Camões y los escritores portugueses en castellano
… n’Os lusíadas, poema do patriotismo, Camões superou o patriotismo. Alem de portugués, ele foi español; além de español, ele foi humano.
António Sérgio
Una relación especial
El año exacto del nacimiento de Luís de Camões es desconocido, pero la fecha más probable es 1524, por lo que este año se conmemora el quinto centenario del considerado como “príncipe de los poetas portugueses”, quien tuvo una enorme influencia en las letras españolas y además escribió parte de su obra en castellano, lo que nos da pie a hablar de la rica tradición de autores portugueses que han publicado en nuestro idioma.
La mayoría de estos escritores vivieron en el Siglo de Oro, pero antes y después ha habido portugueses que han elegido el castellano como forma de expresión, hasta el punto de que en 1890 Domingo Garcia Peres identificó casi 500 nombres, una lista que han enriquecido posteriores estudios de eruditos tan destacados como Carolina Michaëlis de Vasconcelos o Menéndez Pelayo.
Los orígenes de la literatura peninsular ya evidencian la íntima imbricación entre las lenguas de España y Portugal, no en vano el galaicoportugués usado en la poesía medieval fue la forma de expresión favorita no solo de los autores portugueses y gallegos, sino también de muchos castellanos. El cultivo transversal de la lírica galaicoportuguesa contagió a juglares y trovadores como Pero da Ponte o Arias Pérez; conmovió a nobles como el Marqués de Santillana, cuyas serranillas se alimentaron de esta tradición; y llegaron incluso a la corte, como evidencia el hecho de que las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio estén escritas en este idioma o que Dionisio I de Portugal empleara la misma lengua en sus composiciones.
Ya en el siglo XV, el auge de la poesía épica hizo que fueran algunos portugueses quienes comenzaran a escribir en castellano, y en el siglo XVI los autores que solo escribían en portugués se convirtieron en una excepción. Esto se debió a diversos factores: además de la obvia relación geográfica y social, la política de enlaces reales llevó a una estrecha sincronía entre las monarquías peninsulares (como anécdota, cabe recordar que antes de Isabel la Católica el nombre de Isabel era extraño en España, pero muy típico de Portugal). Esta confluencia alcanzaría su culminación con la anexión de la corona de Portugal durante el reinado de Felipe II.
Además de las cuestiones políticas, también hubo elementos culturales que favorecieron el intercambio de conocimientos. A la constante circulación de libros entre ambos países se le añadía una tradición compartida y la repetición de modelos estilísticos y argumentales. A este respecto, cabe citar que España fue la vía de entrada del Humanismo y el Renacimiento en Portugal, lo que ejemplifica la posición destacada de Garcilaso de la Vega en la lírica portuguesa, en la que introdujo el nuevo estilo compositivo traído de Italia.
A estos motivos para la simbiosis entre ambas naciones se unió el interés de los escritores portugueses por conseguir una mayor difusión de su obra, propósito para el que era más eficaz el uso de la lengua dominante en gran parte del mundo en un momento en el que el imperio español se encontraba en su momento de mayor esplendor. Además de por los literatos que veremos a continuación, este medio de darse a conocer también fue utilizado por eruditos como el matemático Pedro Nunes (Libro de algebra en arithmetica y geometria), el cartógrafo Pedro Teixeira (Relaciones) y muchos geógrafos que tenían un campo de estudio abierto en la época de las exploraciones y conquistas.
Esta predilección por el castellano no denotaba un desprecio de la propia lengua, sino una oportunidad de aprovechar las ventajas del bilingüismo, que encarnaba un espíritu europeísta de integración. Como dijo Menéndez Pelayo: “en los fines del siglo XVI y aun en el XVII la vitalidad del genio portugués fue tanta, sin menoscabo de la peculiaridad popular, que consintió en el empleo promiscuo de las lenguas literarias”. Un ejemplo de esta sinergia es la novela pastoril Diana en la que Jorge de Montemayor (o Montemor) utilizó el castellano para dar a conocer la idiosincrasia portuguesa en toda Europa gracias a las traducciones al francés, el alemán y el inglés (el mismo Shakespeare se basó en ella para la creación de Los dos hidalgos de Verona).
Los Lusos y las Letras
Se suele considerar como el precursor de los escritores portugueses en castellano a Pedro de Portugal (1429-1466), descendiente de las familias reinantes en Portugal y Aragón, amigo del Marqués de Santillana, influido por Juan de Mena, y algunos de cuyos poemas se incluyeron en el cancionero bilingüe de Garcia de Resende. La importancia de la corona en las Letras se mantuvo en el siglo XVI, el gran siglo del bilingüismo, sobre todo a través de las reinas consorte, de origen castellano. Sería ante la corte, en 1502, donde se representó el Monólogo del Vaquero de Gil Vicente, padre del teatro portugués, marcado por Juan del Encina y a su vez fundamental en la configuración del teatro clásico español gracias a sus 11 obras en castellano y otras 18 bilingües, muy representadas en toda España y entre las que cabe destacar La tragicomedia de Don Duardos, todavía representada en montajes contemporáneos.
En el campo de la poesía, fue Francisco de Sá de Miranda quien adaptó el endecasílabo y la lírica renacentista que Garcilaso había traído a la península y que mantendría a lo largo del tiempo un carácter bilingüe. Otro garcilasista fue Diogo Bernardes, poeta de corte que elaboró varios sonetos en castellano. En lo que respecta a Jorge de Montemayor, de cuya Diana ya hemos señalado la trascendencia, también fue un importante poeta de temática especialmente religiosa (Segundo cancionero espiritual) y además tradujo al castellano la obra de Ausiàs March.
Un caso particular de escritores hispano-lusos es el de los judíos sefardíes. La tradición de judíos portugueses que escribían en español se remonta a León Hebreo en el siglo XV. Tras la expulsión de los judíos de la península, las comunidades judeoportuguesas que se instalaron particularmente en los Países Bajos e Italia comenzaron a publicar en ladino.
En una generación en la que también destacaron Pêro de Andrade Caminha y Manuel de Portugal, sobresale por supuesto Luís de Camões. Gran continuador de la poesía épica, revitalizada gracias al Orlando furioso de Ariosto, se convertiría en el poeta nacional de Portugal, a la altura de los más grandes nombres de la literatura universal. Su producción en castellano es menor, pero no despreciable. Aunque las atribuciones son dudosas y los expertos no se ponen de acuerdo, incluiría una decena de poemas breves, el monólogo de Aonia en la Égloga I (en el que doña Juana llora la muerte de Felipe el Hermoso), dos sonetos (aparte de otros cinco dudosos) y textos bilingües en sus tres autos, en los que algunos personajes hablan en castellano. A su vez, el influjo de Camões en la literatura española es constante, como muestra que solo en esta época ya se realizaron seis traducciones de Los Lusiadas y que el autor pasara a formar parte del canon literario español de manera instantánea. Partiendo de Cervantes, quien le declaró su más encendida admiración, su huella llega hasta Jacinto Verdaguer, Rosalía de Castro o Antonio Machado, o lo que es lo mismo, algunos de los más grandes poetas en catalán, gallego y castellano.
Tanto monta
En 1580 se produjo la unión ibérica, al recibir Felipe II la corona de Portugal, lo que llevaría a la época de mayor proliferación de autores portugueses en lengua castellana. Ya Jerónimo Corte Real había conmemorado la victoria cristiana en Lepanto en su Austriada, y poco después Duarte Dias fundamentó históricamente la unión de reinos en La conquista de Granada. Este empeño por encontrar una tradición común a través de la poesía continuó con la obra de Bernarda Ferreira de Lacerda Hespaña libertada, un extenso canto a lo que más adelante se conocería como la reconquista. Un tema muy asiduo tanto en la literatura portuguesa como en la castellana fue la leyenda de Inés de Castro, tratada por ejemplo en La Iffanta Coronada (1606), de Soares de Alarcão.
Incluso después de la independencia siguieron siendo abundantes las obras de portugueses en castellano. Es llamativo que el mismo Juan IV, restaurador de la monarquía portuguesa, escribiera en castellano Defensa de la Música moderna (1649). De hecho, Manuel de Faria e Sousa, el gran historiador luso de la época, publicó en castellano su Epítome de las historias portuguesas y sus comentarios a la edición de la obra de Camões.
En el periodo posterior a la separación destaca Francisco Manuel de Melo, quien sirvió a Felipe IV y Juan IV (y fue castigado por ambos), autor en castellano de poemas (Obras métricas), narraciones históricas (Guerras de Cataluña) y obras de teatro. Otro prolífico escritor de esta época fue Manuel de Gallegos, quien firmó la epopeya Gigantomachia. Con el tiempo, el uso del castellano fue decayendo, aunque se mantuvo en el ámbito religioso, como vemos en las obras teatrales de Soror Maria do Céu.
Una de las últimas expresiones de la vinculación entre los autores portugueses y la lengua castellana fue obra de Matias Pereira da Silva, quien en A Fénix Renascida (1716-1728) recopiló una amplia muestra de la poesía portuguesa del siglo XVII en castellano. Un buen título para resumir las complejas y conflictivas relaciones entre ambos países, que siempre han dado lo mejor de sí en el reconocimiento mutuo.
BIBLIOGRAFÍA