entregas posteriores fueron impresos en color, lo que era más propio de un concurso que se denominaba de labios rojos.

Como se ve cada beso iba identificado con un número y un nombre o lema. Algunas participantes simplemente ponían su nombre de pila, pero otras se identificaban con arrebatadoras mujeres históricas como María Antonieta o Cleopatra y otras, más atrevidas, ponían lemas como Cuchichi o Bésame.

Dejando su lado frívolo, este concurso revela un cambio sociológico que muestra el grado de libertad a que estaban llegando las mujeres españolas en la década de 1920, al menos en su aspecto personal. Que una mujer se pintara los labios en exceso no era hasta entonces algo propio de la vida corriente, sino de lo que se llamaba eufemísticamente la vida alegre o galante.

La revista Flirt, paradigma de esa vida galante de fino erotismo, mostraba siempre en sus portadas el dibujo de una mujer con la cara empolvada y remarcando sus labios rojos, como por ejemplo vemos en este número de 1922.

Dibujo de mujer maquillada para la revista galante Flirt
Dibujo de mujer maquillada para la revista galante Flirt (Madrid). 20/4/1922

Pero todo estaba cambiando rápidamente en el mundo femenino. Unos años antes las españolas habían comenzado a ponerse pantalones y ahora, como otro signo de afirmación y libertad, no solo habían comenzado a ir a la universidad sino que también se maquillaban a placer y sin pudor. En 1927, un año antes del curioso concurso, un artículo en Nuevo Mundo sobre las mujeres madrileñas daba testimonio de la amplia democratización del pintalabios.

Todas son o parecen iguales: faldas por las rodillas, fieltros diminutos, cuellos rapados y los labios rútilos, brillantes de carmín artificial... ¡Labios unánimemente rojos de las mujercitas de hoy! Ya la obrerita y la aristócrata, la cortesana y la estudianta muestran igual la boca. Todas ellas las llevan empurpuradas por la barrita de carmín... La vaselina roja ha hecho el milagro de que parezcan iguales los labios de todas las mujeres. Rojo de sangre artificial, espejismo de salud, disimulo de tristezas orgánicas.

La barra de carmín metida en una carcasa para llevarla en el bolso, algo de reciente invención, era ya tan popular que podía pintarse con ella los labios y cualquier cosa que sugería el capricho de la coquetería. En la revista Elegancias podemos ver esta simpática imagen de una señora que la ha usado para teñir de rojo el hocico puntiagudo de su perrito de lanas.

Estados Unidos, donde las mujeres iban más adelantadas que en España, era también el país de los inventos. El diario La Libertad recogía una noticia en 1924 sobre la invención de un lápiz de labios rojo a prueba de besos cuyo anuncio podía verse en todos los escaparates de moda de Nueva York. Se trataba de un ‘kiss proof lipstick’ que garantizaba que el carmín utilizado no manchaba.

 

Una señora pinta con su barra de carmín el hocico de su perrito
Una señora pinta con su barra de carmín el hocico de su perrito. Elegancias (Madrid). 5/1925, n.º 29

  Y el periodista explicaba el porqué del invento:

El ‘rouge’ y el beso eran casi incompatibles. Era cosa de ver los pañuelos que inmaculados y perfumados asomaban la oreja por el bolsillo de los ‘smokings’ y americanas de los jóvenes y de algunos viejos.  La galantería o el amor había dejado en ellos unas manchas inquietantes de bermellón y de carmín. Y a veces, por un descuido, el galán lucia en su propia boca un toque del carmín denunciador. Todo esto había de evitarse, y más el trabajo de la ‘girl’ de tener que rehacer inmediatamente después los desperfectos causados en el ‘rouge’ por el beso o los besos.

 

Pero volvamos al concurso de la revista Gutiérrez, que se prolongó durante cuatro meses entre diciembre de 1928 y marzo de 1929. Comenzó publicando los besos recibidos en blanco y negro pero, como era de razón, acabó imprimiéndolos en color. Solía publicar media página cada semana, salvo en alguna ocasión que publicó una página entera con 18 besos, como ésta del 16 de febrero de 1929.

Algunas de las concursantes, lo que venía siendo habitual cada semana, se identificaban con su nombre pero otras elegían nombres sugerentes o explosivos, como Pepita la Morrones, Mimí, Pipiola o Rosa de Alejandría.

Como prueba de lo corriente que era ya pintarse los labios, ese mismo año de 1929 toda la prensa española se hizo eco de una noticia que advertía del riesgo para la salud de hacerlo. Provenía también de Nueva York, donde el comisario municipal de higiene había analizado en los laboratorios de la ciudad nueve barritas de carmín de marcas distintas y en todas ellas había comprobado con alarma que tenían benzol, un producto químico destructor de la epidermis que causaba varios trastornos. Esta advertencia se añadía al aviso que venían haciendo los médicos sobre que el beso, en especial el dado en los labios, no era más que un intercambio de microbios.

Página de la revista con 18 besos recibidos impresos en color
Página de la revista con 18 besos recibidos impresos en color. Gutiérrez (Madrid). 16/2/1929

El periódico español más alarmista con la noticia de Nueva York fue el diario madrileño La Voz, que la recogió en su portada con titulares llamativo diciendo:  ‘No se debe besar en la boca a las mujeres que se pintan los labios. Porque hay peligro de muerte’.

La Voz reproducía las palabras del comisario médico de higiene de Nueva York:

Naturalmente, cuando un hombre besa en la boca a una mujer de labios pintados absorbe una cantidad de pintura, y por lo tanto de benzol, y se expone a intoxicaciones que pueden ser graves.  Aconsejo a las neoyorquinas que no se pinten los labios, y a los neoyorquinos que no besen en la boca a las mujeres pintadas.

Pero de poco servían estas advertencias porque el cine y las revistas de moda en color habían puesto tan en boga el beso en los labios que no había nada que pudiera evitarlo. En Mundo Gráfico se publicó un artículo con los dibujos de labios de algunas de las actrices de la pantalla más populares de los años 20 y 30 para que las lectoras pudieran imitarlas. Había donde elegir porque la revista reproducía la boca de Greta Garbo, Joan Crawford, Ginger Rogers, Jean Harlow, Marlène Dietrich y Claudette Colbert.

La periodista aconsejaba a las lectoras que trataran de imitar el estilo de estas estrellas que mejor encajara con su rostro y su personalidad.

Ya no se nace con un dibujo de labios que se conserva hasta la vejez. Unas veces se llevan de una manera; otras veces, de otra. Se puede criticar esta moda; pero no hay más remedio que reconocer que ha sido adoptada por la mayoría de las mujeres. Siéntense ustedes, un día que no tengan nada que hacer, delante del espejo de su tocador, y procuren con un buen lápiz de labios transformar su boca en cada una de las aquí reproducidas. Así, verán ustedes por comparación, sin ninguna probabilidad de equivocarse, el que les sienta mejor.

Dibujos de labios de varias estrellas de la pantalla en los años 20 y 30
Dibujos de labios de varias estrellas de la pantalla en los años 20 y 30. Mundo gráfico (Madrid). 29/4/1936

Después de tantas digresiones el lector de este post querrá saber ya quien fue la ganadora del concurso de labios rojos convocado por la revista Gutiérrez. Se recibieron un total de 104 besos y la vencedora a juicio del elemento masculino fue la número 17, que llevaba el corto y expresivo lema: ‘¡Ay!’. Se impuso con 2.740 votos, cifra que superaba en más 300 a la segunda clasificada, la número 83 que tenía el lema: ‘La rubia del ondulado’. Ambos labios pueden verse en las dos páginas de la revista elegidas para ilustrar este artículo.

Gutiérrez sorteó luego un premio de 250 pesetas entre los votantes de la boca elegida y la suerte recayó en un vecino de Barcelona.

La revista, que llevaba el chocante título de Gutiérrez para parodiar a un maduro burócrata de oficina pública mal pagado y poco diligente, terminó el concurso con un comentario muy propio de su humor jovial, irónico y nada feminista:

Tanto la afortunada como el afortunado pueden pasarse por esta Redacción para recoger, ella las cacerolas y él las pesetas, cualquier tarde de seis a ocho. A lo mejor coinciden, se ven, se gustan, y tenemos boda. ¡Otros se han casado con menos dinero y con menos cacerolas!

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