de Villena, Isabel

Dominio Público

de Villena, Isabel

1430
1490
Categorías
  • Ensayistas y prosistas
  • Religiosos

Bautizada como Elionor Manuel de Villena, es la primera mujer conocida que escribió en lengua valenciana. Además de por la calidad de su obra, destacó por su personalidad culta, su fantasía y su imaginación, especialmente en una época en la que las mujeres tenían que superar muchos obstáculos para poder formarse y más aún para hacer oír su voz. Pudo elegir el nombre de Isabel como religiosa en memoria de la reina de Portugal Isabel de Aragón y de su pariente lejana la reina Isabel de Hungría, canonizada en 1236, y a quien se consagraba el mayor y más antiguo convento de clarisas de Valencia.

Se desconoce tanto su lugar de nacimiento, aunque al parecer se produjo en Valencia, como la identidad de su madre, pero sí es conocido que fue hija bastarda del infante Enrique de Aragón, marqués de Villena, un hombre de personalidad difícil. Sufría este el desprecio de sus familiares y llegó a ser apodado el Astrólogo y el Nigromante por su atracción hacia las artes oscuras. Su biblioteca, resultado de la inclinación de toda una vida dedicada al conocimiento y la escritura, fue quemada por orden de Lope de Barrientos en el convento de Santo Domingo el Real de Madrid. Murió, finalmente, de altas fiebres en diciembre de 1434. María de Castilla y Lancaster, prima segunda de su hija ilegítima y esposa de Alfonso V el Magnánimo, se hizo cargo de la niña que dejaba huérfana a los cuatro años de edad.

Su protectora había expulsado a los frailes trinitarios del convento contiguo a los jardines del palacio real debido a las desvergüenzas que corrían sobre ellos y a que deseaba instalar en Valencia un centro de espiritualidad de clarisas de la orden de San Francisco, para lo cual llamó a una comunidad de religiosas que residía hasta entonces en el convento de Santa Clara de Gandía. La futura escritora ingresó entonces en 1445 en el convento recién fundado de la Santísima Trinidad, del que años más tarde, en 1462, sería elegida abadesa perpetua. Gracias a su política económica y pastoral, pudieron finalizarse las obras de los edificios del convento en 1490, antes de su muerte, y sus decisiones referentes a las relaciones exteriores propiciaron un florecimiento artístico e intelectual que influyó en otras comunidades religiosas, dando así fama al monasterio de la Trinidad.

Recibió de mano de la reina una extraordinaria educación en el refinamiento cortesano, y fueron los conocimientos obtenidos de su excelente biblioteca, y de las hermanas religiosas que habían enseñado también a su protectora, los que le valieron el apoyo y la admiración de grandes personalidades, especialmente por parte de literatos: conoció y movió a escribir, en este Siglo de Oro valenciano, a sus coetáneos Ausiàs March, Jaume Roig, Bernat Fenollar, Joan Roís de Corella, Miquel Péreç, Pere Martínes y fray Jaume Péreç, quien le dedicó su Expositio super cantica evangelica.

La abadesa se preocupó por la falta de formación de muchas de sus religiosas, y escribió, aunque quedó inconclusa, su obra más famosa, la Vita Christi, para instruir a su cenobio, animar y orientar sus meditaciones y su fe cristiana, y ofrecerles modelos de vida. En comunión con el espíritu franciscano de mostrar una visión de Cristo cercana y humana, la escribió en lengua romance valenciana y no en latín, incorporó tradiciones apócrifas tanto gnósticas como contenidas en la Leyenda Áurea de Jacobus de Voragine, y prescindió de parte de los evangelios canónicos. Posiblemente, se inspiró para escribirla en la Vita Christi de Ludolfo de Sajonia, el Cartujano, que se hallaba en la biblioteca monacal. Enmarcada en un género devocional, muy del gusto de la época y recomendado por santa Teresa como lectura para sus religiosas, narra la vida de Jesús desde los ojos de la Virgen María y María Magdalena, ensalzando a estas, cuya importancia solía ser velada. Tiene interés además por la descripción detallada de los paisajes y costumbres cotidianos, tanto populares como aristocráticos. Estudiosos como Joan Fuster consideran que la obra fue una respuesta de Isabel a la misoginia que exhalaba El espejo o Libro de las mujeres, de Jaume Roig, a su vez médico de la comunidad de clarisas de La Trinidad.

Se conserva, además de la Vita Christi, un Speculum animae, de autoría discutida, en la Biblioteca Nacional de Francia. La Vita Christi se editó póstumamente, en 1497, después de que Isabel la Católica, amante de los libros y las letras, solicitara que le hicieran llegar una copia, pues habían llegado a ella las noticias de su pariente lejana. Así, vio la luz la obra gracias a la intervención de la abadesa que la sucedió, Aldonza de Monsoriu, quien llevó el libro a la imprenta del alemán Lope de Roca (Wolf von Steinm) y lo dedicó a la reina. Se volvió a editar en Valencia en 1513, y en Barcelona poco más tarde, en 1527. Fue durante un tiempo una obra muy leída, incluso de mayor éxito editorial que el Tirant lo Blanch. Más, al estar alejada de la ortodoxia cristiana, su esplendor quebró con la censura del Concilio de Trento hacia los escritos no basados en los Evangelios oficiales.

La autora falleció durante la trágica epidemia de 1490, año de toques de difuntos para las campanas de la ciudad, en la que murieron 11.000 personas de toda condición, por lo que las gentes de aquel tiempo lo llegaron a conocer como l’any de les morts.

 

(Servicio de Información Bibliográfica)

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Cronología

1430

Nace Isabel de Villena

1455

Se establece como religiosa en el convento de clarisas de Valencia de la Santísima Trinidad

1490

Fallece el 2 de julio

1434

Es acogida por María de Castilla y Lancaster en su corte, donde recibirá educación

1462

Comienza a ocupar el puesto de abadesa en el convento de clarisas de Valencia de la Santísima Trinidad, que mantendrá hasta su muerte

1497

Se edita póstumamente por intercesión de Aldonça de Monsoriu en la imprenta de Lope de Roca la Vita Christi