Los primeros hijos de la imprenta
Uno de los grandes hitos que marcó el paso del Medievo a la Edad Moderna fue, sin duda, la invención de la imprenta de tipos móviles. El orfebre alemán Johannes Gutenberg revolucionó Europa con una técnica que agilizó la producción de libros, lo que impactó directamente en la forma en que se difundía el conocimiento.
Como todo gran invento, respondió a una necesidad: el aumento de la alfabetización y una mayor actividad cultural, en auge desde el siglo XIII con la creación de varias universidades europeas, fueron las causas de una mayor demanda de libros, más baratos y de rápida fabricación. El resultado de este nuevo invento fueron los incunables, término que hace referencia a los libros impresos con tipos móviles hasta el año 1500. La Biblioteca Nacional de España, además de contar con la colección de incunables más importantes del país, conserva una buena muestra de los ejemplares más antiguos o representativos de las imprentas más tempranas.
Aunque se tiene constancia de que Gutenberg comenzó sus experimentos y primeras pruebas de impresión en Estrasburgo en torno a 1436, el epicentro del nuevo arte tipográfico fue Maguncia. Allí, en el año 1460 se imprimió el Catholicon de Johannes Balbus, edición atribuida a Gutenberg y de la que la Biblioteca Nacional de España conserva un ejemplar, que se erige, además, como el incunable más antiguo de nuestra colección. Dos años después, también en Maguncia, el antiguo socio de Gutenberg, Johann Fust, imprimió junto a Peter Schoffer una Biblia latina dividida en dos partes, más conocida como la Biblia de 48 líneas, debido al número de líneas que contiene cada hoja. Un ejemplar de esta edición, bellamente iluminado, se ha conservado hasta nuestros días y se custodia en la Biblioteca Nacional de España.
Pronto el nuevo arte de imprimir se extendió más allá de Maguncia y se instalaron imprentas en varias ciudades, como Núremberg, Augsburgo o Leipzig. Además, el saqueo de Maguncia el 27 de octubre de 1462 por parte de Adolfo de Nassau, enfrentado con Dieter de Isenburg por el arzobispado, paralizó la industria tipográfica y muchos impresores huyeron no sólo de la ciudad, sino también de Alemania. Italia fue uno de los países predilectos de los impresores alemanes y, por ende, uno de los lugares donde en fecha más temprana se desarrolló el nuevo invento. En Roma, el 31 de diciembre de 1467, el tipógrafo alemán Ulrich Han imprimió las Meditationes del cardenal Juan de Torquemada, quien fue una figura clave en el desarrollo de la imprenta en Italia en la década de 1460. En este incunable confluyen varios hitos: fue la primera edición que sale de las prensas de Ulrich Han, la primera obra impresa de un autor español y la primera obra ilustrada impresa en Italia. Se conservan cuatro ejemplares en el mundo de esta edición, uno de ellos en la Biblioteca Nacional de España.
Custodiamos también en nuestra colección un ejemplar del incunable De vita christiana. De singularitate clericorum, impreso en Colonia en 1467. Se trata de un texto falsamente atribuido a San Agustín de Hipona y, de hecho, forma parte de la nómina de obras conocidas como pseudoagustinianas. La edición estuvo a cargo de Ulrich Zell de Hanau, clérigo de la diócesis de Maguncia que instaló su taller en Colonia. Fue un tipógrafo especializado en libros de tamaño más pequeño, concretamente en cuarto, y en obras de tema teológico, como demuestra el De vita christiana.