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Adquisición de la biblioteca de Agustín Durán
“Cierto que yo aprendí a leer en el Romancero general que compiló mi buen tío D. Agustín Durán…”, afirma Antonio Machado en el prólogo a Campos de Castilla, publicado en 1917 por la editorial Calleja dentro de sus Páginas escogidas. Efectivamente, el que sería director de la Biblioteca Nacional entre 1854 y 1861, aunque no tío directo de los Machado, sí lo era de su abuela paterna, Cipriana Álvarez Durán.
Tal vez a los habituales de la Biblioteca Nacional, o a los propios bibliotecarios que trabajan en ella, esta faceta de recolector de nuestra poesía popular no les resulte tan familiar como la de estudioso y coleccionista del teatro clásico español, asociada a la figura de Agustín Durán y manifiesta en la importantísima colección de comedias (entre otras obras) que se custodia en nuestros depósitos y que fue comprada por el Gobierno a su viuda tal día como hoy, un 27 de junio de 1863, por diez mil reales. La adquisición enfrentó a la Biblioteca Nacional con la Real Academia de la Lengua, de la que Durán era miembro.
Catálogo de las comedias de la colección de A. Durán
Sin embargo, Agustín Durán, aparte de ser uno de los críticos más importantes del siglo XIX e impulsor del romanticismo español, cultivó a lo largo de su vida su pasión por la poesía popular española, plasmada en la publicación de la Colección de romances castellanos anteriores al siglo XVIII, cuyos cinco tomos aparecieron entre 1829 y 1832. Las notas críticas, la selección de fuentes y el rigor literario en general aumentaron a medida que se fueron publicando todos los volúmenes: Romancero de romances moriscos, Romancero de romances doctrinales, amatorios, festivos, jocosos, satíricos y burlescos, Cancionero y romancero de coplas y canciones y los dos tomos del Romancero caballeresco. La obra tuvo un enorme éxito y Agustín Durán continuó recopilando romances hasta sacar a la luz una nueva obra que ampliaba el número de composiciones de la anterior y que sigue siendo una fuente imprescindible para el estudio de la poesía popular: el Romancero General (1849-1851). Aun así, su labor erudita fue desprestigiada por autores como Rodríguez Marín, que lo calificó como “escasísimo de conocimientos y de alcances”, aunque Menéndez Pelayo disculpó sus fallos al destacar su labor de pionero en un terreno no estudiado hasta entonces y en el que obtuvo magníficos resultados guiado “por la fuerza de su maravilloso instinto”.
La faceta que quizá conozca más el usuario de la Biblioteca, por las numerosas comedias, impresas y manuscritas, que llevan su sello y que constituyen una buena parte de nuestra colección, es la de estudioso y coleccionista del teatro clásico, afición que comenzó a fomentar durante su estancia en Sevilla, donde estudió Leyes en su Universidad. Parece ser que estuvo trabajando en una historia del teatro que nunca llegó a publicarse, aunque su contribución más importante en ese ámbito fue el Discurso sobre el influjo que ha tenido la crítica moderna en la decadencia del teatro antiguo español, y sobre el modo con que debe ser considerado para juzgar convenientemente de su mérito peculiar (Madrid: Imprenta de Ortega y Compañía, 1828). En él, y como puede deducirse del título, Agustín Durán, basándose en las teorías románticas del momento, reivindica el teatro del siglo XVII y rechaza el desprestigio de quienes lo juzgan aplicando cánones clasicistas.
Retrato de A. Durán, por Suárez Llanos
Un proyecto posterior, que abandonó por su escasa aceptación, fue la publicación de obras teatrales bajo el título de Talía española o Colección de dramas del antiguo teatro español en 1834, del que solo vio la luz el primer volumen. Anteriormente había publicado la Colección general de comedias escogidas del teatro antiguo español, con el examen crítico de cada una de ellas en 1828. Ante el fracaso de Talía…, Hartzenbusch le pidió que colaborara con él en la Biblioteca de Autores Españoles, cosa que hizo en el volumen dedicado a Tirso de Molina: Comedias escogidas de Fray Gabriel Téllez (el maestro Tirso de Molina) (Madrid: Rivadeneyra, 1848).
La colección dramática de Agustín Durán, junto con las de otros autores como Böhl de Faber, La Barrera o Gayangos, contribuyó, como señala Manuel Sánchez Mariana, al “salvamento y difusión de piezas fundamentales de la literatura dramática española, y de hecho estas colecciones, junto con la ducal de Osuna, constituyen la base del inmenso tesoro de teatro antiguo español conservado en la Biblioteca Nacional”. La de Agustín Durán había alcanzado las 2500 piezas en 1823 y sirvió de referencia a todos los estudiosos del teatro. Cuando ingresó en la Biblioteca, contaba con 1786 volúmenes impresos y 1283 manuscritos.
De extraordinaria importancia son los índices manuscritos que el propio Durán elaboró, algunos de ellos recogidos por Cayetano Alberto de La Barrera en su Catálogo bibliográfico y biográfico del teatro antiguo español (Madrid, 1860). Son extractos de índices de teatro, noticias de comedias sueltas y relaciones de las obras de su propia biblioteca, que dan muestra de la sólida base bibliográfica de su colección.
Durán fue nombrado Director de la Biblioteca Nacional en 1854. Ya había trabajado en ella anteriormente, época en la que fue acusado por Bartolomé José Gallardo (antes su maestro y amigo) de haber robado numerosas obras de la entonces Biblioteca Real, dentro de la numerosa serie de insultos que aquel le dedicó a raíz, parece ser, de la elección de Durán para el puesto en la Biblioteca, al que Gallardo también aspiraba.
Como director de la institución fue el redactor, en 1857, de la primera memoria oficial, impuesta por el Reglamento de 7 de enero de 1857. Según este, la biblioteca debía remitir cada año al gobierno, a finales de diciembre, una “memoria expositiva del estado en que se halle la biblioteca, de las adquisiciones y trabajos hechos durante el año, variaciones del personal y mejoras que se necesitaren, con un resumen, por último, del movimiento científico y literario de España comparado con el de otros países”. Así comenzó una serie que fue publicándose (algunas permanecieron inéditas) anualmente y que resulta de extraordinaria utilidad como fuente de información sobre distintos aspectos de la Biblioteca.
Es en una de ellas, la redactada por Hartzenbusch en 1865, en la que figura el “inventario de la librería que fue del excelentísimo señor don Agustín Durán, comprada por el gobierno de S.M. con destino a la Biblioteca Nacional en virtud de Real Orden fecha en 27 de junio de 1863”, con la siguiente nota al pie: “el índice rigurosamente bibliográfico de esta librería no está formado aún, porque todavía no se ha podido proporcionar en la Biblioteca Nacional lugar donde sean convenientemente colocados todos los libros que fueron del señor Durán”. El mismo Hartzenbusch había denunciado en otras ocasiones los problemas de espacio y la escasez de personal, lo que probablemente hiciera que los trabajos necesarios para dotar a la colección de un lugar específico no se llevaran a cabo y que los libros acabaran mezclados con el resto de la colección.
La biblioteca estaba formada en su conjunto por 3700 volúmenes, de los que destaca la numerosa colección de obras dramáticas, con las partes de comedias de Lope, las colecciones de diversos autores, comedias sueltas y entremeses, así como obras de Torres Naharro, Lope de Rueda, Timoneda, Cervantes, Guillén de Castro, etc. Además, numerosas comedias manuscritas, entre las que se encuentran autógrafos de Lope, Vélez de Guevara, Calderón o Fernández de Moratín. Y, por supuesto, obras de otros géneros, entre ellos los diversos romanceros que él mismo había compilado.
Ante esta colección, puede afirmarse, con Sánchez Mariana, que “Durán fue el mayor coleccionista de teatro español que ha existido, y tanto la Sección de Teatro como la colección dramática de la Sección de Manuscritos se han nutrido básicamente de ella”. En la Sala Cervantes está a disposición de todos los investigadores que la quieran consultar.