[Linterna mágica]
Las escenas de género, en las que priman los aspectos lúdicos y anecdóticos que reflejan la vida cultural decimonónica, son temas habituales en la obra de Fortuny.
La linterna mágica, espectáculo visiual reservado a una minoría, consistía en proyectar, por medio de lentes, las formas pintadas en tiras de vidrio, inmensamente iluminadas, de manera amplificada; es el antecedente del cinematógrafo, un nuevo arte plasmado a través de una imagen pictórica: dos siluetas proyectadas de perfil están sentadas alrededor de una mesa con candil; a su lado, una tercera de frente con sable y sombrero.
Los espectadores se alinean en una sala oscura de tres filas de bancos, dispuestos en diagonal; sólo las figuras sentadas en el borde izquierdo tienen los contornos definidos con líneas de color más oscuras que siluetean sus contornos y marcan su volumen; el resto, trabajadas con manchas extensas, se funden en el espacio.
Técnicamente, la obra refleja una gran influencia goyesca en la libertad expresiva de la pincelada, con la expansión de la mancha y el barrido monocromo de la aguada sepia, con cierta despreocupación por su acabado, creando un misterioso ámbito espacial, con un único foco de luz que desprende de la pantalla, en contraste con la oscuridad del lugar. La estela de Goya se materializó con el estudio de las obras conservadas en el Museo del Prado, donde realizó numerosas copias de los grandes maestros, entre los que el artista aragonés le descubrió un nuevo lenguaje pictórico que Fortuny reinterpretó y asimiló marcando la renovación estética de la pintura ochocentista.