Sorteo Extraordinario de Navidad: 22 de diciembre de 1939
La Navidad de 1939 no traería la misma felicidad para todos, pero sería, después de tres años, la primera Navidad en paz. La guerra se había llevado miles de almas y había dejado España dividida y rota. En un país de posguerra, hambre y desabastecimiento, donde reinaban las cartillas de racionamiento y la vuelta a la normalidad se antojaba complicada, una luz de tenue esperanza alumbraba aquel día a españoles de todos los tintes y colores.
El 22 de diciembre de 1939 traía de vuelta el tradicional sorteo de Navidad de la Lotería Nacional. A las ocho de la mañana la Casa de la Moneda abría sus puertas a un inmenso público que completando el aforo en pocos minutos, dejó a los menos afortunados a la espera frente al edificio. Poco después quedaba constituido el tribunal que presidiendo el sorteo, mostraba al público las bolas de los premios gordos para introducirlas en el bombo.
La Tierra, 22 de diciembre 1930
En el salón se respiraba expectación y la tensión podía cortarse a cuchillo. Mientras dos funcionarios de loterías mezclaban las bolas antes de la celebración, un hombre desconfiado abandonó su butaca y se dirigió a ellos para comprobar que su número entraba en el sorteo.
Cuatro niños del Colegio de San Ildefonso se colocaron frente al tribunal y poco después de que dieran las nueve, se inició la jornada. Los bombos empezaron a rotar, las tablas de clasificación se completaban y poco a poco se fueron conociendo los premios. A las once y cuarto de la mañana Juan José Martínez y Manuel Viñuelas cantaban el Premio Gordo: “13.093” “quince millones de pesetas”.
El Imparcial, martes 23 de diciembre de 1930
Los chicos mostraron el número agraciado y se abrazaron conmovidos, conocedores de la importancia de aquel premio. El público gritaba entusiasmado, en la Casa de la Moneda, con gritos clamorosos, se armó un verdadero escándalo. Periodistas y reporteros gráficos de todos los medios, que seguían el sorteo desde la sala de prensa de Telefónica, se lanzaron a la calle en busca de los afortunados ganadores del Gordo.
El número dos de la calle Alcalá se convirtió en el punto de encuentro de decenas de personas. La administradora, junto a sus hijos, colocaba en la fachada un cartel que rezaba: «El Gordo aquí, 13.093». Madrid brillaba ilusionado aquella mañana. En un momento donde los salarios bajaban y la vida subía cada vez más, al fin, una buena noticia llenaba de luz los hogares españoles.
Cristina del Estal