[Cabeza de muchacha]
Por testimonios como los de Pacheco y Palomino sabemos que Velázquez se ejercitó en el dibujo, tanto en su período juvenil como durante sus viajes a Italia. Sin embargo, son escasos los dibujos que actualmente se consideran de su mano. La Biblioteca Nacional conserva alguno de ellos. Entre los de atribución segura a Velázquez figuran este busto de muchacha y otro dibujo de una cabeza de niña (Barcia, 493). Ambos están ejecutados con una técnica muy semejante y pertenecen a un mismo momento creativo. En las dos obras, la figura femenina aparece modelada muy levemente a lápiz negro e iluminada por un foco de luz tenue.
El estudio psicológico de estas dos muchachas, ese aire melancólico que desprende su mirada, los convierte en algo inédito en la pintura española del siglo XVII. A pesar de que los dibujos no se han podido relacionar con ninguna de las pinturas de Velázquez, se acepta que pueden situarse en su período juvenil sevillano, cercanos, por tanto, a las enseñanzas de su suegro, el pintor y tratadista Francisco Pacheco, quien consideraba el dibujo como disciplina fundamental en el aprendizaje del artista. Se ha querido ver retratadas a familiares muy próximas a Velázquez, incluso a Juana, su mujer, aunque actualmente parece descartado.