Anécdotas de un bibliotecario cartotecario
Palabras introductorias
Comenzamos hablando de mapas, contando cómo se guardan, cómo se conservan y cómo se manipulan, dando alguna información de interés sobre los documentos cartográficos que siempre viene bien conocer, y también, ¿por qué no?, contando alguna anécdota.
Para empezar, definimos cartotecario como aquella persona encargada de cuidar y administrar una cartoteca y ¿qué es una cartoteca? ¡Muy buena pregunta!, pues el lugar donde se guardan y conservan mapas ordenados y clasificados para su consulta.
Aquí entramos nosotros, somos una Cartoteca dentro de la Biblioteca Nacional del España. Pero, ¿en la BNE hay mapas?, la respuesta es Sí, y muchos.
Todo el mundo sabe que los mapas tienen un gran poder de atracción, al fin y al cabo representan el espacio en el que vivimos y nos movemos, son documentos que sentimos muy cerca, nos identificamos con ellos. La mayoría tenemos uno en casa (un incunable, por ejemplo, no lo tiene cualquiera, un mapa sí).
Nada más ver un mapa todas las personas, y cuando digo todas digo TODAS, buscan su pueblo, su ciudad, en una palabra, buscan sus orígenes, lo que les vincula a ese mapa y lo hace suyo. Esto es así en el cien por cien de los casos, lo hemos comprobado, ¡es matemática pura!, no me equivoco, da igual que sea mi amiga, que sea mi vecino, que sea el emir de Sharjah (Emiratos Árabes Unidos) todos van a ver si está su pueblo… y siempre está, porque en un mapa está todo, o casi todo. Eso sí, una vez que la persona encuentra su pueblo, el mapa duplica su valor, en este caso, un valor sentimental. El mapa le atrae todavía más.
Mapa de España, 1841, [BNE, MV/3 España. Carreteras. 1841] Al personal del Servicio de Cartografía nos resulta muy agradable que cada persona encuentre su lugar de origen, de esta manera, el visitante se convierte en protagonista. Y, a partir de ese momento, se nota su felicidad, no pierde detalle de la explicación, y eso a nosotros nos ayuda mucho.
El mapa crea, de esta manera, un fuerte vínculo con la persona. El mapa, posee en este momento, una parte de la vida de la persona que lo contempla, es una de las causas de la atracción de los mapas. Si está mi pueblo, estoy representado en él, esta es la idea. Y si a esto añadimos que el mapa sea del siglo XVII y explicamos el contexto en el que se hizo, entonces ya nos hemos ganado a esa persona para toda la vida. En su recuerdo quedamos. Cosa que también nos agrada bastante.
Existen otras muchas causas de atracción en los mapas, el colorido, la iconografía, los secretos que esconden, lo que nos cuentan, viajamos con ellos, conocemos países sin movernos, ¡en fin!, los mapas nos aportan muchas cosas, más de lo que pensamos.
"En un mapa siempre hay más de lo que su autor creyó poner" nos dice Juan Mayorga en su obra El cartógrafo.
También añade “… en la mesa de los poderosos siempre hay mapas”. Y así es como se siente toda persona que tiene un mapa, y nosotros, siempre rodeados de mapas, que ¿cómo nos sentimos?, pues eso, nos sentimos, PODEROSOS, pero así, con mayúsculas PO-DE-RO-SOS.
También nos quedamos con una frase de Antoine de Saint-Exupéry en El Principito, que nos viene muy bien para explicar la atracción de los mapas “lo esencial es invisible a los ojos”. Ahí lo dejo.
¿Cómo guardamos los mapas?
Ahora bien, una de las cosas que más llama la atención y que ha sido motivo de varias consultas en el Servicio de Cartografía es cómo guardamos los mapas. Desde luego, a nosotros no nos sirve la ordenación de Marie Kondo, experta en orden cuyo lema es “quédate solo con lo que te haga feliz”. Imposible seguir esta sentencia en la ordenación del depósito de Cartografía, porque a nosotros, no solo nos hacen felices miles de mapas, sino que además, al ser Biblioteca de conservación no podemos eliminar nada, somos parte del Patrimonio documental español, así que de nada nos sirve seguir el orden de Marie Kondo. Nos hacen felices todos los mapas, así que empezamos bien, siempre a lo grande. No desechamos casi nada.
Y es que cuando hablamos de mapas, normalmente pensamos en el plano de una ciudad o en un mapa de España, esos que se realizan en una hoja no muy grande que solemos recoger en FITUR o que llevamos en el bolso cuando hacemos un viaje ¡Qué más quisiéramos!
Cruz Cano y Olmedilla, Juan de la. Mapa geográfico de América Meridional [BNE, MV/25 América del Sur. Mapas generales. 1775]Para empezar, os cuento que en la BNE hay muchos mapas con unas dimensiones muy, muy grandes. Por poner algún ejemplo, un mapa de la isla de Cuba en seis hojas que unidas miden 417 x 411 cm, sí, solo la isla de Cuba, un mapa de América del sur de Cruz Cano y Olmedilla en ocho hojas, que unidas miden 260 x 185 cm, el mapa incompleto de España de Martínez y de la Vega de 225 x 228 cm, o una carta celeste de 195,5 x 376,5 cm. ¡Ah!, y qué me decís de la Carta sincronológica de la historia universal de 70 x 678 cm, esto sí que es un rollo de casi siete metros. Solo con estos ejemplos ya puedes imaginarte lo que tenemos que pensar para guardar un mapa correctamente.
El mundo se presenta en variedad de tamaños y formas, pequeños, grandes, circulares, rectangulares, en rollo, etc. En diversidad de materiales, pergamino, papel, textil, plástico, etc. y en complejas impresiones, en varias hojas, con varillas, mapas en relieve, mapas murales, etc.
No solo el Mundo en el que vivimos nos da quebraderos de cabeza, también las formas en qué se presenta nos plantea grandes problemas de conservación, sobre todo a los que trabajamos con este material.
Aparte de lo ya mencionado, existen otros soportes que requieren tratamientos distintos como: los globos terráqueos, las maquetas cartográficas, folletos turísticos, mapas desplegables con callejero o memoria, tarjetas postales, puzles, calendarios, carteles, etc.
Almacenamiento del material cartográfico
La variedad tipológica del material cartográfico va a determinar la forma de almacenamiento, la forma de guardar cada documento cartográfico.
Es complicado colocar la colección cartográfica en un mismo lugar, pero para ello contamos con un mobiliario adaptado a cada formato y a cada tipo de material:
- Muebles horizontales, también llamados planeros. Se componen de bandejas no muy altas que albergan un número limitado de documentos cartográficos, debido al peso del papel y el tamaño, evitando así su deterioro y facilitando la manipulación. Los mapas se guardan apilados unos sobre otros y se pueden separar por material de conservación (carpetillas de papel neutro, fundas de mylar, etc.).
En nuestro caso, dentro de estos muebles los mapas están ordenados, principalmente, por el área geográfica, por el número que aparece en el mapa, en el caso de series cartográficas oficiales o por un número currens (secuencia correlativa de números).
Planeros para guardar mapas
- Estanterías, existen mapas que, dado su tamaño, han de guardarse en rollo, bien enrollados sobre sí mismos, o bien sobre el eje que llevan. Lo más adecuado sería conservarlos dentro de un tubo/caja y estos ordenados en estanterías. Además, en las baldas de las estanterías también guardamos los atlas antiguos colocados en posición horizontal debido a su gran tamaño y peso.
- Vitrinas que sirven para conservar principalmente los globos e instrumentos cartográficos, facilitando de esta manera su almacenamiento y su custodia.
Globo terrestre de Tomás López. Siglo XVIII [BNE, Globo 1]Sistema de archivo rotativo vertical, es un mueble de gran tamaño y gran capacidad de almacenamiento, compuesto por una especie de noria integrada por gavetas dispuestas en filas. Gracias a un dispositivo electrónico se accede a la gaveta seleccionada. El tamaño de las gavetas es idóneo para CDs, microfilms, diapositivas, tarjetas postales.
¡Ay las tarjetas postales! Sí, bonitas sí son, pero cuando crees que todas tienen un tamaño estándar, y vas colocando una a una en las gavetas, y van quedando perfectas y, de pronto, empiezan a aparecer otras con las formas más variopintas que te puedas imaginar: con un disco dentro, con la forma del contorno de una isla, en forma de abanico que se abre, redondas, de tamaños grandes, pequeños, etc. Y entonces dices, ¿y ahora qué? Pues ahora a seguir pensando cómo guardarlas, y así continuamente. Y digo yo, ¿por qué no serán todas iguales de tamaño?, ¿para que existe la divina proporción? Pues con las tarjetas postales, ni divina, ni proporción.
Asimismo, cada documento, por sus características y condiciones, debe protegerse de forma individual con material de conservación: fundas de poliéster, entelado, cajas de conservación de pH neutro, carpetillas, tubos, tisú, marcos adaptados, etc. Este material protege el documento facilitando su manipulación y preservación.
Guardados en los depósitos los mapas se conservan muy bien, pero, rápidamente pierden la finalidad para la que se crearon y pasan a convertirse en fuente para la investigación, esto significa que los mapas no se quedan tranquilos en los depósitos.
A partir de este momento comienzan a moverse, cobran vida. Los investigadores desean ver esos mapas, consultarlos, utilizarlos para sus investigaciones y entonces, se mueven de sus planeros en el depósito para llegar a la sala de consulta o una sala de exposiciones, entre otras cosas.
En este recorrido que hacen los mapas, en ningún momento estarán solos, su transporte requiere un mobiliario específico y un personal especializado que lo traslade. La manipulación es muy importante, de ella depende, en gran parte, la conservación de los documentos.
Para ello contamos con carpetas de todos los tamaños, la carpeta supergrande 100 x 140 cm es la más utilizada para materiales cartográficos. También hay carros para el transporte de estos contenedores, al que llamamos “carro sándwich” porque la carpeta queda en medio de dos barras, mesas con ruedas, carros para libros u otro material, etc. Y no podemos acabar este apartado sin hacer mención de nuestro mueble estrella, el que nosotros llamamos “papamóvil”.
Los planeros están diseñados para personas de estatura elevada ya que las bandejas superiores suelen estar a cierta altura. La verdad es que subirse en el “papamóvil” para alcanzar la parte superior del planero es toda una experiencia, es entrar en otra dimensión, te sientes bien, ves todo desde arriba, desde una perspectiva en la que todo te parece pequeño.
Todo este mobiliario específico contribuye a una mejor manipulación de los documentos.
"Papamóvil”
Carpeta y carro “sándwich”
Curso para bibliotecarios. ¿Dónde está mi mapa?
Para finalizar voy a contar una anécdota que viví hace muchos años dando un curso sobre documentos cartográficos en una Biblioteca Pública de una ciudad de España. En este curso se incluía el tema expuesto anteriormente, el almacenamiento, conservación y ordenación de los documentos cartográficos en una biblioteca.
La anécdota se podría titular así: ¿Dónde está mi mapa?
En el curso se explicaba todo lo relacionado con el material cartográfico, entre otras cosas, lo expuesto anteriormente, cómo se guardan los mapas, los muebles que hay que utilizar, su disposición interna, el mobiliario, etc. Luego viene el turno de preguntas, para resolver dudas. Y pensaba que las había resuelto. Pensaba, si…
Como hemos comentado anteriormente, hay varias tipos de muebles, y los más comunes son los llamados “planeros”, organizados en bandejas. La ordenación dentro de cada mueble es variable, según la cantidad de mapas que tengas: puede ser por número currens, por área geográfica dentro de cada bandeja, también pueden existir otras ordenaciones sistemáticas.
Según mi explicación, una de las maneras de guardarlos era ordenados por área geográfica, es decir, poner todos los de Asturias juntos, los de Alicante con los de Alicante, los de Andalucía con los de Andalucía, los de España con los de España, hasta ahí comprendido, creía yo.
Colocación de un mapa dentro de una bandeja
Pero el bibliotecario responsable de la cartografía lo entendió de una manera muy particular a la vez que graciosa, inventando un sistema exclusivo para guardar mapas que expongo a continuación. El responsable de los mapas de la biblioteca dispuso los mapas en las bandejas de la siguiente manera:
Cada bandeja del planero simulaba un mapa de toda España; y así, los mapas de las distintas comunidades autónomas, provincias o pueblos se van colocando en su lugar geográfico correspondiente en relación con la bandeja. Así, por ejemplo, un mapa de La Coruña en la parte superior a la izquierda, uno de Barcelona en la parte superior a la derecha, de Alicante en la parte inferior a la derecha, de Madrid, Toledo o Salamanca por el centro etc., es decir, todos los mapas dispuestos geográficamente dentro de la bandeja.
Hasta ahí todo correcto, mientras la bandeja no se abra los mapas estarán perfectamente colocados, pero… y ¿cuándo se necesiten los mapas y se tengan que sacar?, ¿permanecerá cada uno situado geográficamente en su lugar correcto? Yo pienso que no; ¿seguirá La Coruña arriba a la izquierda?, ¿seguirá Alicante abajo a la derecha? … el resultado después de abrir la bandeja tres veces es ¡el desastre! ¡Una mezcla total! En una palabra ¡el CAOS!
El resultado sería: BarceAlilonaLaCorucanteMañadrid, imagínense esto pero en mapas, en hojas físicas dentro de una bandeja.
Pero… - diría el cartotecario - (esto es ya mi imaginación) ¿dónde está el mapa de La Coruña?, si yo lo puse arriba a la izquierda… ¿y el de Alicante? Pero… si yo lo puse abajo a la derecha… ¿quién ha cambiado todos los mapas de lugar? No haré más comentarios.
Me pregunto, ¿cómo guardaría en una bandeja los mapas pertenecientes a varios países del mundo, y... los mapas de la Luna o la Tierra?
Fotografías - Angelines Días Sánchez - Carmen García Calatayud
He disfrutado y aprendido mucho a la vez y de forma muy entretenida !!! gracias!!!