El encanto de la bicicleta ante los ojos asombrados de los españoles del siglo XIX
El ‘caballo mecánico’ vivió su Edad de Oro desde su invención hasta el final del siglo decimonónico en que ya era la bici que conocemos ahora
La bicicleta, el caballo mecánico como se decía cuando se inventó, vive de nuevo un auge en nuestro siglo XXI, una especie de Edad de Plata. Nunca ha dejado de ser popular, pero si en alguna época ha vivido una Edad de Oro ésa fue la de las últimas décadas del siglo XIX, cuando a la fascinación que ejercía su novedad se unía la progresiva aparición de mejoras técnicas que la iban perfeccionando. En torno a 1885 la bici ya era prácticamente la misma máquina que conocemos ahora y aparecieron por entonces las primeras revistas especializadas. Al comenzar el siglo XX, la bicicleta era ya un medio de transporte personal casi universal pero el encanto y el aura mágica que la había rodeado estaba ya pasando al automóvil.
El Rey Alfonso XIII niño montado en bicicleta, en El Deporte Velocipédico
Una de las primeras revistas españolas especializadas apareció en 1895 con el sugestivo título de El Deporte Velocipédico. En el primer número de 27 de febrero de ese año vemos en su portada una imagen del Rey Alfonso XIII de niño montado en bicicleta.
Pero ya antes la prensa diaria daba regularmente noticias relacionadas con el mundo de la bici, lo que prueba su enorme popularidad. El Correo Español de 18 de febrero de 1895, por ejemplo, informaba de que en Estados Unidos se había registrado una bajada de un 30% en el precio de los caballos por la competencia del vapor y la electricidad. Y añadía:
Los particulares abandonan el caballo por la bicicleta. En 1894 se vendieron 200.000 bicicletas, y en 1895 la venta alcanzará aproximadamente a 300.000, según cálculos que se han hecho. Con esto, la situación de los dedicados a la cría caballar se hace grave, y lo será más cada día si no se abre mercado a los caballos para el consumo de su carne como alimento.
La más completa guía del ciclismo español, en el Heraldo de Madrid
Centrándonos en España, El Heraldo de Madrid dedicaba el 31 de enero de ese año tres páginas con la más completa información sobre el ciclismo deportivo en nuestro país: los ciclistas, su palmarés y las casas dedicadas a la venta de bicicletas.
Ya por entonces la bici no era sólo cosa de hombres y las revistas de moda se ocupaban de ella. En el número de 22 de junio de 1894 de La moda elegante podemos ver los trajes de bicicleta para señoras.
Trajes de bicicleta para señoras, en La Moda Elegante
La prensa tenía entonces un valor insustituible sobre los libros, el de su inmediatez, el relato palpitante de algo que acaba de ocurrir, algo que ha causado una emoción que todavía no se ha diluido. Tenemos la descripción de la impresión que causó el vehículo antecesor de la bicicleta, que ni siquiera tenía pedales, la primera vez que se lo vio en las calles de Madrid. Era un velocípedo que se impulsaba con los pies en el suelo moviéndolos alternativamente. Así lo contaba el periódico El Clamor Público en su edición de 19 de agosto de 1849.
Los curiosos han tenido la otra mañana un entretenimiento tan poco común como agradable. Serían las ocho y asomó por la Carrera de San Gerónimo un hombre de exterior vulgar, a quien conducía rápidamente cierta cabalgadura de nueva especie… La velocidad de la máquina, impulsada por si misma sobre dos ruedas; la sencillez extraordinaria del mecanismo, y hasta la actitud caprichosa del que era a la vez conductor y conducido, le daban al ingenioso mortal todo el carácter de un fantasma que, arrebatado por su virtud misteriosa, pasaba a los ojos de los espectadores sin darles apenas tiempo de anudar sus ideas. Los chicos, gente impresionable y alborotadora, corrían y gritaban tras de nuestro hombre; las mujeres se hacían cruces y los transeúntes se paraban para admirar el vehículo desconocido que tantas alteraciones puede producir en la vida regular de las personas y hasta en el arte de la guerra. Si la máquina a que nos referimos, titulada el Velocípedo, llega a generalizarse, nada será más común que ver a un pueblo entero circulando al escape por todas partes, imprimiendo a los negocios interiores de las poblaciones el movimiento y celeridad que ya disfrutan por afuera en los caminos de hierro…
Como la carrera de San Jerónimo está en cuesta, el velocípedo debió coger gran velocidad, por lo que no es de extrañar el asombro de los transeúntes, que todavía no habían visto trenes en Madrid. Solo un año antes se había inaugurado la primera línea ferroviaria española, la línea Barcelona-Mataró.
Un poco más adelante, con el título El Caballo Mecánico, el periódico La Corona de Barcelona publicaba el 12 de mayo de 1862 el invento de un industrial alemán de Stuttgart. Ahora sí con pedales, situados en el eje de la rueda delantera:
Sensible al freno y a los más ligeros movimientos del jinete, puede a voluntad del que lo monta tener todas las cualidades y todas las faltas del caballo de carne y hueso. Sin embargo, posee una inmensa ventaja sobre este último, y es que no come paja ni cebada.
Esta nueva máquina con pedales causó una enorme sensación y fue Huesca una de las ciudades españolas donde se comenzó a experimentar con ella. Así lo contaba El Pensamiento español en una noticia del 16 de diciembre de 1867:
Ayer y anteayer hemos tenido el gusto de presenciar los ensayos verificados con la máquina carruaje, construida en Huesca a la vista de un diseño tomado del aparato presentado en la Exposición de París con el nombre de velocípedo, llamado por otros velocífero. El joven que lo ensayaba lo hacía anteayer por tercera vez, y con la mayor facilidad imprime al velocípedo un movimiento en línea recta o en zigzags, y traza perfectamente curvas de 8 a 10 metros de radio. La velocidad con que hemos visto marchar el aparato era próximamente igual a la de un caballo al galope... Se ve, y apenas se cree: cuando el carruaje en cuestión corre a alguna distancia del espectador, se hace este la ilusión de ver a un hombre sentado en el aire y que vuela a una vara de altura sobre el suelo.
En la Exposición de París a la que hace mención la noticia se presentó el triciclo, por lo que, al velocípedo, que empezará a construirse con la rueda delantera mayor que la trasera para recorrer más espacio, también se le llamará ahora biciclo para diferenciarlo del aparato de tres ruedas.
Pronto se vio la utilidad del nuevo medio de transporte para ser usado en algunas profesiones. Así, los carteros empezaron a ser dotados con ellos para el reparto de la correspondencia. Y también se apreció sus ventajas para los médicos rurales encargados de la asistencia en numerosos pueblos distantes entre sí. La revista El Eco de las Ciencias lo contaba así el 27 de marzo de 1870:
Saben nuestros compañeros rurales cuan engorroso es, para un viaje de noche, arreglar o hacer arreglar el caballo, ya sea para una visita urgente o para cualquiera otra. Comprenderán pues la utilidad de un corcel mecánico, siempre ensillado, siempre a la mano y siempre paciente. Hay más: muchos son los viajes cortos que se hacen a pie. ¡Cuánto tiempo se gana si, en vez de tomar el bastón, se toma... el velocípedo!
También se vio la utilidad de su uso militar. El Diario Oficial de Avisos de Madrid publicó una noticia el 7 de febrero de 1889 informando de que en Francia iba ganando terreno la idea de crear un regimiento de velocipedistas. Nada hay mejor que un velocípedo para llevar rápidamente una orden, anunciar un movimiento o establecer constante comunicación entre las alas de un ejército, decía. Y la revista de Barcelona Ilustración Artística publicó dibujos de soldados subidos en ellos.
Empleo de los velocípedos en los ejércitos, en La Ilustración Artística
Desde abril de 1884 a diciembre de 1886, el periodista británico Thomas Stevens dio la vuelta al mundo en un biciclo con una gran rueda delantera. Fue el primer hombre en hacerlo y su hazaña le dio una popularidad similar a la de Julio Verne. Pero ya para entonces el biciclo, con la rueda delantera más grande que la trasera, se va sustituyendo por la bicicleta, con las dos ruedas iguales y dotada con la cadena de transmisión, los engranajes y los neumáticos de aire que, con algunos cambios más, serán los del actual vehículo.
En la Revista Popular de Conocimientos Útiles, el 16 de octubre de 1887 se puede leer una de las primeras menciones de la bicicleta:
Y entre todos los biciclos, es notable por muchos conceptos la novísima bicicleta (de 1887). Esta diminuta máquina está llamada a desterrar los demás biciclos. Tiene la velocidad de los más veloces, más ligereza, más solidez, más seguridad que los biciclos de seguridad y más elegancia y comodidad que todos. El velocemen va a la misma altura que si fuese a pie, lo cual le da un aspecto más severo y facilita extraordinariamente el manejo de la máquina.
La nueva máquina comenzó pronto a provocar accidentes. En el número de 8 de mayo de 1889 La Avispa, semanario político-satírico, cuenta con humor un atropello en el parque del Retiro que da idea del grado de adelanto técnico alcanzado en Madrid. El periodista lo relata así:
Un amigo fue víctima de una bicicleta que le destrozó el omóplato y un sombrero de jipi japa. -Por qué no avisó usted, so animal, decía la victima mientras se levantaba. -Hombre, si toqué el timbre. - ¿Y yo qué sabía si era un velocípedo o que pedían comunicación con la Central de Teléfonos?
Importante novedad la que publicó la Ilustración Artística el 26 de diciembre de 1892 en su sección científica. Son unas fotos de no muy buena calidad de un ciclista haciendo giros con una bicicleta, pero se trata de los primeros ensayos de llevar la fotografía a la prensa en España.
Primeras fotografías de bicicleta en la prensa, en La Ilustración Artística
La revista La Hormiga de Oro, en un artículo científico del 7 de octubre de 1893 dedicado a defender el uso del velocípedo como un ejercicio higiénico y una sana práctica deportiva, utiliza ya indistintamente las palabras biciclo y bicicleta, con las dos ruedas del mismo tamaño, término adaptado de la palabra francesa, dado que es Francia el país que populariza las carreras y que pronto pondrá en marcha su célebre Tour de Francia en 1903.
Luis del Campo, la estrella ciclista del finales de siglo XIX, en Actualidades
Las carreras ciclistas en Madrid, en la revista La Lidia
En julio de 1893 la revista Actualidades publica una foto a página entera de la primera estrella ciclista española, Luis del Campo, y da cuenta de la hazaña de dos velocipedistas franceses de Le Petit Journal que hicieron por primera vez la ruta París-Madrid, más de 1.300 kilómetros pedaleando, para saludar a sus colegas del Heraldo de Madrid.
El 17 de junio de 1894, una revista taurina que no sólo hablaba de toros, La Lidia, publica una página en la que da un repaso a lo que ha sido la práctica ciclista en España hasta ese momento con un dibujo de un velódromo madrileño (había uno en Recoletos-Castellana y otro en Delicias). Aparece de nuevo el campeón de España, que había logrado vencer en una de las carreras a dos competidores franceses y se desató la euforia. La ovación que el público tributó a Luis del Campo rayó en delirio, escribe el cronista.
Hay algunas anécdotas que dan cuenta de la fiebre por las dos ruedas. En agosto de 1893 la prensa española se hace eco de la primera boda celebrada en París que tuvo como protagonista la bicicleta. A la ceremonia civil celebrada en la Alcaldía los novios, los testigos y los invitados, en total 15 personas, acudieron en bici.
El Heraldo de Madrid recoge el 16 de febrero de 1894 la competición de velocidad entre un tren y una bicicleta:
Se ha hecho la apuesta en Valladolid entre un maquinista del ferrocarril económico que une dicha ciudad con Rioseco, y el joven ciclista D. Manuel Brizuela. La carrera tenía por meta la primera estación de la línea, distante de Valladolid cinco kilómetros. Ha ganado la apuesta el señor Brizuela, quien llegó al pueblo de Zaratán dos minutos antes que el tren.
La velocipedomanía, en la revista La Gran Vía
Una página gráfica entera con el título La velocipedomanía dedica La Gran Vía a la bici el 16 de julio de 1893. En viñetas sucesivas se ve a un ciclista llegar hasta las mismas puertas del cielo.
Las damas del pedal de excursión, en Nuevo Mundo
La bicicleta conquistó pronto a las mujeres, que vieron en ella un símbolo de libertad y afirmación de sus derechos. Descubrimos al grupo llamado Damas del pedal en una excursión de Madrid a Toledo de la que da cuenta la revista Nuevo Mundo en su edición del 19 de diciembre de 1895. Participaron junto a un grupo más numeroso de hombres en esta excursión que fue la más concurrida hasta la fecha y en la que participó el dramaturgo José Echegaray, quien años después recibiría el Premio Nobel de Literatura.
Mujeres en bicicleta en el diario El Globo
El 20 de diciembre de 1897, El Globo, un periódico republicano, publica una foto de mujeres ciclistas con el título El récord del feminismo junto a un poema que relaciona los derechos de la mujer con el uso de la bicicleta y cuyos últimos versos son:
¡Adelante, feministas/ para imponer las conquistas/ de la civilización/ harán la revolución/ las señoritas ciclistas!
Todo esto ocurría en España y Europa años antes de que la mujer consiguiera su derecho al voto, por lo que, como alguna vez se ha escrito, parece que las mujeres llegaron pedaleando al sufragio femenino.
Como curiosidad de "descripción" que había de acontecer con la bicicleta, en la Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, editada por Hijos de José Espasa en Barcelona (Tomo 8. Año 1912), en el artículo "BICICLETA " dice: "Modo de montar en bicicleta y de conservar la máquina. Cuando se emprende una excursión en bicicleta es necesario llevar consigo un farol, una bomba, un neumático, una camisa de dormir (de seda), medias y pañuelos, una camiseta un revolver y un mapa. Es práctico llevar varios botones y el dinero y el reloj en un cinturón, al cual irá sujeto la pistola o revólver."....