La encuadernación del Poema de Mio Cid y su restauración
Tal vez influidos por el mito de que los libros valiosos han de tener encuadernaciones ricas y contundentes, uno de los aspectos materiales más llamativos del códice de Mio Cid es su modesta cubierta, una reencuadernación del siglo XVI sobre tabla decorada a base de hilos, florones y ruedas con motivos vegetales. Con evidentes signos de desgaste y daños graves en la costura y el lomo –prácticamente desaparecido-, la imagen de deterioro que presentaba el Cantar estaba, en parte, relacionado con el penoso estado de su encuadernación.
Poco se puede decir acerca de la encuadernación original, pues es conocida la afición de los bibliófilos antiguos por cambiar los vestidos a los libros cuando éstos dejaban de lucir o se ajaban por el uso. Éste, no iba a ser un caso excepcional. Desgraciadamente, no quedan suficientes restos que nos permitan esbozar una imagen fidedigna de la primera cubierta y tampoco es posible comparar las evidencias con otros códices similares, por lo que deberemos recurrir a conjeturas y especulaciones basadas en los escasos datos actuales.
Fot. 1. Posibles puntos originales de costura. Fols. 15 vº-16.
El único testimonio presente de la primera encuadernación son los puntos de costura. En el palimpsesto de perforaciones del doblez de los pliegos, donde se confunden las marcas del pautado con las de la encuadernación, se pueden observar dos tipos de orificio diferentes. En los más recientes, el pergamino se abre con un instrumento agudo –una aguja o un punzón-, mientras que los más antiguos fueron realizados con cuchillo, como era frecuente en la preparación románica de la costura. En el tercio superior las perforaciones fueron reutilizadas, lo que en parte dificultaba la ubicación de cada estación de cosido, así como la asignación del tipo de cubiertas asociadas al patrón. Sin embargo, en tercio inferior se observan, dos cortes con una separación de unos 3 cm. que no fueron reutilizados posteriormente (Fot. 1.). La distribución de estos últimos parece apuntar la posibilidad de una cubierta en pergamino flexible, posiblemente con refuerzos en cuero, propia de los libros de anotaciones y de trabajo, similar a la del Mss/8505 de la Biblioteca Nacional (Fot.2). Considerando que, probablemente, el códice era un libro de juglar, la encuadernación en pergamino, más ligera y manejable, no es una posibilidad descabellada.
Fotografía 2. Encuadernación en pergamino flexible del Mss/8505.
Posteriormente, el códice fue cosido de nuevo. Fue entonces cuando se añadieron nuevos puntos de costura, en el centro de los pliegos, para realizar una costura de tres nervios con una cubierta de pergamino o más probablemente con tapas de madera que obligaron realizar el retallado del bloque de texto. Creemos que en este momento fue cuando se perdieron renglones –en los versos 398, 446, 585 y 826- y los reclamos de la mayor parte de los cuadernos. Es posible situar esta operación en la segunda encuadernación por la necesidad de ajustar el bloque de texto a unas cubiertas de madera más pequeñas, hoy perdidas. La presencia de cejas en la última reencuadernación parece apoyar esta teoría.
Posteriormente, se realizó una tercera encuadernación, que es la que ha llegado hasta nosotros. Menéndez Pidal la ubicó en el siglo XV, pero creemos que ésta es posterior, del siglo XVI, ya que hay elementos que lo desmienten. En primer lugar, en la desgastada decoración se aprecian los típicos florones vegetales del XVI, datación que corroboran los restos de oro de la tapa trasera. Por otra parte, el último encuadernador añadió guardas –de reutilización, pues proceden de una cubierta de pergamino donde son evidentes las perforaciones de los nervios de costura y los broches, el título y el doblez de las vueltas- y procedió a encolar el lomo con gelatina, reforzando el espacio entre nervios con piezas de vitela, algo inaudito en las encuadernaciones sobre tabla del siglo XV, en las que el lomo se dejaba totalmente libre de cola, refuerzos y, además, era muy raro el uso de guardas.
La última costura, realizada sobre tres nervios de cuero con curtido vegetal y sección circular, empleaba hilo vegetal con torsión 2zS. Así mismo se remató la costura con cabezadas –hoy perdidas- confeccionadas con el mismo tipo de hilo y núcleo de cáñamo. El cuero perdió prácticamente toda la zona del lomo y, los jirones que han permanecido, estaban gravemente cuarteados y ácidos. Como curiosidad, el cuero disponible no cubría la totalidad de las tapas, por lo que fue necesario colocar un segundo parche de la misma piel en el pie de la tapa trasera, por debajo del resto de la cubierta.
Los refuerzos en pergamino son de esta época, así como los restos de cola del lomo. La obra fue deteriorándose paulatinamente hasta llegar necesitar la sujeción de alguno de los folios, en el siglo XIX o XX, por medio de un cosido –posiblemente de hilo de algodón- a paso de toro en los cuadernillos 1 y 2.
Fot. 3. Detalles de la costura antes de la restauración. 1. Orificios originales. 2. Nervios última encuadernación. 3. Cadeneta y anclaje de las cabezadas. 4. Hilo de la restauración del siglo XIX
El resultado de la última reencuadernación fue que limitó enormemente la manipulación del códice. El uso de refuerzos de pergamino y de lomo natural dificultaba el ángulo de abertura y el movimiento del pergamino, lo que provocó daños en el lomo, en el cajo y creó ondulaciones en el bloque de texto. Poco a poco, la costura se fue resintiendo de manera que los nervios se quebraron, soltándose las dos tapas, la costura se rompió en diferentes puntos y los refuerzos del lomo se despegaron.
Criterios de intervención y restauración de la encuadernación.
Intervenir en una obra de la trascendencia del Poema no es tarea sencilla. Se deben valorar cuidadosamente todas las alternativas posibles y seleccionar aquellas que supongan un menor riesgo para la integridad de la obra respetando su información potencial. Desde el primer momento se valoraron tres alternativas:
La primera opción pasaba por dejar la obra en su estado actual, consolidando los elementos más inestables del cuero de la cubierta para evitar su pérdida definitiva. Esta posibilidad, sumamente conservadora implicaría no reconstruir el cosido ni eliminar añadidos –y, evidentemente, respetar al máximo la información material-, pero dejaría a la obra en unas condiciones sumamente frágiles, dado el mal estado del hilo original en el paso exterior por los nervios, motivo por el que, desde el principio, fue obviada.
Img. 4. El pésimo estado de la costura en el paso exterior y la degradación de los nervios de piel hizo necesario el desmontaje de la última costura, un trabajo siempre desagradable pero, en ocasiones ineludible.
Realizar una nueva encuadernación siguiendo técnicas medievales de cosido y cubierta sería una opción diametralmente opuesta. Esta posibilidad mejoraría la manipulación y protección directa de la obra devolviéndole, además, su aspecto primitivo. Sin embargo, consideramos que existían dos inconvenientes fundamentales. Aún existiendo razones de conservación que podrían hacernos pensar seriamente en esta opción, creímos que la separación era éticamente inviable al suponer una intervención traumática e incoherente con la unicidad del códice. En primer lugar, porque lo desvincularíamos de la encuadernación que le acompañó durante los últimos 500 años: ¿Sería ético separar las hojas más dañadas del Poema, conservarlas aparte y completar los espacios con hojas de pergamino de aspecto medieval? En segundo lugar, porque no sabíamos qué modelo de encuadernación sería mas fidedigno: ¿Pergamino flexible o encuadernación sobre tabla?, ¿De qué tipo?, ¿Qué estructura de cosido?... y así miles de preguntas similares que no evitarían cometer un falso histórico.
Los libros no sólo son el producto de una época, sino el resultado de la combinación de modificaciones, añadidos y mermas que enriquecen su carácter histórico y material, en ocasiones alejado del original; una estructura compleja y múltiple, conformada por numerosos elementos en el que, hasta los errores, pueden tener trascendencia para la investigación científica. En consonancia, los añadidos son elementos insustituibles: Más allá de una mera vestimenta, la encuadernación es el resultado de una serie de decisiones adoptadas atendiendo a complejas decisiones técnicas, económicas y culturales. El respeto a este carácter único rechazaba frontalmente la posibilidad de la reencuadernación, especialmente cuando existían otras alternativas interesantes.
Finalmente, se barajó una solución mixta entre los dos criterios antagónicos. Dado que, por una parte existían una serie de elementos que deberían ser preservados y, por otra, que algunas partes del códice deberían ser consolidadas o rehechas, se empezó a valorar seriamente la restauración de la última reencuadernación sustituyendo los elementos estructurales degradados por otros similares y evitar aquellos otros que habían supuesto, a largo plazo, una merma de las características constructivas del códice. El uso de las técnicas apropiadas de conservación permitiría asegurar la resistencia de la encuadernación sin reducir la posibilidad de uso, reproducción y consulta. Se aceptó como la alternativa menos agresiva de las tres y significaba recuperar la movilidad del códice sin alterar, en exceso, la información material.
Proceso de restauración.
El proceso de restauración de la encuadernación comenzó con el desmontaje del códice. Se retiraron las hojas de guarda en seco, con ayuda de una espátula de bambú. Fue en este momento cuando quedó patente el mal estado del hilo de costura y de los nervios, totalmente quebradizos por el colapso fibrilar, por lo que se decidió eliminar completamente.
Para la realización del cosido se utilizó hilo de cáñamo de tres cabos con torsión en 3zS. Para mejorar su resistencia, el hilo fue tratado con cera de abejas refinada y blanqueada. Como soporte de cosido se utilizaron nervios de piel de cabra de curtido vegetal, similares a los del siglo XVI y se reutilizaron las perforaciones de las estaciones de cosido de la última reencuadernación, tanto en la zona de los nervios como de las cadenetas.
Fot. 6. Cosido del 1er cuadernillo.
Img. 5. Desprendimiento de la guarda.
Fot. 8. Ceñido de la piel de cerdo al alumbre.
Fot. 7. Cosido completo
Los cuadernillos más frágiles se reforzaron con tiras de papel japonés Sekishuu Medio de 20 gm/m2 y en las hojas sueltas se añadieron bandas, del mismo papel, para facilitar el cosido. Una vez finalizada la costura, estas bandas fueron ajustadas a unos 2 mm del pliegue y aseguradas al cuaderno con almidón de trigo.
Fot. 9. Sujeción de la pieza de protección del lomo a los nervios: fot 10. Detalle del cosido de la pieza de protección al primer nervio; fot. 11. Vista general del cosido de la pieza de protección; fot. 12. Detalle. Paso por el espacio entre cuadernillos hilo de sujeción, abrazando el interior del nervio.
A fin de lograr un excelente grado de abertura, se decidió no encolar el lomo del códice y protegerlo del contacto con la piel de la cubierta mediante una banda de piel de cerdo tratada al alumbre cosida a los nervios y las cabezadas. Para lograr un buen acoplamiento al lomo, la piel fue humedecida ligeramente con agua salina al 5% y se ajustó por presión en la prensa de dorar hasta su secado completo. Después se procedió al cosido a los nervios con hilo de lino Barbour del nº 18, siguiendo el patrón de zigzag similar al empleado por los encuadernadores etíopes en la colocación de las cabezadas. El sistema, muy sencillo, consiste en introducir, desde el exterior, un paso de hilo entre los cuadernos para salir de nuevo, bajar al espacio siguiente y repetir la operación hasta el último cuaderno.
Aunque el códice había perdido las cabezadas, se reconstruyeron utilizando hilo de cáñamo de tres cabos y núcleo de lino crudo de cuatro cabos, nuevas cabezadas. Aunque discutible desde un punto de vista histórico –las anteriores se habían perdido-, la decisión de realizar las cabezadas tenía como finalidad incrementar la unión de la pieza de refuerzo con cuatro puntos adicionales y lograr así una abertura homogénea en todo el lomo. Para ello se utilizó como bastidor la pieza de piel de cerdo tratada al alumbre, de la misma manera que se realizaba en las encuadernaciones medievales: El hilo entra por debajo de las cadenetas, sale hacia el lomo y vuelve a entrar a 2 mm del borde, para abrazar el núcleo de cáñamo, avanzar hasta el siguiente cuaderno y volver a entrar en el códice para salir nuevamente por la zona de la cadeneta. Cada punto de unión al códice se asegura por medio de un nudo que evita el desgarro accidental del cuaderno. Finalmente, se unió el cuerpo del libro a las tapas utilizando los canales previos de los nervios y núcleos de las cabezadas, y se procedió a la reparación del cuero del lomo.
Aunque en un principio barajamos la posibilidad de utilizar únicamente papel japonés para la recuperación del lomo, finalmente optamos por utilizar como base una piel de cabra oscura de curtido vegetal. Esta fue adherida con almidón de trigo a la pieza de refuerzo y al borde del lomo de las tapas. Para lograr un acabado menos llamativo, se recubrió esta zona con papel Sekishuu Medio teñido con acuarelas Windsor & Newton. Finalmente, se protegió la zona con cera microcristalina, se pegó la pieza de refuerzo por el interior de las tapas y se adhirieron las guardas con gelatina 80 Bloom, de Panreac, al 6%.
Fot. 13. Estado anterior a la restauración; fot 14. Detalle de la costura de la cabezada; fot 15. Movimiento de la cabezada en la abertura del libro; fot 16. Colocación de la nueva lomera sobre la pieza de refuerzo. fot. 17. Vista general del códice cerrado; fot. 18. Vista general del códice abierto, una vez restaurado.
Conclusiones.
La intervención en la encuadernación del códice Poema de Mio Cid ha permitido recuperar informaciones históricas importantes. La posibilidad de que la encuadernación original fuera en pergamino flexible está basada en los patrones de orificios que permanecen en el pliegue de los cuadernillos, pero no deja de ser una interpretación abierta a debate.
Las sucesivas encuadernaciones realizadas entre los siglos XIV y XVI alteraron el tamaño, aspecto y movimiento del códice, hasta llegar a un grado de deterioro que hacía necesario realizar una intervención de conservación. Barajadas diferentes posibilidades, se consideró que la intervención más adecuada sería la que mantuviera al máximo la información material del códice y permitiera el uso por parte de los investigadores sin dejar por ello de estabilizar los elementos más frágiles. Finalmente se optó por un criterio de mínima intervención, al igual que se había aplicado en el cuerpo del libro y se decidió modificar las estructuras de la última encuadernación manteniendo su aspecto formal. El uso de costuras compensadas, el lomo libre de adhesivos y la colocación del refuerzo flotante ha mejorado notablemente la abertura y resistencia del libro. Hemos optado por no reconstruir las zonas perdidas de la cubierta, con excepción del lomo, donde era necesario consolidar los escasos restos que han sobrevivido.
Amelia Justo Fernández Arsenio Sánchez Hernampérez Laboratorio de Restauración de la Biblioteca Nacional de España
Mis felicitaciones a Arsenio Sánchez Hernampérez y a Amelia Justo Fernández por su esfuerzo en preservar el códice y por su forma de divulgar su trabajo.