Carrera como periodista

Con 16 años comenzó sus incursiones en el periodismo porteño escribiendo en La mañana y crónicas de teatro en Crítica. Poco tiempo después, El Nacional le contrató para escribir su primer suelto, la necrológica de Carmen Sylva, seudónimo bajo el que escribió Isabel de Weid, reina de Rumanía y también cuentista.

Su paso por Crónica le ayudó a especializarse en brulotes al medio teatral, lo que acabó costándole el puesto. Tras su salida, escribió en Noticias Gráficas, diario vespertino, donde llegó a dirigir la sección de Teatro.

A los 20 años Suero comenzó a trabajar en el Consejo Nacional de Educación de Argentina como secretario del escritor Manuel Gálvez, labor que alternó con sus colaboraciones en la revista literaria Nosotros y también escribiendo poesía. En este género se estrenó con los poemas Desolación, Expectativa y Sólo espero la muerte, publicados en el semanario Caras y caretas. Poco después publicó su primer poemario bajo el título Los cilicios y al poco llegó su primera novela breve, La mujer que no tuvo corazón.

En 1928 se instaló en París como corresponsal del diario La razón, desde donde escribió reportajes y entrevistas con músicos, cantantes y algunos escritores. Durante este periodo también colaboró en la revista Monde.

Teatro

Como autor teatral comenzó publicando pequeñas piezas de sainete criollo en revistas teatrales como La escena o Bambalinas. Tras ganar experiencia en el género, pasó a ser director de escena y elencos en los teatros más importantes de Buenos Aires, para los que escribió piezas cómicas en su mayoría, historias frívolas y de enredo con final feliz para deleite de la burguesía porteña. Escribió otras de corte social como ¡Una de tantas! (1924) y Barcos amarrados (1925) y hasta el guion de cine de la película La que no perdonó, en colaboración con el director José Agustín Ferreyra y Hugo Wast.

Realizó también traducciones de obras que después adaptó al teatro como Las razas (1934) de Friedrick Bruckner, algunas de ellas publicadas en la revista semanal de la Sociedad de Autores Argentinos, Argentores.

En 1933 recibió a Federico García Lorca en Montevideo. Durante su viaje por Argentina le ayudó a promocionar su obra Bodas de Sangre en los principales teatros de Buenos Aires y entre ellos se forjó una buena amistad.

1936 fue un año importante para Suero: viajó a España para cubrir las elecciones de la II República. Fruto de este trabajo periodístico editó España levanta el puño, que recoge las entrevistas con políticos y escritores importantes de España de la época. De vuelta en Sudamérica, tras enterarse de la ejecución de Lorca, le dedicó el poema Gritos en su poemario Agonía de un mundo (1940). En ese mismo año, se casó, fue padre y coincidiendo con la celebración del IV Centenario de la fundación de la capital argentina, colaboró con el ensayo La primera fundación de Buenos Aires, junto a otros escritores en un homenaje radiofónico a la historia de la ciudad. Además, conoció en su faceta de actriz a Eva Duarte, futura Eva Perón, a la que contrató como parte del elenco de la compañía teatral que dirigía. Algunas fuentes apuntan hacia el idilio amoroso entre ellos que duró poco por su condición de casado.

En 1942 fue nombrado Director de Prensa y Radiodifusión de la provincia de Buenos Aires, cargo que ocupó hasta su muerte por accidente de tráfico un año después, fecha en la que se editó póstumamente Figuras contemporáneas.

(Servicio de Información Bibliográfica)