Bécquer, por Bécquer
“Todas las tardes, y cuando el sol comienza a caer, salgo al camino que pasa por delante de las puertas del monasterio, para aguardar al conductor de la correspondencia, que me trae los periódicos de Madrid. Frente al arco que da entrada al primer recinto de la abadía se extiende una larga alameda de chopos tan altos que, cuando agita sus ramas el viento de la tarde, sus copas se unen y forman una inmensa bóveda… Nada más hermosamente sombrío que este lugar”
Era mayo de 1864, y Gustavo Adolfo Bécquer describía así para los lectores del periódico El Contemporáneo su viaje, estancia y reflexiones desde el Monasterio de Veruela (Zaragoza), adonde se había retirado el poeta a finales de 1863 para dar tregua a unos pulmones enfermos que aguantarían pocos años más.
De sus reflexiones en estos meses, de las leyendas sobre los orígenes del monasterio y las inspiradas por este lugar, saldrían las Cartas desde mi celda, y el impulso inspirador, genuinamente posromántico, para la obra de sus últimos años.
A Veruela viajó con el poeta su hermano Valeriano (1833-1870), considerado en la pintura posromántica el paralelo de Gustavo Adolfo Bécquer en la literatura española. Con sus dibujos acompañó este periodo de convalecencia fraterna, y dejó así perfecto testimonio de la atmósfera, paisajes, tipos y vicisitudes de la vida cotidiana del lugar. Escenas evocadoras, algunas de minuciosidad exquisita, que reflejan “ese indefinible encanto, esa vaguedad misteriosa”, “el perfume de un paraíso distante” con el que Gustavo Adolfo describía en sus cartas la naturaleza de aquel lugar.
Gustavo Adolfo Bécquer leyendo en el campo
Mujer sentada entre matorrales cosiendo
O que anticipaban sus tanteos como caricaturista, que después desarrollará de vuelta en Madrid:
Grupo aristocrático de una villa
Dispersos estos dibujos a la muerte del pintor (que desafortunadamente no contó con la labor póstuma de amigos que reunieran y cuidaran la edición de sus obras, como sí ocurrió con la producción de Gustavo Adolfo), han llegado a nosotros gracias a dos álbumes: Expedición de Veruela (conservado en la Universidad de Columbia, en Nueva York) y Spanish Sketches. Éste último forma parte de los fondos de la BNE, y está digitalizado y disponible en la Biblioteca Digital Hispánica.
Son el complemento perfecto y quizás no tan conocido para disfrutar de la obra de los Bécquer, que mientras vivieron siempre caminaron juntos. Porque de la combinación de la pluma de Gustavo Adolfo y las ilustraciones de Valeriano queda, sin duda, uno de los ejemplos más representativos del posromanticismo español.
Spanish Sketches, de Valeriano Bécquer (1864) Libro de los gorriones: colección de argumentos, ideas y planes de cosas diferentes que se concluirán o no según sople el viento. (Manuscrito, 1868) Ver todas las obras de Gustavo Adolfo Bécquer digitalizadas
Felicidades po esta entrada que pone de relieve que la biblioteca digital no solo tiene el tesoro de sus colecciones sino el de unos grandes profesionales, con una exquisita sensibilidad.