Gracias por mostramos de nuevo que no lo tuvimos tan fácil: el acceso a la educación de la mujer, media y superior, y por supuesto el acceso a la lectura... Ya en 1929 Virginia Woolf en su obra "Una habitación propia", nos contaba: "Pero me encontraba ya ante la puerta que conduce a la biblioteca misma. Sin duda la abrí, pues instantáneamente surgió, como un ángel guardián, cortándome el paso con un revoloteo de ropajes negros en lugar de alas blancas, un caballero disgustado, plateado, amable, que en voz queda sintió comunicarme, haciéndome señal de retroceder, que no se admite a las señoras en la biblioteca más que acompañadas de un «fellow» o provistas de una carta de presentación".
Gracias por mostramos de nuevo que no lo tuvimos tan fácil: el acceso a la educación de la mujer, media y superior, y por supuesto el acceso a la lectura... Ya en 1929 Virginia Woolf en su obra "Una habitación propia", nos contaba: "Pero me encontraba ya ante la puerta que conduce a la biblioteca misma. Sin duda la abrí, pues instantáneamente surgió, como un ángel guardián, cortándome el paso con un revoloteo de ropajes negros en lugar de alas blancas, un caballero disgustado, plateado, amable, que en voz queda sintió comunicarme, haciéndome señal de retroceder, que no se admite a las señoras en la biblioteca más que acompañadas de un «fellow» o provistas de una carta de presentación".