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¡Al ladrón!

¡Al ladrón!
17 de Mayo de 2012

La mejor noticia es que en los 300 años de historia de la Biblioteca no ha habido muchos robos. El de 1930, además, sacó a la luz muchos problemas organizativos que se solucionaron y contribuyeron a crear la BNE tal como hoy la conocemos.

La noticia salió a la luz el 17 de abril de 1930. El Heraldo de Madrid titulaba “En la Biblioteca Nacional fueron sustraídos unos grabados de Rembrandt, Durero y Lucas, que ahora están en Berlín” (los grabados, no los autores). Aprovechaba, además, para lanzar una puyita a la censura, como veis:

Heraldo de Madrid, 17/04/1930

La noticia se conocía ya en diciembre del año anterior pero la censura obligó a quitarla de todas las portadas. Durante este período de silencio se interrogó a varios sospechosos (aprovecha el diario madrileño para denunciar su situación de incomunicación: no dan puntada sin hilo) pero no había forma de resolver el misterio.

Cinco meses después, cuando apareció la noticia, ya estaba detenido el culpable y la censura permitió hablar del asunto. Y la información se dio según los usos de la época, es decir, con poco respeto a la intimidad. Se conoce el nombre completo del autor del robo, así como su dirección y la de su amante. ¿Tampoco podéis resistir la intriga?

Las pesquisas policiales llevaron a Antonio López Santos, trabajador de la Biblioteca. Conocía de sobra el valor de los documentos que sustraía y pudo acceder a ellos gracias a su puesto de trabajo en una época, además, en la que el control de entrada y salida no era como el actual: era casi inexistente.

López lo tenía todo listo para marcharse a Berlín y vender los grabados en el mercado negro, aunque no era precisamente un as del crimen organizado. Las obras estaban guardadas de aquella manera en la casa (General Díaz Porlier, 10) de su amante, María Magdalena Díaz (soltera, 41 años, natural de Oviedo), junto a algunos documentos incriminatorios.

La Voz, 17/04/1930

El día de su detención acudió al Banco Alemán Transatlántico a cobrar un cheque de 53.000 pesetas. Sabiéndose vigilado, salió de la sucursal antes de hacerlo. Al volver a la casa de su amante fue detenido en la misma puerta del ascensor. El ladrón declaró que todos aquellos libros eran suyos, aunque tenían el sello de la BNE y fueron reconocidos como tales por el Segundo Jefe de la Biblioteca, Álvaro Gil Albacete. Con la coartada por los suelos, Antonio López ingresó en la Cárcel Modelo de Madrid.

Ante el juez declaró también María Magdalena, quien afirmó desconocer la procedencia de los libros y aseguró que las 53.000 pesetas eran suyas. Su historia debió de ser convincente, pues quedó en libertad, al contrario que su amante.

Esta noticia tuvo un gran revuelo mediático. Aunque se recuperaron todas las obras robadas (unas en casa de María Magdalena, otras en Berlín), el Director, Rodríguez Marín, presentó su dimisión al poco tiempo. Fue sustituido por Miguel Artigas (hasta entonces Director de la Biblioteca Menéndez Pelayo, de Santander), cuyo trabajo en la Biblioteca ayudó a que hoy sea una de las instituciones culturales más importantes de España.

Heraldo de Madrid 16/05/1930

Con Artigas se creó el Real Patronato de la BNE, para la “organización, enriquecimiento y defensa del desvalido y caótico palacio” (Heraldo de Madrid, 16 de mayo de 1930). Se hizo además una profunda reforma del edificio: se restauraron las cubiertas de cristal, se mejoró la calefacción, se cubrieron las conducciones eléctricas, se instaló el teléfono, se abrieron ventanales en el Salón de lectura, se protegió el edificio contra incendios, se mejoró la seguridad de los libros, especialmente los incunables y raros, y se abrieron nuevas salas especializadas, como la de Revistas y la de Exposiciones.

La Biblioteca no solo mejoró físicamente, también mejoró su servicio a los usuarios. Más horas de apertura, distintos tipos de carnés según la tipología de usuarios y pequeños detalles como instalar una sección de libre acceso o permitir la consulta de más de un documento a la vez hicieron la vida más fácil a los usuarios.

Para los curiosos, la lista completa de documentos robados por Antonio López se encuentra en este ejemplar de El Imparcial.

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