Espacios acogedores, ambientes acogedores: hacer frente a los prejuicios y al exceso de normas en las bibliotecas
Welcoming spaces, welcoming environments: addressing bias and over-policing in libraries
Brent Lipinski & Nesha Saunders
Journal of library administration, ISSN 1540-3564, Vol. 61, n. 8, 2021, p. 1017-1022
El artículo explora cómo la creación de espacios acogedores e integrales es fundamental para ofrecer servicios bibliotecarios dirigidos por la empatía. Trata de cómo las barreras crean espacios que no son igualitarios sino punitivos. Se sugiere la reevaluación de algunas normas, de medidas de seguridad y de procedimientos para el personal. El artículo aboga por que los administradores escuchen a sus comunidades. Al estar abiertos al cambio, se pueden evitar prejuicios y hacer las instalaciones agradables para los usuarios.
En 2019 las bibliotecas públicas de Chicago comenzaron a explorar el impacto de eliminar las sanciones. La supresión de multas por retrasos resultó en el retorno de muchos materiales. Tener multas es algo embarazoso que da mala imagen a las bibliotecas. Los usuarios con sus carnés bloqueados normalmente no vuelven a las bibliotecas, y raramente pagan sus multas, quedándose con los materiales. Los defensores de las sanciones argumentan que es una forma de enseñar responsabilidad personal, mientras que los valedores de su supresión piensan que las multas son un amanera de decir a los usuarios que no son bienvenidos si cometen un error. Los datos son todavía preliminares, pero se ha observado un descenso en el número de incidentes de seguridad. Se ha comprobado que las transacciones son más positivas y las bibliotecas ya no son vistas como instituciones rígidas. Los autores sugieren que la administración estudio los espacios físicos de sus bibliotecas bajo la perspectiva de la igualdad. Las barreras no significan necesariamente espacios más seguros. En los años 70 se comenzaron a instalar alertas antihurtos en los libros, que ahora son la norma. Son populares ya que detectan intentos de robos, pero son caros de mantener y no han evitado los robos. Los autores plantean la opción de minimizar las medidas de seguridad. En lugar de instalar las alarmas antihurtos se podría gastar ese dinero en mejorar las colecciones y los guardias de seguridad en lugar de estar vigilando las entradas podrían pasear por los recintos para dar tranquilidad a los usuarios. Por ello las bibliotecas de Chicago han dejado de instalar arcos de seguridad. No se ha detectado un aumento de los robos de materiales. Ahora las entradas son más abiertas y accesibles, lo que también facilita la movilidad de usuarios en sillas de ruedas. Algunos trabajadores pueden negarse a tener que interactuar más con los usuarios en sustitución de las medidas de seguridad, por lo que será necesaria una formación adicional durante la transición. Un componente calve para construir confianza con las comunidades es asegurarse de que las bibliotecas contratan a trabajadores cualificados y diversos.
https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/01930826.2021.1984147