La generación oculta
#Inspiradoras2017
Quizá los nombres de Rosa Chacel, Ernestina de Champourcín, Marga Gil Roësset, María Teresa León, María Zambrano, Josefina de la Torre, Maruja Mallo, Margarita Manso, Ángeles Santos, Remedios Varo y Concha Méndez, por sí solos, no digan nada. Sin embargo, es más que probable que a sus coetáneos varones se los identifique simplemente con el apellido: Lorca, Alberti, Salinas, Guillén, Aleixandre, Alonso, Cernuda.
Rosa Chacel y Maruja Mallo en el reportaje Las mujeres en el arte de la revista Estampa (24.03.1934)
Ellas fueron mujeres en un mundo de hombres que, además de dar a luz una extensa obra cultural, desafiaron las estrictas normas sociales de la España de los años 30. Pero su popularidad no es como la de sus colegas masculinos, asociados de manera incontestable a la denominada Generación del 27.
La historia la cuentan los hombres y el silencio se ha utilizado siempre como eficaz arma contra un género que, históricamente, ha permanecido en la sombra. Generalmente, sólo se habla de ellos, pero si nos referimos a la cultura, es craso error no mencionar a las Sinsombrero.
Juntas constituyeron un grupo de jóvenes pensadoras, poetas, pintoras, novelistas, escultoras, ilustradoras, actrices, filósofas… que, con su trabajo y su talento, luchó por los derechos y reconocimientos de la mujer en los años 20 y 30, bajo el yugo del machismo, convirtiéndose así en las figuras femeninas de la Generación del 27. Se codearon con los personajes más cultos del primer tercio del siglo XX: Buñuel, Dalí, Juan Ramón Jiménez, Altolaguirre, Gerardo Diego, Neruda… y fueron parte activa de la vida intelectual y cultural de la época.
Las Sinsombrero irrumpieron en el panorama artístico y académico de una España que las había condenado al olvido y a la mediocridad. No sólo tuvieron que abrirse paso en el ámbito laboral con más dificultad que sus colegas varones, sino que tuvieron que demostrar también, día a día, su valía como personas y estudiosas de la época. Fueron artistas polifacéticas, transgresoras, valientes y autodidactas, que consiguieron cotas de libertad impensables para otras mujeres de su época. Su conciencia femenina combatió a las mentes estancadas que las oprimían sin más argumento que las machistas imposiciones sociales que dictaban las normas.
El nombre de este grupo surgió a raíz de que Maruja Mallo, Margarita Manso, Salvador Dalí y Federico García Lorca decidieran quitarse el sombrero, icono por aquel entonces del alto estatus, para pasar por la Puerta del Sol, y fuesen apedreados por ello.
Es ostensible que entre los hombres y mujeres de la Generación del 27 existió una estrecha relación y que no había diferencias a la hora de medir su talento, pero ellos nunca las reivindicaron ni tomaron parte en su defensa ante una sociedad oscura, que les daba la espalda y no tenía intención de avanzar.
Con la irrupción de la Guerra Civil el curso cultural de este nutrido grupo se truncó, lo que supuso el fin de su creatividad y su libertad. En muchos casos, su condición de mujeres las condenó al exilio literal y, en todos ellos, al exilio de la vida intelectual y cultural. Sus voces fueron acalladas y su país nunca volvió a hablar de ellas. Mientras que sus colegas masculinos fueron ensalzados al llegar la democracia, el recuerdo de ellas fue borrado del relato. Aún hoy, en la literatura que se imparte en los institutos de nuestro país, aparecen más de 200 autores y prácticamente ninguna autora. La historia, sin ellas, no se está enseñando entera.
Reportaje sobre Marga Gil Roësset en la revista La Esfera (17.08.1929)
Innegablemente, estas mujeres cuasi anónimas forman parte de nuestra cultura y su legado tiene un hueco en la Biblioteca Nacional. A pesar del rechazo social y de conformar una generación desaparecida, gran parte de su obra, considerada en la mayoría de los casos de más calidad que la de sus contemporáneos, ha llegado hasta nuestros días.
Es momento de rescatar del olvido a estas féminas, importantes e influyentes en la historia cultural hasta el punto de constituir la generación de oro de las mujeres españolas, y reivindicar su lugar.
A pesar de haber sido obviadas y relegadas a un segundo plano, olvidadas en los libros de texto y en las clases universitarias, y a pesar de no contar con el reconocimiento que merecen en la historia, estas mujeres existieron y representan el adalid de la fortaleza femenina, tan necesaria aún a día de hoy.
Mara Jarones
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La hemeroteca es imprescindible para ir llenando las muchas lagunas que ha dejado la pérdida de archivos durante la Guerra Civil, Importantísima sobre todo en el caso de las mujeres. Gracias por esta entrada de blog.