En 1911 se estableció en Madrid, donde comenzó su faceta de profesor en la Institución Libre de Enseñanza, ingresó en el Partido Reformista en 1912 y se afilió a la Liga de Educación Política Española en 1913, acercándose así al entorno de artistas, científicos y literatos deseosos de un cambio político y social. A partir de este año, y continuando con su estudio de la escultura española, presentó publicaciones sobre escultores del Renacimiento y del Barroco: La vida y obra de Pedro de Mena y Medrano (1914), Berruguete y su obra (1917), La escultura funeraria en España (1919), Gregorio Hernández (1920).
Protegiendo el patrimonio español
En 1924 fue elegido académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, ingresando en ella con un discurso sobre La expresión de dolor en la Escultura Castellana. En estos años de desinterés por la conservación del patrimonio español, Orueta encabezó un movimiento de defensa del patrimonio monumental y artístico. En 1931 fue nombrado Director General de Bellas Artes; bajo este cargo decretó la prohibición de la exportación de objetos artísticos o la transferencia de bienes patrimoniales de la Corona, cuyo fin último sería el disfrute de los ciudadanos. Pero la medida más innovadora que ejecutó fue la Ley de Protección del Tesoro Artístico Nacional en 1933, que permitió salvar parte del patrimonio durante la Guerra Civil.
Se dedicó a la modernización de los museos, llevando a cabo además, la creación del Museo Nacional de Escultura de Valladolid y el apoyo a los museos de distintos pintores como pueden ser el Museo Sorolla (Madrid), el Museo Rusiñol (Cau Ferrat) o el Museo Romero de Torres (Córdoba).
En 1936, fue evacuado a Valencia con el resto del gobierno. Regresó a Madrid un año después y falleció en 1939 a consecuencia de una caída en las escaleras del Museo Nacional de Reproducciones, del que era director.
(Servicio de Información Bibliográfica)