Carolina Coronado prologó su libro Poesías de la señorita Robustiana Armiño de 1851, en el que cuenta que “la Señorita Armiño aprendió con el solo auxilio de los libros parte de los idiomas que posee, y el todo de los conocimientos que la adornan, sin descuidar un punto, el desempeño de sus multiplicadas labores; y no contenta con haberse instruido á sí propia, lleva su noble aplicación hasta el celo de transmitir á sus hermanos las lecciones que organizó para si misma”.

Entre 1844 y 1845, escribió artículos y poemas para distintos diarios y revistas. A través de Carolina Coronado comenzó su colaboración con El Pensamiento y con El Ateneo de Badajoz y entró en contacto con distintos literatos de la época, entre ellos, Gertrudis Gómez de Avellaneda, con quien compartió también amistad.

En 1848 contrajo matrimonio con Juan de la Cuesta Cherner, estableciendo su lugar de residencia en Salamanca hasta 1859, año en el que se mudan a Madrid, donde frecuentó a menudo los salones de su amiga Carolina Coronado.

Interesada en defender los derechos de la mujer y de los niños, escribió varias publicaciones orientadas a reflejar las costumbres de la época, entre ellas Flores del paraíso o Ilustración de la infancia de 1852. El reflejo de los usos y costumbres sociales se puede apreciar también en su novela Dramas de la costa, publicada por entregas en la revista Ilustración gallega y asturiana desde 1878 y en otros poemas que en su tiempo tuvieron éxito.

Parte de su poesía se publicó en las obras Poesías de la señorita Robustiana Armiño (1851) o Poesías dedicadas a S.M. la Reina Doña Isabel II, al ceder a la nación la mayor parte de su real patrimonio (1865), pero hay que señalar que donde publicó su abundante obra narrativa, poética y periodística –gran parte desaparecida- fue en las publicaciones periódicas.

En 1864 fundó la revista semanal Ecos del Auseva. Meses después cambió el título y se pasó a llamar La Familia, que expresaba mejor la orientación de sus artículos hacia la defensa del hogar. A partir de 1869 se dedicó más a su faceta periodística, escribiendo en el periódico Altar y Trono y la revista Los niños, entre otras publicaciones.

Fue Socia de mérito corresponsal del Liceo de La Habana y Socia facultativa del Liceo de Badajoz. Dedicó sus últimos años a la familia y al descanso, dejando de lado la escritura. Falleció en Madrid en 1890.

(Servicio de Información Bibliográfica)