María de Zayas, feminista en el Siglo de Oro
#Inspiradoras2017
Considerada por algunos la mejor novelista del siglo XVII después de Cervantes, María de Zayas y Sotomayor reivindicó en sus obras la igualdad entre hombres y mujeres, lo que la convirtió en la precursora del feminismo moderno.
Retrato de María de Zayas
María de Zayas nació en Madrid en 1590. Poco se sabe de su vida excepto que sus padres pertenecieron a la baja nobleza y se trasladaron a Nápoles, donde su padre trabajó al servicio del Virrey, el Duque de Lerma. Más tarde, Zayas vivió también en Murcia y en Zaragoza, donde se publicaron algunas de sus obras, y en Madrid, donde murió.
La única manera de acercarse a esta novelista es a través de su trabajo: veinte novelas y una comedia con reivindicaciones feministas en las que las protagonistas son mujeres fuertes, cultas y decididas. La Biblioteca Nacional de España mantiene en sus fondos la labor de Zayas en su totalidad pues conserva íntegras las Novelas amorosas y ejemplares, la Parte 2ª del Sarao y entretenimiento honesto y La traición en la amistad.
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La trama de Novelas amorosas y ejemplares (1637) y la Parte 2ª del Sarao y entretenimiento honesto (1647) se estructuran de la misma manera: varios caballeros y damas se reúnen en el salón de una señora aquejada de unas fiebres y se comprometen a relatar cada uno una historia en las noches sucesivas.
Parte 2ª del Sarao y entretenimiento honesto
Estos relatos forman las veinte novelas en las que están divididas ambas obras. En ellas se tratan temas como la incompatibilidad del amor y la honra o la reparación de la misma con el matrimonio o la venganza.
En los dos libros se percibe cierto desencanto por parte de la autora aunque, si bien en la primera es tan solo un indicio y el optimismo queda patente, en la segunda el desengaño por el injusto trato que reciben las mujeres y por la imposibilidad de que ellas y los hombres convivan en armonía se muestra con crudeza.
La comedia La traición de la amistad muestra la amistad entre dos mujeres, Fenisa y Marcia, y sus respectivos desencantos amorosos, oportunidad aprovechada por la autora para advertir a las mujeres de los engaños de los hombres.
María de Zayas escribió una obra de mujeres para mujeres en la que, desde una visión muy novedosa y avanzada para su época, intentó educar a sus contemporáneas haciéndoles ver que el problema no era de ellas sino de la sociedad en la que vivían. Y es que la autora vivió en un siglo en el que la Iglesia exhortaba a los hombres a ejercer una tutela violenta sobre las mujeres, controlando sus actitudes y previniendo así el adulterio. Además de defender esto, también estaba justificado el asesinato de las mujeres para preservar la honestidad, es decir, contra el adulterio.
Zayas, testigo de esta situación, defendió en sus escritos que “el alma no es hombre ni mujer” y, siempre con una actitud pedagógica, afirmó que las mujeres debían protegerse de los hombres que, en cantidad de ocasiones, no eran sus compañeros sino sus depredadores. Alegó que la desigualdad se debía a causas educacionales más que genéticas porque solo se les permitía a los hombres el acceso a la educación y defendió que la decadencia de un país se debía a la corrupción de los hombres y al poco aprecio que hacían a las mujeres.
Toda su actividad se centró en la reivindicación de la igualdad de derechos y deberes entre hombres y mujeres para que estas fueran independientes y se valieran por sí mismas en todos los ámbitos.
Sin embargo, el feminismo de la novelista fue peculiar puesto que afirmó que no todas las mujeres eran dignas de ser defendidas: “la mujer falsa, inconstante, liviana y sin reputación, no se le ha de dar el nombre de mujer sino de bestia fiera”.
Durante su estancia en Madrid, Zayas se codeó con otros grandes autores de la época como Lope de Vega que la elogió en la Silva VIII de El Laurel de Apolo o Alonso de Castilla y Solórzano que la tildó de “la Sibila de Madrid” en La Garduña de Sevilla.
La obra de Zayas, tan osada y atrevida, fue considerada “libertina”, “obscena” y “cruda” y fue prohibida por la Inquisición ya tras su muerte, en el siglo XVIII.
El interés por esta mujer, que dijo de sí misma, en palabras puestas en boca de uno de sus personajes: “yo fui en todo extremada, y más en hacer versos, que era el espanto de aquel reino, y la envidia de muchos no tan peritos en esta facultad”, se reavivó en el siglo XIX con el nacimiento del primer feminismo español. Autoras como Emilia Pardo Bazán quisieron recuperar la figura de Zayas y su obra donde la cuestión femenina es un tema central. Por este motivo sus novelas, censuradas durante el siglo anterior, fueron reeditadas a lo largo del siglo XIX.
Es momento de rescatar del olvido a esta escritora que ya en el siglo XVII afirmó que “con mujeres no hay competencias, quien no las estima es necio, porque ha menester, y quien las ultraja ingrato, pues falla al reconocimiento del hospedaje que le hicieron en la primera jornada”.
Berta García Julve