El artículo segundo del reglamento de la Biblioteca Nacional de 1857 obligaba a esta a reunir “cuantos retratos originales puedan haberse de nuestros escritores”, empujado por esta obligación o consciente de la importancia documental de la fotografía en 1871, el entonces director de la institución el escritor Juan Eugenio de Hartzenbusch, conocedor de la falta de medios para la adquisición de nuevos materiales, realizó un canje con el pintor y coleccionista de estampas y fotografías, Manuel Castellano quien poseía una colección de 22 álbumes integrados por retratos fotográficos principalmente y vistas.

La Colección Castellano, como así se conoce, está integrada por más de 22.000 fotografías, desde 1852 a 1876, que por su extraordinaria calidad ha despertado gran interés entre investigadores e historiadores de la fotografía convirtiéndose en una de nuestras obras maestras.

Desde entonces y hasta el presente se ha ido incrementando la colección guiados por dos objetivos fundamentales, enriquecer nuestro fondo con obras que no estén representadas en él y salvaguardar un patrimonio en peligro de dispersión, o peor aún, de desaparición.