Cuando murió su abuelo paterno, este dejó unas grandes deudas y la familia se vio empobrecida. Su madre la preparó para saber llevar una casa sin grandes recursos (enseñándole bordado y otras labores), pero ella tenía otros intereses y logró estudiar música, especializándose en violonchelo, aunque su gran pasión siguió siendo la escritura y con 15 años redactó su primera novela, Yo (inédita).
Formación musical y primeros pasos literarios
Protegida de la escritora Carme Karr, comenzó a tomar clases de música en Barcelona y tocó en varias orquestas. Las dificultades económicas persistieron y con 22 años se convirtió en el sostén familiar, obligada a tocar en cafés infectos con diferentes grupos. A principios de los años 20 participó en las actividades promovidas por la biblioteca Popular de la Dona. En 1923 tuvo una oferta providencial para pasar el verano en Suiza, donde tocaría con la orquesta de un hotel. Allí empezó a escribir la novela corta Edelweiss, que no se publicaría hasta 1937.
Estudios, jazz y emancipación
Terminada la temporada de verano, permaneció en Suiza para estudiar en el prestigioso Instituto Dalcroce, pero sufrió muchas privaciones y no se adaptó bien. Después de un año, abandonó los estudios y se integró en un pionero cuarteto de jazz compuesto solo por mujeres, con el que giró por Suiza y Francia. También se matriculó en la Facultad de Letras de la universidad de Ginebra y se aficionó a montar en motocicleta. En 1925 se iba a casar con el ingeniero suizo Denys Choffat, lo que le aseguraría una buena posición, seguir estudiando y poder escribir, pero poco antes de la boda se enteró de que estaba arruinado. Pese a ello, siguió adelante con la boda.
Debido a la necesidad y a las ganas de aventura, ambos buscaron trabajo fuera de Europa y Choffat aceptó una oferta para irse a Tahití, lo que entusiasmó a Bertrana, quien se adaptó a la perfección a la vida en la Polinesia, donde fue profesora de música y escribió artículos para la prensa catalana. A los tres años se acabó el trabajo y regresaron a Europa, instalándose en Barcelona. Allí publicó Paradisos oceànics (1930), en el que recogió sus impresiones sobre las islas. Supuso un éxito instantáneo que sería traducido al castellano y al francés. Siguiendo su estela, en 1934 editó Peikea, princesa canibal i altres contes oceanics, que también tuvo buena acogida, por lo que su nombre se hizo popular y comenzó a colaborar en la prensa y a dar conferencias.
Compromiso social y acercamiento a la política
Aunque ajena a la política, había recibido con alegría la llegada de la República y decidió implicarse en la educación de las mujeres trabajadoras a través de la creación de un centro cultural. Pero no consiguió plasmar sus ideas y se asoció al Lyceum Club de Barcelona patrocinado por Karr y aceptó presentarse a las elecciones por Esquerra Republicana, pues aunque no compartía sus postulados independentistas pensaba que era un buen medio para materializar sus ideas sobre las mejoras en la situación de las mujeres, pero no fue elegida.
Guerra, exilio y reconstrucción literaria
En 1935 decidió viajar en solitario a Marruecos para conocer su arte, la situación de las mujeres y la mentalidad de los lugareños. Con lo que aprendió escribió El Marroc sensual i fanàtic (1936). Ese mismo año, el estallido de la Guerra Civil la sorprendió en la Costa Brava, pero inmediatamente regresó a Barcelona. Allí la convivencia con su marido se hizo cada vez más difícil y acabaron por separarse. Mientras Choffat se unió al bando franquista, ella colaboró con la revista comunista Company e inició la colección La novel·la femenina con Edelweiss. En 1938 huyó a Ginebra, donde pasó penurias y sobrevivió dando clases de idiomas.
Concluida la Segunda Guerra Mundial, retomó la escritura con Camins de somni, que solo se publicaría en 1952 en su versión castellana (Vértigo de horizontes). Con la intención de regresar a España, en 1946 se instaló en el pueblo fronterizo de Prada, donde coincidió con Pompeu Fabra y Pau Casals. Pero no pudo pasar a España y regresó a Suiza, donde trabajó en el consulado de la República Dominicana. Finalmente, en 1949 obtuvo permiso para volver a Barcelona.
Reconocimientos tardíos y madurez creativa
A finales de los años 50 se encontraba baja de ánimos, con varios proyectos literarios que no habían llegado a buen puerto, sus padres muertos y un ambiente intelectual en el que no se sentía a gusto. Empezó a recuperarse cuando ganó sendos premios en 1959 y 1961 por La nimfa d'argila, recreación idílica de su infancia, y Ariatea. En 1965 escribió Una vida, biografía de su padre. Pero seguía viviendo con estrecheces y tenía que mantenerse dando clases de francés y gracias a sus magros derechos de autor y a los de su padre. Por contra, podía disfrutar de un amplio grupo de amigas y amigos, entre las que se encontraba su admirada Caterina Albert (Víctor Català), a quien dedicó Vent de grop (1967), novela con la que inesperadamente volvió a tener un éxito de ventas y que tres años después sería adaptada al cine con el protagonismo de Joan Manuel Serrat.
En 1973 publicó la primera parte de sus memorias, Memòries fins a 1935, de casi 1.000 páginas, pero murió antes de poder completar la segunda parte, que apareció de manera póstuma. En su obra había manifestado un gran interés por otras culturas y por la situación de las mujeres en la sociedad, abordando temas de una gran audacia como el aborto, los abusos sexuales o la homosexualidad. Con un estilo muy personal, moderno y libre, aunque sus posiciones en temas como el catalanismo o el feminismo eran moderadas, su vida fue un ejemplo de valor y de reivindicación de la cultura de su país y de la necesidad de avanzar en los derechos de las mujeres.
(Firma de la semblanza)