Sobre la mínima intervención y una encuadernación hispana intervenida con mimo
Aterrizada hace apenas un año en la Biblioteca Nacional de España, he decidido escribir un artículo para el blog sobre el primer trabajo que el coordinador del laboratorio de restauración, Arsenio Sánchez, me encomendó a primeros de marzo del año pasado y cómo el criterio de mínima intervención estuvo presente durante todo el proceso.
La historia comienza cuando él, durante los primeros días tras haber tomado posesión del puesto, coloca sobre mi mesa un curioso ejemplar, el Mss/21626 y me dice: - toma, para que vayas empezando-.
Mi sorpresa surge al observar el volumen y ver que se trata de un manuscrito sobre papel con una encuadernación hispana de influencia oriental. Su tipología es poco común y está fechado en torno al siglo XV, y digo en torno porque la información bibliográfica de la que se dispone es tan escasa como su título: "Libro del ensañamiento de religiosos romanceado”. Basta decir que la decisión de restaurarlo, de la que hablaré más adelante, se hace imprescindible, pues su mal estado de conservación ha impedido su catalogación y por lo tanto, que podamos saber algo más acerca del mismo y de su larga historia.
Para describir su tipología voy a tratar muy brevemente sobre las encuadernaciones hispanas de influencia oriental, recurriendo en gran parte a la información contenida en el catálogo de la exposición que se realizó en la BNE en el año 2013 Piel sobre tabla. Encuadernaciones mudéjares en la BNE y en concreto al artículo de Mariano Caballero “Las encuadernaciones mudéjares con tapas de papelón: tipologías orientales en el occidente medieval”.
Mariano, restaurador y visitante asiduo de los depósitos de bibliotecas y archivos en la búsqueda e investigación de distintas tipologías del libro, durante una visita al laboratorio pudo detenerse a observar este ejemplar y referirme que tan solo había visto tres estructuras similares durante sus investigaciones.
BNE Res/188.Encuadernación mudéjar de lacerías. S. XV.
Por encuadernaciones hispanas (también denominadas peninsulares) entendemos, de forma genérica, a todas aquellas encuadernaciones realizadas en la Península Ibérica. Es durante los últimos siglos de la Edad Media y hasta la mitad del siglo XVII, donde, dado el cruce de culturas que se produjo en nuestro territorio con la confluencia de las religiones cristiana, judía y musulmana, surgieron, como en otros ámbitos artísticos, tipologías propias con características definidas. Sea el caso más representativo, dentro del patrimonio bibliográfico y documental, el de la encuadernación mudéjar.
Sin pertenecer a esta tipología concreta que ha sido definida por los estudiosos atendiendo fundamentalmente a su aspecto decorativo y no estructural, lo que afirma Mariano Caballero es que, en los fondos de bibliotecas y archivos de distintas áreas de la península como Castilla, Toledo, Aragón o Valencia, pueden encontrarse una serie de encuadernaciones de variada tipología constructiva en las que existe un denominador común. Todas ellas muestran en su estructura la convivencia de dos culturas: la oriental, relacionada fundamentalmente con la encuadernación tradicional árabe, y la occidental.
Estado inicial del cuerpo del libro. Vista de la última página.
El Mss/21626 presenta una encuadernación de tipología peninsular con influencia oriental. En ella se observan dos técnicas estructurales diferenciadas: por un lado la oriental, en cuanto al uso de tapas de papelón y el enlomado, y por otro la occidental, en relación al cosido con nervios y las cabezadas.
El cuerpo del libro muestra un soporte de papel de pasta de trapos (lo habitual hasta la introducción de la pasta de madera en el s. XIX), verjurado, con filigrana, en tamaño folio y se compone de 7 cuadernillos con número variable de hojas en cada uno.
Detalle de las tintas manuscritas. (BNE)
Las tintas manuscritas son de naturaleza metaloácida (compuestas básicamente por agua o vino, caparrosa, que aporta una sal de hierro y en ocasiones de cobre, ácido tánico, obtenido de las agalles de roble y goma arábiga para aglutinar) y se acompañan de tinta roja para algunas iniciales.
Las tintas manuscritas son de naturaleza metaloácida (compuestas básicamente por agua o vino, caparrosa, que aporta una sal de hierro y en ocasiones de cobre, ácido tánico, obtenido de las agalles de roble y goma arábiga para aglutinar) y se acompañan de tinta roja para algunas iniciales.
La encuadernación presenta una cubierta de piel tratada al alumbre (piel depilada y tratada con sales de alumbre, sin soportar un proceso de curtición) sobre unas tapas de papelón (cartón realizado al unir y prensar hojas manuscritas de papel y vitela), del mismo tamaño que el bloque de texto, por lo que carece de cejas.
Podemos decir, a pesar de no presentar la tipología habitual, que se trata de una encuadernación de cartera, al poseer una solapa de piel, flexible, que protege el corte delantero del libro.
BNE Mss/4922 Encuadernación árabe de cartera. S.XV.
BNE Mss/ 21626 Estado inicial de la cubierta.
La costura está elaborada con hilo de lino sin blanquear, a punto seguido sobre tres nervios finos dobles redondeados de cuero.
Estado inicial. Vista del enlomado. (BNE)
El enlomado se compone de una pieza de lienzo de lino, y presenta refuerzos de pergamino manuscrito.
Cada tapa presenta cuatro cierres de piel tratada al alumbre; en la tapa posterior solo quedan 2 de piel y un tercero de cinta de lino.
En el lomo superior se elimina el girado de la piel y el sobrante pasa a formar una “luneta”, que sobresale de la cubierta y protege la cabezada.
Ambas tapas muestran decoración gofrada donde el paso del tiempo deja entrever una configuración a base de ruedas y aspas, y las guardas aparecen sólo sobre la tapa y son de papel de pasta de trapos, verjurado, mostrando algún refuerzo del mismo material en la tapa posterior. Posee cabezadas elaboradas a partir de una cabezada de base realizada con hilo de lino y sobre bordada en hilos de color amarillo y verde, con núcleo de piel tratada al alumbre. Ambas enlazan diagonalmente con las tapas y, al carecer de cejas, sobresalen de la cubierta.
Ambas tapas muestran decoración gofrada donde el paso del tiempo deja entrever una configuración a base de ruedas y aspas, y las guardas aparecen sólo sobre la tapa y son de papel de pasta de trapos, verjurado, mostrando algún refuerzo del mismo material en la tapa posterior.
Posee cabezadas elaboradas a partir de una cabezada de base realizada con hilo de lino y sobre bordada en hilos de color amarillo y verde, con núcleo de piel tratada al alumbre. Ambas enlazan diagonalmente con las tapas y, al carecer de cejas, sobresalen de la cubierta.
Detalle del deterioro biológico que presentaba la cubierta.(BNE)
En cuanto a su estado, la exposición a unas deficientes condiciones de conservación y un uso prolongado han producido un avanzado estado de deterioro.
Se observa un ataque biológico extenso, producido por insectos y microorganismos, tanto en la cubierta como en el cuerpo del libro. La cubierta se ha visto afectada tanto en el lomo, cofias y tapas, con una zona con fuerte pérdida de material en el corte superior de la tapa trasera (que incluye al cartón y la piel), y numerosas galerías producidas por insectos que aparecen en todo el soporte.
El papel presentaba fuertes manchas de humedad, barro, desgarros, pérdida de soporte, deterioro biológico y químico, con falta de consistencia, especialmente en las primeras y últimas hojas. En las más deterioradas aparecen refuerzos de papel moderno adheridos con adhesivo de origen natural. La zona del cajo de los cuadernillos ha sufrido ataque biológico con la consecuente pérdida de soporte, lo que ha provocado que varias hojas aparecieran sueltas.
Las cabezadas se encontraban muy deterioradas, con pérdida de soporte y de unión al cuerpo del libro. Este último estaba prácticamente separado de la cubierta debido a una costura fragmentada, con los nervios casi completamente perdidos.
Estado inicial de la costura y el enlomado. (BNE)
Vistas las imágenes uno puede entender con claridad la extrema necesidad de intervención que requería el ejemplar.
Una intervención ¿Mínima?
Hablar de un proceso de restauración o intervención directa sobre obras patrimoniales lleva asociados un conjunto de principios y reglas éticas que deben inspirar y guiar la conducta del restaurador.
El término creado a finales del siglo pasado por el conservador Christopher Clarkson, la mínima intervención, está presente desde hace años entre la profesión como uno de los principales criterios a seguir. El autor lo definía como la mínima interferencia, y fue testigo, en ocasiones, de la falta de comprensión del mismo entre los conservadores, lo que impedía su aplicación práctica y coherente sobre las obras a restaurar.
La pregunta es: ¿Qué puede significar intervenir interfiriendo lo menos posible?
Para responder resulta esencial hablar de la importancia de la codicología o de la denominada arqueología del libro, disciplinas en las que la estructura física de los libros y otros documentos pasa a ser materia de estudio y son analizados aspectos como los materiales compositivos o las técnicas de ejecución. Hasta no hace mucho tiempo, lo primordial era la información que contenían los textos. Hoy día es creciente el interés y el estudio que los investigadores realizan sobre la materia física de los mismos y en torno a cualquier dato que aporte información sobre el proceso de creación de los ejemplares.
Como señalaba el propio Clarkson, la integridad bibliográfica no es algo que uno pueda desmontar y volver a componer. Además de valorar la entidad completa del objeto y las estructuras que lo componen, los libros soportan un proceso de transformación continuo y se ven enriquecidos o empobrecidos con anotaciones, modificaciones o detalles que se producen de forma inexplicable y espontánea, son adquiridos en el tiempo y logran que las obras se conviertan en objetos únicos.
La mínima intervención debe lograr dos fines al mismo tiempo; por un lado estabilizar el objeto prolongando su esperanza de vida y permitiendo su consulta (objetivo principal de una restauración) y por otro, mantener todos sus caracteres codicológicos lo más intactos posibles.
Asimismo, mínima intervención no debe significar no intervenir. Una vez se decide que el objeto debe ser restaurado, de nada sirve que no reforcemos ciertas estructuras basándonos en la disposición de mantener la integridad del objeto, a costa de no lograr estabilizar sus daños y permitir que durante la manipulación del mismo, ésta pueda realizarse con seguridad.
A pesar de los numerosos proyectos de digitalización y bibliotecas virtuales que poseen los archivos y bibliotecas de todo el mundo, los investigadores siguen manteniendo el interés por acceder y estudiar los documentos a través del acceso a los originales. Sin embargo, en cuanto al refuerzo de las estructuras, debemos señalar cómo muchos de esos documentos van a ser raramente consultados, y si lo son, el cuidado con el que el investigador suele acercarse a ellos queda muy alejado de la manipulación enérgica con la que probablemente se utilizaron en el pasado.
La dificultad radica en conocer el estado de la obra en profundidad, su estructura, su valor como objeto patrimonial a conservar, así como la intensidad en el uso o consulta que el ejemplar va a soportar en el futuro. Para Clarkson, es fundamental crear en el profesional una conciencia y sensibilidad histórica.
Finalmente, cuando por necesidades del objeto nuestra intervención sobrepasa nuestros deseos, sólo nos queda documentar el proceso, materiales y modificaciones realizadas lo más exhaustivamente posible. E intentar que esa información no se pierda por el camino.
Una vez expuesto lo que implica la mínima intervención, trataré de explicar el proceso de restauración del manuscrito Mss/21626 teniendo en cuenta dicho criterio y las decisiones que se fueron tomando durante el mismo.
En primer lugar, tras las fotografías iniciales del estado de la obra, se ha procedido a la numeración de las páginas con lápiz blando en un lugar poco visible y al desmontaje del cuerpo del libro realizando un esquema de la costura original. De esta manera aseguramos que posteriormente seremos capaces de reproducirla en las mismas condiciones y sin alterar su estructura, siempre que esto sea posible.
La acción de desmontar la costura de un libro suele ser una de las decisiones más difíciles de adoptar, en especial si se trata de una estructura compleja, valiosa y con muchos años de antigüedad. Al hacerlo se pierde gran parte de la identidad del objeto, y aunque intentemos reproducirla, ya no será la original. En este manuscrito el deterioro no dejaba otra opción: ante una costura tan fragmentada sólo podremos estabilizar la estructura a través dela ejecución de una costura nueva.
Aplicación de un adhesivo en gel para la eliminación del refuerzo. (BNE)
Se ha realizado la limpieza mecánica del papel con el fin de eliminar la suciedad superficial que compromete la integridad y mejorar su función estética, con el uso de esponjas de humo y bisturí en algunas zonas de manchas de barro. No se ha propuesto la limpieza acuosa del mismo, a pesar de tener zonas con fuertes manchas de humedad y con el soporte muy debilitado por la acción de microorganismos, debido a la presencia de tintas rojas solubles.
En este caso, a pesar de los múltiples beneficios que ofrece el lavado acuoso, pues se produce la disolución y extracción de los productos solubles de degradación y suelen ser eliminadas las manchas de humedad, se ha decidido no realizarlo por el elevado riesgo de solubilidad de dichas tintas y la posibilidad de provocar el emborronamiento de las mismas.
Se ha utilizado un adhesivo en gel para eliminar los refuerzos de papel que presentaban algunas hojas al considerar que estaban provocando tensiones que desestabilizaban y perjudicaban el soporte, muy debilitado, así como por cubrir parte del texto en algunas zonas.
Hay que señalar que en ocasiones, esos refuerzos, parches y restauraciones previos que posee el objeto, siempre que no desestabilicen a la obra, deben ser mantenidas, puesto que forman parte de su historia y se convierten en elementos de estudio, en los elementos únicos a los que se refería Clarkson.
Las hojas que presentaban áreas atacadas por microorganismos han sido consolidadas con papel japonés preencolado de unos 4 gr/m² elaborado con almidón de trigo.
Estas hojas se han seleccionado tras el examen visual y al tacto, una a una, y han sido reforzadas sólo aquellas en las que era necesario, en algunos casos en toda la página y en otros sólo en algunas áreas.
La aplicación de un soporte de refuerzo o laminación es una operación que permite reforzar y consolidar un soporte que de otra forma no podríamos tocar con seguridad. A pesar de ser muy fino, es perceptible a la vista y modifica la textura y el aspecto del papel, por lo que no debe colocarse de manera indiscriminada. Emplear un soporte preencolado reduce el aporte de humedad al mínimo, protegiendo de nuevo a las tintas solubles.
Los bifolios que presentaban roturas y pérdidas en la zona del cajo han sido reforzados con papel japonés y almidón de trigo. Donde las pérdidas afectaban a una región amplia del soporte en esa zona del cajo, se han realizado injertos con papel japonés de grosor similar y previamente entonado, pues de no hacerlo su integridad estaría comprometida. Se ha empleado almidón de trigo porque es un adhesivo natural, con buen poder adhesivo, muy estable a largo plazo y con una composición similar a la celulosa del papel.
Se ha decidido no reconstruir el soporte en la primera página debido a que, tras la consolidación, éste se encuentra en buen estado y las pérdidas (a diferencia de las que se encuentran en la zona del cajo) no suponen un riesgo durante la manipulación.
Cuadernillos tras ser dispuestos en la prensa.(BNE)
Una vez finalizada la restauración del cuerpo del libro, se han formado los cuadernillos y se han dispuesto en la prensa durante un par de días para adaptar el volumen de los mismos; la cubierta tiene un tamaño muy ajustado y de esta manera evitamos que el grosor del libro crezca y posteriormente no podamos reutilizar la cubierta original.
Debido a esta problemática, no se ha podido reproducir la estructura de cosido original con nervios; el cuerpo sobresaldría demasiado por el corte delantero y no se adaptaría a la encuadernación.
Se ha optado por realizar una costura en cadeneta con hilo de lino sin blanquear siguiendo los puntos de costura originales y posteriormente coser una pantalla de lino con la que unir el cuerpo del libro a la encuadernación de una forma lo más respetuosa posible.
Cosido de la pantalla finalizado. (BNE)
La pantalla, aunque modifica la estructura previa, es una buena opción cuando tratamos con libros de gran tamaño donde se debe reforzar la costura, bien cuando no podemos reproducir una costura con nervios o cuando la estructura de las tapas se encuentra frágil y esto nos impide realizar el enlace. Se evita además colocar adhesivos o piezas de refuerzo en el lomo, favoreciendo la apertura de los cuadernillos y la conservación a largo plazo.
Cosido de las cabezadas siguiendo el esquema de las originales.(BNE)
Se han realizado las cabezadas con núcleo de piel tratada al alumbre e hilos de lino siguiendo el esquema de las originales.
El tratamiento más complejo a realizar, en cuanto a la toma de decisiones, ha sido la restauración de la cubierta. La condición determinante a tener en cuenta, sopesando una intervención más o menos invasiva, ha sido la rareza de este tipo de estructuras y la necesidad, por tanto, de mantener todos los elementos lo más íntegros posibles.
Para la consolidación de las tapas de papelón, muy degradadas tanto física como químicamente existían varias opciones: en primer lugar había que decidir si sustituir los restos del papelón por unas tapas de cartón de conservación o bien intentar consolidarlo.
Además, para ambos procesos, la opción más habitual sería desmontar las guardas, refuerzos y el enlomado, lo que en ocasiones puede ser una labor positiva pues, si se trata de restos de material, bien sea en papel o pergamino reutilizados, suelen contener textos que pueden ser interesantes para los investigadores.
Dado el valor histórico y la compleja estructura del papelón, los refuerzos y el enlomado, se ha optado por intentar consolidarla sin desmontar ninguna pieza.
Para ello se ha empleado papel japonés y cartón de conservación para las zonas donde ya no quedaba soporte de papelón, y almidón de trigo como adhesivo.
Reintegración de las zonas perdidas en la cubierta antes de la reintegración cromática.(BNE)
Lo más complicado ha sido realizar esta consolidación sin desmontar ninguna pieza, sirviéndome de las zonas donde la piel de la cubierta estaba separada o bien a través de las galerías que los insectos habían producido para llegar desde allí a las zonas degradadas.
Se han consolidado igualmente las pérdidas en la zona de piel con los mismos materiales, terminando con una reintegración cromática.
Para unir el cuerpo del libro a la cubierta se han realizado unas incisiones a la altura del cajo y se ha adherido la tela de la pantalla, con almidón de trigo.
Y finalmente, como parte de la conservación a largo plazo para el objeto, se ha realizado una caja de conservación a medida, con el fin de proteger a la obra de abrasiones, golpes, polvo, condiciones climáticas adversas, etc.
Estado final de la cubierta.(BNE)
Estado final. Vista de la primera página.(BNE)
El trabajo con mimo
He dejado para el final escribir sobre mi percepción del trabajo con mimo.
La Real Academia de la Lengua Española lo define en su diccionario, entre otras acepciones, como cuidado, delicadeza con que se hace algo.
Mi compañero Luis Crespo, admirador y practicante de las técnicas japonesas de restauración, así como devoto y concienzudo transmisor a los becarios que pasan por el taller y, cuando a los nuevos restauradores, el incesante ritmo de trabajo nos deja, me mostraba hace poco un documento de uno de estos maestros japoneses, Ikeda Hitoshi, donde describe las cualidades que un restaurador debería poseer.
Algunas me llaman más la atención; el orgullo consciente que el profesional debe asumir sobre sus propias habilidades, junto a un sentimiento de alegría o disfrute durante el hacer y un sentido de misión para la sociedad; el respeto profundo por las técnicas tradicionales que nos acercan a nuestros antepasados, o aquella que cita cómo el restaurador no debe olvidar la importancia de un trabajo simple y honesto a través de un alma pura y respetuosa.
No importa la relevancia de lo que estemos restaurando. Debemos amar el trabajo y enfrentarnos con el mismo respeto y honestidad sea cual sea el objeto que se nos presente.
Para los que tenemos la suerte y disfrutamos de ejercer un trabajo manual y artesanal (apoyado eso sí, en determinados conocimientos científicos), cuando nos sentamos frente a un objeto y tratamos de mantener esas cualidades a las que se refieren los japoneses, que son o deberían ser, por otro lado inherentes a cualquier oficio y al buen hacer, surge, de forma espontánea, esa misión de cuidado sobre el objeto, de intentar lograr una mínima intervención, del oficio con mimo.
Debo añadir una forma de trabajar que tras mis aún escasos años de experiencia me parece imprescindible.
Durante el día a día, salvo si las obras son de gran formato y requieren la ayuda de un compañero, el restaurador trabaja de manera casi individual e introspectiva, llegando a establecer una comunicación y armonía con el objeto muy gratificantes. Pero a menudo surgen dudas, y muchas decisiones. Si somos capaces de compartir el proceso con nuestros compañeros y pedir su asesoramiento, o simplemente una puesta en común cuando nuestra visión parece nublarse, todo se torna más sencillo.
Bibliografía:
- Caballero, Mariano, “Las encuadernaciones mudéjares con tapas de papelón: tipologías orientales en el occidente medieval” en Piel sobre tabla: encuadernaciones mudéjares en la BNE . Biblioteca Nacional de España. 2013, págs. 83-100.
- Clarkson, Christopher,”The Conservation of Early Books in Codex Form: A personal Approach: Part 1” en The Paper Conservation , 1978, Vol. 3 pp.. 33-50.
- Clarkson,Christopher, “Minimum intervention in treatment of books” en Pre-prints,9th. IADA-Congress, Copenhagen, August 16-21,1999.
Querida Bárbara, Sabía que ibas a bordar este trabajo y que entenderías sus necesidades desde el primer momento. El resultado final ha merecido la pena los quebraderos de cabeza. El ejemplar ha conservado su riqueza y ha mejorado sustancialmente la resistencia. Ahora, puede ser consultado con seguridad. ¡Buen trabajo! Arsenio