La historia sin filtros: una mirada a México desde la Sala Cervantes
México a comienzos del siglo XIX
Los impresos menores de la BNE guardan algunos tesoros insospechados como la colección de documentos relativos a la historia de México que se encuentra entre las signaturas VE/1586 y VE/1598. Se compone de más de mil documentos fechados entre 1711 y 1886, aunque el grueso de ellos data de las últimas décadas del siglo XVIII y las primeras del XIX. En su conjunto constituye una interesante mirada a un periodo crucial de la historia de México y, en general, de toda Latinoamérica, abarcando el final del virreinato, la guerra de Independencia y la constitución de la República Mexicana.
Complementa en algunos puntos a la célebre Colección Lafragua de la Biblioteca Nacional de México (que cuenta con un estupendo catálogo impreso) y contiene información de primera mano para el investigador sobre los más diversos ámbitos de la vida mexicana de este periodo. La colección, que puede consultarse en la Sala Cervantes si se cuenta con carné de investigador y que se digitalizará próximamente, está acompañada de un inventario que se ha digitalizado y al que puede accederse desde cada uno de los registros del catálogo, de modo que el usuario pueda tener un panorama completo de todos los documentos que la componen. La ordenación que presenta actualmente también ha respetado, grosso modo, la organización por materias del inventario original.
Los documentos correspondientes al periodo del virreinato de Nueva España se componen principalmente de bandos y disposiciones emitidos por los virreyes y muestran con claridad cómo se distribuía en América la legislación emitida por la Corona a miles de kilómetros de distancia y, en general, el funcionamiento del régimen virreinal. Así, abunda la documentación de figuras como Antonio María de Bucareli, Martín de Mayorga, Matías y Bernardo de Gálvez, Juan Vicente de Güemes, Miguel de la Grúa o Francisco Javier Venegas. Y también escritos de índole eclesiástica, como los del Cardenal Francisco de Lorenzana, que fuera Arzobispo de México.
La temática de estos documentos no puede ser más variopinta: flota de Indias, hacienda, guerras con Francia e Inglaterra, órganos de gestión de la colonia (como las Secretarías de Estado y de Despacho de Indias), legislación sobre matrimonios, nombramientos de los más diversos cargos, asuntos militares, minería, memorias de guerra y marina, documentos relativos a la administración de Ciudad de México, escribanos, educación, asuntos virreinales y eclesiásticos en general, Bellas Artes, beneficencia, legislación relativa a los indios, justicia, producción y comercio del tabaco, teatro o milicias.
Patente de corso (VE/1588/43)
Y, junto a la documentación del periodo virreinal, la relativa a la Independencia y el Estado Mexicano. Los primeros cincuenta años de la historia de México como nación, desde la proclamación de la Independencia el 27 de septiembre de 1821 hasta el comienzo del Porfiriato el 28 de noviembre de 1876, son complejos y la colección ofrece una mirada a buena parte de ellos y sus vicisitudes. Así, dos regencias, dos imperios (el de Agustín de Iturbide y el de Maximiliano de Habsburgo), dos repúblicas federales y dos centrales se encuentran en mayor o menor medida representados en los documentos. Las acompañan documentos relativos a la constitución de diversos Estados Mexicanos: Guerrero, Zacatecas, Tabasco, San Luis Potosí, Puebla, Michoacán, Jalisco, Colima, Guanajuato y Coahuila.
Retrato de Benito Juárez
La colección contiene, además, numerosos documentos de y sobre muchas de las grandes figuras de la Independencia y las décadas posteriores, principalmente militares y políticos como Agustín de Iturbide, Guadalupe Victoria, Vicente Guerrero, Valentín Gómez Farías, Anastasio Bustamante, el siempre discutido Antonio López de Santa Anna (nada menos que once veces presidente de México) o el “Benemérito de las Américas”, Benito Juárez.
A diferencia de lo que ocurre ante un tratado de historia, cuya lectura implica acceder a una información procesada y por tanto “contaminada” por la visión del historiador, pero al mismo tiempo ofrecida al lector de una manera lógica, estructurada y que presenta los acontecimientos históricos, en cierto modo, como un proceso causal, el acercamiento a estos mismos acontecimientos a partir de documentos de la época constituye una experiencia totalmente distinta. Por una parte, porque el lector se enfrenta, sin la ayuda del especialista, a una gran cantidad de información en ocasiones inconexa y que corresponde a unos usos políticos, sociales e incluso del lenguaje y el discurso que en ocasiones nos resultan ajenos. Por otra (y esto es lo que hace apasionante su lectura) porque la historia se le ofrece sin filtros, de primera mano y en detalles a veces inesperados: de este modo, un documento de la importancia histórica del Acta de Independencia coexiste con curiosidades como una patente de corso concedida por Carlos III y con disposiciones relativas a los temas más variados, como el comercio de manufacturas inglesas, las rentas del tabaco, cómo se regían los mercados de Ciudad de México o la administración del puerto de Veracruz. Y es por ello, por permitirnos el raro privilegio de acceder a un fragmento de la historia sin intermediarios, por lo que las fuentes para la historia de un determinado periodo o una determinada región del mundo nos dan una visión del pasado, al margen de los juicios de valor que puedan emitirse sobre él, a la que siempre merece la pena asomarse.
Me ha encantado este post. Mis felicitaciones a la autora