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Conferencia de Jesús Marchamalo el pasado 1 de diciembre

Conferencia de Jesús Marchamalo el pasado 1 de diciembre
19 de Diciembre de 2011

Publicamos el artículo original de Rocío Díaz Gómez sobre el acto La Biblioteca de... Jesús Marchamalo. Rocío es Licenciada en Psicología por la Univ. Autónoma de Madrid. Ganadora del XXIII Premio Internacional MAX Aub, forma parte de la tertulia literaria Rascamán, del Café Ruiz, en Madrid y ha ganado numerosos premios literarios.

Ya os he hablado en otras ocasiones de Jesús Marchamalo, a propósito de que me había leído varios de sus libros y me habían gustado bastante, hay otras etiquetas de él en este blog.

El jueves 1 de diciembre, estuve en la Biblioteca Nacional en una conferencia que dio Jesús Marchamalo sobre los libros que han acompañado su vida.

Me gustó mucho, porque era como si uno de sus libros, o párrafos distintos de algunos de sus libros, te los estuviera contando él mismo. Hizo una disertación cercana, amena, entretenida, instructiva... La verdad es yo estaba allí tan bien escuchándole. Vamos, yo... y bastantes más personas, pero ahí estábamos tan atentos escuchándole.

María Luisa Cuenca, jefa del Área de Difusión de la BNE le presentó como periodista y escritor que escribe sobre libros”. Últimamente ha visitado bibliotecas de otros autores para un libro que se publicó hace poco. De la experiencia contaba que hacerlo, visitar a otros escritores, tiene el peligro de que te pegan una manía nueva a cada vez”.

Sobre su biblioteca nos dijo que la última vez que contó sus libros tenía unos 2000. Además de estar ellos en los estantes, hay otra infinidad de cosas: minerales, recuerdos de viajes, fotos, una carta enmarcada de Miguel Delibes...

De ahí pasó a decirnos que si no nos habíamos dado cuenta de cómo posan los escritores en sus fotos: casi siempre con la mano en la barbilla. Típica foto de escritor. Como decía Wilde: El trabajo intelectual destruye la armonía. Piensas y todo es nariz, cejas...” Y nos mostró fotos de algunos de ellos. Sábato desolado, con un tristeza de siglos...

En la conferencia Marchamalo hablaba de cómo uno va acumulando libros, a la que te descuidas trepan por las paredes, les haces baldas, se desparraman... Y cuando te das cuenta están en todas partes. Según él las bibliotecas hablan de los lectores que somos y de los que fuimos.

Con sentido de humor, Jesús Marchamalo iba contando que él tenía tres tipos de bibliotecas dentro de la suya. La biblioteca de escritor, con sus libros; la de vitrina, que sería la de los que tiene firmados por algunos autores o primeras ediciones; y la de trabajo, compuesta por los libros que está utilizando para hacer las reseñas o demás actividades de su trabajo. Bueno, y otra también tiene, aunque más pequeña, de poesía.

Citó a varios autores: Onetti, Pío Baroja, Borges, Vargas Llosa, Paul Auster, Julio Cortázar, García Márquez, y algunas anécdotas relacionadas con ellos.

Según Marchamalo, hay dos tipos de personas, los que ordenan los libros y los que no. Él los tiene ordenados, en principio, por orden alfabético: Aub, Ayala, Bergamín... Habló del autor catalán que le gusta mucho, Pere Calders, del libro Juego de cartas”, de Max Aub, de Ignacio Martínez de Pisón, de quien tiene casi todos los libros...

Y, por supuesto, recordó a los clásicos juveniles de Bruguera. La verdad es que ¿quién no se acuerda de esos libros? Yo también me acuerdo de ellos, como muchos de los que leía cuando era una cría. Y Marchamalo dice que él no puede evitar asociarlos con la aspirina y el vips vaporub.

También recordó que Neruda escribía siempre con tinta verde, o que leyó casi todo Cortazar. Esto era cuando nos contaba los libros que le habían deslumbrado, porque decía que eso pasa con algunos escritores, que empiezas con un libro y resulta que luego llegas a tal comunión con ellos que ya quieres leer todo lo que han escrito...

Marchamalo tiene la costumbre de guardar recortes que tienen que ver con sus escritores favoritos, así como todo lo que se encuentra dentro de los libros usados que va comprando en ferias de libros antiguos, como la que hay en Recoletos. Porque los libros, nos decía, guardan huellas de quienes los han leído. Se puede encontrar de todo: billetes de metro, firmas, dibujos, incluso un talón en blanco, que está guardando para una necesidad”, bromeaba.

También nos contó que Pitol, a propósito de guardar, el dinero lo guardaba en los libros de Moliere.

Por otra parte, sus ex libris. Tiene la costumbre Marchamalo de hacerse uno nuevo cada año, que pide a algún amigo artista.

En cuanto a sus libros importantes. Ya nos había hablado de Juego de cartas, de Max Aub. Pero también le pareció un hallazgo Dos crímenes, de Jorge Ibarguerigoitia. Una vez fue a El Escorial para ver a Augusto Monterroso y agradecerle haber escrito Movimiento perpetuo, pues si no lo hubiese leído, nunca hubiera escrito su libro La tienda de palabras, confesó. Nuevas canciones, de Antonio Machado es, sin embargo, el primero que salvaría de un incendio. O uno de Salinas.

Marchamalo lee unos cuatro o cinco por semana y no tiene complejos en abandonar libros. Cuando un libro no le gusta, lo deja en la calle, cerca de su casa, para que alguien lo recoja. Siempre ha leído de forma desordenada y no cree que alguien que lea más sea mejor que alguien que lea menos. Lo que interesa es la intensidad con que se lee”, afirma.

También habló de las bibliotecas de los demás escritores: Clara Sánchez, Luis Alberto de Cuenca, cuya casa se ha vuelto una librería de viejo y ha tenido que abandonarla. Soledad Puertolas, Carmen Posadas, Savater, Gamoneda, Landero... También nos habló de la de Salinas, que estaba en la calle Diego de León y que tuvo que abandonar durante la guerra y que ya nunca recuperó.

En fin... que como podéis ver tomé un montón de notas porque me gustaba mucho todo lo que contaba. Además, como ya os decía al principio, Marchamalo es un conferenciante ágil, ameno, que salpica todo de historias, anécdotas, de sentido del humor.

Después de terminar se abrió un turno de preguntas y también éstas fueron bastante interesantes. En un momento dado alguien le preguntó por el libro electrónico y él contestó: Soy un chico moderno. Pero, todavía no he encontrado en un libro electrónico nada mejor de lo que existía. Estoy convencido que en el momento en que vea que un libro electrónico me facilita las cosas, lo compraré”.

Fue una tarde interesante, la verdad. Una conferencia distendida e instructiva.

Rocío Díaz Gómez

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