Magda Donato o la pasión por el periodismo
Sería difícil encontrar en la historia del periodismo español un caso como el del Magda Donato, una reportera de pura raza que en los años de la II República contó la vida en el interior de instituciones para mujeres en las que se metió de incógnito, como fueron una cárcel, un manicomio, una maternidad o un albergue de mendigas. Sus ‘reportajes vividos’, como ella los llamó, estaban relatados ‘desde dentro’, expresión que empleó para transmitir a los lectores la autenticidad de lo narrado.
No es que fuera unas horas, viera y escuchara para después contarlo, es que pasaba días o semanas en esos lugares haciéndose pasar por una interna más. Su reportaje de la cárcel, por ejemplo, lo hizo como presidiaria tras provocar un incidente por el que fue condenada por un juez que la encerró para que cumpliera una pena.
Magda Donato era el pseudónimo de Carmen Eva Nelken, hermana menor de Margarita, escritora feminista y activista política que llegó a ser diputada en los años 30. Magda eligió el periodismo y comenzó su carrera con 19 años con una columna en El Imparcial en la que, a la vez que hablaba de moda femenina, reflejaba los problemas de las mujeres en España desde un punto de vista avanzado.
Las hermanas pertenecían a una familia acomodada madrileña que tenía una joyería en la Puerta del Sol y podía permitirse tener criadas en casa. Pero ambas tenían un gran sentido social, como muestra el artículo que Magda, que pronto empezó a colaborar en otros medios importantes de la época, escribió en Mundo Gráfico (27/7/1921) defendiendo el derecho a sindicarse de las criadas y su dignidad social:
En pleno siglo XX, la criada, ya transformada en el extranjero en obrera doméstica o en ayuda de casa, social y legalmente dignificada y protegida, sigue siendo aquí el ser que ha nacido para servirnos, y nada más. Es una mujer que trabaja y, sin embargo, no es una obrera; es una mujer y no tiene parte en los progresos del feminismo… Nosotras, que en nuestros famosos proyectos feministas ponemos siempre en primera fila la moralización, el saneamiento social, todavía no hemos parado mientes en que el servicio doméstico es el que más fuertes contingentes proporciona a la prostitución femenina.
Victoria Kent en la portada del Heraldo de Madrid el primer día que actuó en los tribunales
Poco a poco, Magda Donato pasó de ser sólo una periodista de opinión a convertirse en una reportera que contaba lo que veía. En la portada de El Heraldo de Madrid reflejó en 1925 el primer día de Victoria Kent actuando en los tribunales. Kent, que sería también más tarde diputada, fue la primera abogada colegiada en Madrid.
Magda empieza así su artículo:
Las feministas pueden dividirse en dos categorías: la turba inmensa de las que hablan y el pequeño núcleo de las que obran… Victoria Kent, cuya profesión consiste en hablar, pertenece, por su espíritu, a la categoría de las feministas silenciosas…
La periodista muestra su complicidad con la abogada minutos antes de comenzar el juicio:
Entro con Victoria Kent en el Palacio de Justicia y nos dirigimos al «salón de togas»… Se prueba una toga. Las mangas son excesivamente largas. La segunda le parece algo corta; va a quitársela, pero yo protesto:
— No, no, Victoria, déjesela; le cubre perfectamente el traje; está muy bien así.
Victoria obedece dócilmente, tan incapaz de despreciar la coquetería como de sentirla. Pero un bedel interviene
— No, lo del cuellecito blanco no conviene; quizá no sea del todo reglamentario.
En mi interior siento gran indignación: el derecho a la belleza es el único que no se le puede negar nunca a una mujer, aunque sea abogado.
Retrato de Magda Donato junto a imágenes de trabajadoras en su reportaje de 'Cómo vive la mujer en Cataluña'. en Estampa
Al comenzar la República, Magda Donato comenzó a trabajar para la empresa editora del diario Ahora, propietaria también de la revista Estampa. Fue en estos medios donde brilló a gran altura su gran sentido periodístico. Para Estampa hizo una serie de reportajes con el título ‘Cómo vive la mujer en España’. Se trata de un recorrido por la geografía española retratando la vida de las mujeres trabajadoras en las distintas regiones. En el que hizo referido a Cataluña podemos ver un retrato suyo junto a imágenes de mujeres de distintos sectores laborales.
En 1932 comenzó sus extraordinarios ‘reportajes vividos’ en las páginas del diario Ahora, uno de los grandes rotativos del periodo republicano. Era un periodismo pionero en España que tuvo una enorme repercusión. Por primera vez alguien se metía en lugares marginales, aquellos que la sociedad no quería ver, para contar lo que pasaba dentro y hacer visible la vida de la gente más infeliz.
El primero de estos reportajes tuvo como escenario el manicomio de mujeres. Fingiéndose perturbada, Magda Donato consiguió un certificado médico de enajenación mental para poder acceder al sanatorio para mujeres dementes. Allí estuvo recluida un mes bajo vigilancia y siguiendo un régimen de curación.
El domingo 3 de abril de 1932 el diario Ahora dedicó su portada a una fotografía robada del patio del sanatorio en la hora de la comida de las internas. Con el título ‘Un mes entre las locas’, el reportaje ocupaba ese día nada menos que seis páginas, y siguió publicándose en diferentes días del mes de abril.
Portada del diario Ahora del patio del sanatorio para mujeres dementes en la hora de la comida
Este es un párrafo del reportaje:
¿Quién no tiene su pequeña manía? Doña Bernardita tiene la de jugar con muñecas; doña Lucia, la de coleccionar periódicos; doña Jacoba, la de medir todos los días su tiesto de albahaca con una pajita, y doña Remedios, la de apoderarse de todo lo que puede. Yo tengo la manía de hacer fotografías. Desgraciadamente, me encuentro con que esta manía es más difícil de satisfacer, pues, según se me advierte, está rigurosamente prohibido retratar a las enfermas…También tengo la manía de las labores, y no como doña Juanita, que se entretiene todo el día en hacer jerseys que deshace en cuanto los acaba. No; yo lo que hago es bordar almohadones…cubriendo el aparato fotográfico, que saco de vez en cuando, aprovechando cualquier descuido de vigilancia, para "disparar" como quien caza una mosca al vuelo.
En otro momento, hablando de la soledad de las personas que han perdido la razón, Magda Donato escribe:
Yo he mirado a mis compañeras sin las gafas de la ciencia y con mirada nada más—y nada menos—que humana. Y así, he adquirido la convicción de que en su desgracia les falta lo que más necesitan: comprensión.
La periodista describió las obsesiones de sus compañeras de internamiento con un respeto exquisito, sin dejar de mirarlas nunca como seres humanos infelices. Este es su retrato de Doña Petra y su infinita esperanza de salir.
Doña Petra viste con elegancia, pero sin variedad; lleva siempre el mismo traje de terciopelo negro, el mismo abrigo con cuello de piel, los mismos zapatos de charol. Es natural que no cambie de traje, porque este es el que ha de ponerse el día que la vengan a buscar para salir, y ese día es precisamente hoy... Y hoy es todos los días…
El reportaje tuvo una enorme repercusión por su novedad y su calidez humana, hasta el punto de que la periodista recibió un homenaje en una comida en el Hotel Nacional que le tributaron escritores como Valle-Inclán, Concha Espina, Elena Fortún, la actriz y directora teatral Margarita Xirgu o la diputada defensora del sufragio femenino Clara Campoamor.
También empezó ella misma a ser un personaje de la actualidad y fue entrevistada en la revista Crónica (29/5/1932). Magda Donato, que desde sus tiempos en El Imparcial escribía cuentos infantiles, mostró su candor de niña grande con esta sorprendente declaración:
— Esto sí puede usted decirlo: soy una mujer tonta. ¿Se ríe usted? Pues dígalo, sin vacilación y sin miedo. Soy tonta... Soy enérgica, tonta y feliz. A veces me dan ganas de salir gritándolo a la calle, de decir a todo el mundo: «¡Eh, señor! ¿Me ve usted? ¡Pues soy una mujer feliz, absolutamente feliz!...» Y es que yo creo que la felicidad está en nosotros mismos, más que en la vida externa, más que en las ajenas circunstancias.
El siguiente de sus ‘reportajes vividos’ lo hizo entre adivinos, echadoras de cartas, astrólogos y gente dedicada a la magia y al mundo del misterio. Ocultando su personalidad (cambió de peinado y hablaba con fuerte acento francés), Magda se colocó como secretaria de un célebre adivino indio con domicilio en un barrio aristocrático de Madrid, cerca de la Castellana. En la portada de Ahora del 26 de junio de 1932 la podemos ver junto a este mago escrutador del porvenir, de nombre Nayan Rai.
El adivino indio Nayan Rai. Portada de Ahora
Cuando no atiende a su exclusiva y adinerada clientela, el adivino indio hace predicciones políticas a su secretaria. Le dice que no hay de que preocuparse porque la República perdurará hasta 1992 y que a partir de entonces:
Ya no habrá República española, ni francesa ni ninguna república, ni ninguna monarquía; entonces sí que ya no habrá más que comunismo en todo el mundo.
Otra de sus excitantes y teatrales entregas estuvo dedicada al trabajo en una clínica de cirugía estética, donde la periodista se hizo pasar por enfermera y contó las operaciones a que se sometían las mujeres para no parecer viejas ni feas. Pero con el siguiente reportaje volvió a los ambientes marginales. Hizo que la encarcelaran para poder vivir la experiencia como reclusa en la cárcel de mujeres. Para ello, con nombre supuesto, buscó una compinche y simuló que ésta la insultó y la pegó. Hubo juicio y, como se negó a pagar la multa, el juez ordenó su ingreso en prisión por una semana.
El reportaje se publicó durante varios días y, como dato curioso, como había lectores que no creían que se había producido ese juicio ni que Magda hubiera hecho la vida común de las reclusas, el diario Ahora anunció que pagaría 5000 pesetas a quien pudiera demostrar que todo era falso.
En estas fotografías la podemos ver compartiendo el rancho con el resto de las internas en la cárcel.
La periodista en la cárcel compartiendo la vida con las reclusas como una más.
Como conclusión personal de su experiencia, escribió:
No, no son los que están condenados a tantos o cuantos años de cárcel los que más sufren por la falta de libertad. Los que más sufren son los que no están condenados todavía; los que no saben a cuánto se les condenará; los que no saben cuándo se les condenará; los que no saben si se les condenará. Los que más sufren son los que están "en preventiva"; esa es la mayor, la más cruel, la menos imaginable de las torturas y, sin embargo—¡oh, ironía!—es la única que se inflige por igual a los culpables y a los inocentes.
Magda Donato, en el patio de la cárcel, con Josefa Paredes
Su relato lo terminó con una carta dirigida al ministro de Justicia en la que le pide que se acabe con la lentitud de los procesos y se ponga límite temporal a la prisión preventiva, porque puede ocurrir que haya personas inocentes encerradas y tengan que soportar durante mucho tiempo esa humillación. Y concluye así su carta:
¡Justicia rápida, señor ministro de Justicia de la República española! Porque la justicia que no es rápida no puede ser justa.
Sus siguientes reportajes Magda los dedicó a contar la explotación que sufrían las muchachas que buscaban trabajo y a relatar cómo se pasaba el día en ‘la cola de los hambrientos’ o ‘lugares donde comen los que no tienen que comer’.
Tanta popularidad alcanzaban ya estos reportajes que la periodista fue invitada en el verano de 1934 por la Unión Radio de Madrid para que a través de las ondas ofreciera pormenores de su experiencia en los ambientes que frecuentaba.
Magda Donato, vestida de harapos, con una amiga mayor y su nieto mendigando por las calles de Madrid
En 1935 Magda se metió en una maternidad, un reformatorio de chicas y un albergue de mendigas. Este fue su último reportaje antes de la Guerra Civil. Junto a una amiga mayor y su nieto, se disfrazaron de harapos para parecer mendigos y se fueron a pedir limosna a la puerta de una iglesia para que las recogieran a ellas y al niño los servicios municipales y les llevaran a un albergue.
En cuatro entregas Magda contó todas las miserias de la vida en el albergue de las que había sido testigo en los días que pasó allí. Entre otras cosas, comenta un rumor que surgió tanto en el pabellón de hombres como en el de mujeres, el rumor de que los iban a bañar a todos:
Nosotras, claro que no; después de todo, es posible que algún día, más adelante, se implante esta novedad de bañar a las albergadas; pero, de momento, el temor es infundado. Para que se realizara harían falta muchas cosas; haría falta que hubiera ropa que darles, porque no valdría la pena de bañarse para volver a vestir los mismos harapos de antes; y, además, porque muchos de estos harapos, ya desprovistos de forma, ni siquiera sería posible volvérselos a poner. En fin, también haría falta que funcionasen los baños; de momento, no funcionan ni los lavabos.
Al comenzar la guerra, Magda viajó al frente para hacer reportajes de la vida en las trincheras de los soldados republicanos. Terminado el conflicto, ella y su hermana tuvieron que exiliarse. Ambas terminaron su vida en México.
Magda se exilió con quien había sido su pareja de toda la vida, el dibujante y escenógrafo Salvador Bartolozzi. En España ambos habían colaborado en la creación de cuentos infantiles y en el Teatro Pinocho, en el que los personajes de papel cobraron vida, primero como marionetas y luego como actores de carne y hueso.
En México, donde murió en 1966, Magda trabajó sobre todo como actriz. Era algo que le resultaba familiar pues en su brillante carrera como periodista disfrazarse para fingir ser otra persona lo había hecho en numerosas ocasiones. Su talento como actriz le sirvió para dar vida a un nuevo género de reportajes que son un destacado hito en la historia del periodismo español.
Muchas gracias por redactar este artículo. Es interesantísimo y altamente divulgativo. ¡Enhorabuena Antonio!