Exposición “De pasadizo a palacio. Las casas de la Biblioteca Nacional”
En el arco de unos días Madrid se llenará de actividades sobre Arquitectura, con motivo de la IX Semana de la Arquitectura promovida por el COAM de Madrid, la quinta en que la Biblioteca Nacional de España participa, también en el quinto año de funcionamiento del Museo de la BNE.
Alzado al paseo de Recoletos del proyecto de Francisco Jareño para el Palacio de Biblioteca y Museos Nacionales aprobado en 1865.Madrid, BNE. 17/186/23.
La programación de este año es más completa y unitaria que nunca, pero para eso cumplimos 300 años. Abriremos el día 1 con una conferencia del arquitecto colombiano Daniel Bermúdez, a propósito de sus edificios de bibliotecas y no faltarán las actividades divulgativas, desde ciclos de cine a actividades educativas para escolares y familias. Pero, sobre todo, estrenaremos una exposición en la que, por vez primera, se reflexiona conjuntamente sobre las diferentes sedes, hasta cinco, que ha recorrido la fundación de Felipe V, que es hoy nuestra Biblioteca Nacional, hasta instalarse en el Prado de Recoletos.
Entregamos hace unos meses un título al arquitecto e historiador Pedro Moleón Gavilanes, “De pasadizo a palacio. Las casas de la Biblioteca Nacional”, y él nos ha devuelto un hermoso libro, síntesis bien ilustrada y mejor narrada de una historia nunca antes contada, amén de una bien trabada y didáctica exposición (Sala de las Musas del Museo de la Biblioteca, 3 de octubre de 2012-27 de enero de 2013), en que los planos, fotos y revistas de la propia Biblioteca se codean con los de otras instituciones como el Ministerio de Fomento, así como con levantamientos y reconstrucciones de edificios y tramas urbanas hoy desaparecidos o que, simplemente, nunca pasaron de proyecto realizados por el Grupo de investigación DIBUJO Y DOCUMENTACIÓN DE ARQUITECTURA Y CIUDAD de la E.T.S.A.M. / U.P.M que dirige Javier Ortega Vidal.
Arranca esta historia con la larga nómina de edificios prestados y reaprovechados por los que la Biblioteca Nacional pasó hasta 1896, año desde el cual habita hasta nuestros días un palacio decimonónico que se incluye en ese prestigioso Top Ten de los edificios más fotografiados de Madrid; una sede, por fin, proyectada para ella y otros moradores que, a excepción hecha del vecino Museo Arqueológico, fueron mudándose a otras casas en otros barrios.
Como fundación real que era, la Biblioteca parecía desde sus orígenes en 1711 llamada a ocupar un palacio y, sin embargo, casi sus dos primeros siglos de historia se consumieron en un ajetreado peregrinar de casa en casa por sedes prestadas: hoy pasadizo, mañana convento, al otro casas y mañana covachuelas ministeriales: “la sede itinerante”, como bautizó este tole-tole uno de los últimos directores culturales que ha tenido la Biblioteca, Pedro Molina Temboury, que para eso es escritor.
Dibujo del proyecto de Sacchetti para el Real Palacio Nuevo por Giambattista Novello (Venezia, Biblioteca Nazionale Marciana)
Visto así, parecería que a los patronos de la Biblioteca y a sus directores no les importara un ardite de la institución: nada más lejos de la realidad, a pesar de aquel ir y venir de mudanzas de libros con revuelo de índices perdidos y hasta quemados, los designios de dar decoroso acomodo a la Biblioteca fueron constantes desde el siglo XVIII, promovidos tanto por los directores, como por la Academia de Bellas Artes, como por los regios patronos. Así, podemos citar, ya en 1743, el conocido opúsculo del benedictino Fray Martín Sarmiento, titulado Reflexiones literarias para una Biblioteca Real y para otras Bibliotecas Públicas, dirigido a Juan de Iriarte, a la sazón bibliotecario mayor, o el proyecto de Palacio Real de Giambattista Sacchetti que incluía dentro del complejo palacial un interesante edificio de Biblioteca Real Pública. Proyectos todos frustrados por una razón o por otra y nunca ejecutados.
Habría que esperar a 1860 para que, dentro del Plan de Ensanche que proyectó Carlos María de Castro, se asignara una gran manzana en las huertas de la Veterinaria para levantar en ella por vez primera un edificio de Biblioteca “ex novo”.
Pero doctores tienen la Historia del Arte y la Arquitectura y nuestra Semana está repleta de ellos con un bien elaborado programa, por lo que será mejor que presten a ellos sus oídos.
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