El libro de buen amor
El Libro de buen amor constituye una pieza excepcional en los fondos de la Biblioteca Nacional de España por formar parte del fondo procedente de la Catedral de Toledo (Sig.: Caxón. 17-2; Caxón 103-26), por ser su forma de ingreso (la desamortización e incautación de archivos y bibliotecas de la Iglesia, Real Decreto 1/01/1869) un hecho crucial en el incremento de las colecciones de la Biblioteca Nacional, así como por su indiscutible valor literario, que la ha convertido en una de las obras más estudiadas de la crítica literaria.
Tras la apertura de la sede actual de la Biblioteca Nacional, el 16 de marzo de 1896, se destinaron dos salas para la exposición permanente de las obras maestras de la colección. Se asignaron nuevas signaturas que plasmaban este hecho, nos referimos a las inicializadas como Vit., que indicaba la vitrina donde estaban expuestas. Una de estas signaturas fue adjudicada al Libro de buen amor expuesto, Vit. /4-8, y posteriormente, la actual VITR/6/1. Del VITR/6/1 se conservan solo cuarenta y ocho folios de los ciento veintiséis que contenía; de los cuales corresponden al Libro de buen amor las h. 1r-37r, y en las restantes se recoge una manifestación de la Visión de Filiberto (h. 37v-48r).
El fragmento del Libro de buen amor de la Biblioteca Nacional, que se inicia cuando se refieren las aventuras amorosas de un clérigo en las horas canónicas, censura las aptitudes inmorales existentes en los clérigos de la época. Personajes como la Trotaconventos («mediadora en el amor») serán de gran trascendencia en nuestra literatura. El pasaje más conocido del manuscrito es el llamado en el Inventario de la Catedral de Toledo (1727), realizado por los padres Diego de Mecolaeta y Martín Sarmiento, «Diálogo entre la Quaresma y el Carnal».
El Libro de buen amor aglutina diversas tradiciones e influencias (clásicas, hispano-árabes, hispano-judías); mezcla la cultura ilustrada con la sabiduría popular; refleja y transmite un perfecto conocimiento de una sociedad a la que critica, utilizando para ello fórmulas empleadas en el mester de juglaría y clerecía. El lenguaje utilizado es fresco, vivo y alegre; satírico y amable, a la vez; todo ello se materializa en una métrica variada, siendo la cuaderna vía la predominante.