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La Lotería Nacional y la BNE
Portada de un ejemplar de La Smorfia
Cierto es que el título que encabeza estas líneas puede semejar una de esas relaciones alambicadas que ligan gimnasia y magnesia o velocidad y tocino, ¡por no hablar de las témporas! Tampoco es cuestión de obcecarse en su pertinencia, pero, puestos a buscarla, qué duda cabe, la encontramos. Vamos allá.
Periplo por Úbeda, sus cerros y algunas posesiones de ultramar:
Como es bien sabido, La BNE fue fundada siguiendo modelos franceses en 1711 por Felipe V el Animoso, un príncipe de ese origen que sería el primer borbón del trono español. Por su parte, la lotería y otras tradiciones partenopeas como los belenes o presepi, fueron transplantadas a nuestro suelo patrio desde Nápoles por un hijo de Felipe V, Carlos III, madrileño de nacimiento, francés por vía de padre, parmesano por parte de madre y napolitano de adopción.
Papeleta del Archivio di Stato de Roma con las extracciones de 9 de noviembre de 1805
Si la Librería Real Pública de Felipe V se sostuvo durante años con cargo a los impuestos de los naipes y el tabaco, también el juego de estado o lotería tuvo desde sus orígenes una utilidad pública: la beneficencia. En la tierra de Polichinela, una parte de las ganancias del juego del lotto o lotería tradicional se destinaban a proporcionar su dote a cinco jóvenes solteras (zitelle) sin recursos. Así, en cada sorteo entraba la suerte de tantas doncellas huérfanas, como números tenía el juego del lotto o delle zitelle, llamado también della beneficiata. La superstición napolitana no se contentó sólo con asociar números a cada una de las doncellas. La Smorfia,o cabalístico libro de los sueños, relaciona una figura con cada uno de los noventa números del lotto, de forma que el jugador confia su fortuna y haberes a los números correspondientes a las figuras que se le han aparecido entre sueños o a los los hechos que han marcado la crónica de sucesos, la vida política, o su propia vida familiar durante el último año. Veamos un ejemplo tomado de Internet: si en el sueño la Virgen tomaba café con un pájaro tocado con sombrero, los números de la suerte serán el 8, 35, 42, 54. y, por supuesto, en estos tiempos modernos ya hay aplicaciones de este antiquísimo sistema de adivinación para todo tipo de dispositivos móviles y la mayoría de las páginas de juego por Internet incorporan la posibilidad de traducir a números las imágenes o sucesos que el jugador desee.
Podría darse también el caso de que La Smorfia no atinara del todo o de que no supiera uno interpretar bien los hechos que ha tenido ante sus propios ojos -abiertos en la vigilia o entrecerrados por el sueño: el último recurso eran entonces locos, curas y niños. Sólo ellos podían adivinar, como oráculos, los números que serían agraciados en la extracción de la lotería. Y de ahí la expresión italiana "dare i numeri", usada para decir que alguien no está en sus cabales y que nada tiene que ver con la española, "montar un número".
Y hasta aquí, parece que nos hemos alejado más de la cuenta de la BNE, pero para eso ya nos cuidamos mucho al comienzo de advertir que esta relación podía parecer traída por los pelos. Retomemos.
La BNE y la lotería moderna:
En efecto, hay dos sistemas bien diferentes de lotería, el sistema tradicional ya descrito, que en España conocemos como loto o primitiva, cuyo primer sorteo se celebró el 10 de diciembre de 1763, (así lo describe El Censor) y una lotería moderna o de billetes, aprobada por las Cortes de Cádiz el 23 de noviembre de 1811. La loto, por oposición a esta nueva lotería, la 'moderna', nacida a imitación de la instituida, también por Carlos III, en Nueva España en 1771, tomó el nombre de “lotería primitiva”. El primer sorteo de la lotería moderna se celebró el 4 de marzo de 1812, dos semanas antes de la proclamación de nuestra primera Constitución. Circunscrita en su origen a Cádiz, la lotería de billetes fue extendiéndose a medida que retrocedían las tropas napoleónicas, para convertirse en 1814 en lotería nacional e instalarse en Madrid. Bien pronto esta lotería ganaría la partida a la primitiva, que acabó por cesar en 1862, rehabilitándose más de un siglo después, en 1985 (RD 1360/1985 de 1 de agosto) con todas las variantes que hoy conocemos: Bonoloto, Euromillones, el Gordo de la Primitiva, etc.
Casa de la Moneda y Fábrica Nacional del Sello. En 1941 empezó a emitir también los billetes de lotería
Escenas de costumbres ante las verjas de la BNE:
A lo largo de su historia, los sorteos de Lotería han tenido distintas sedes, siendo la primera de ellas la Plaza de San Ildefonso. Durante el primer tercio del siglo XX, los sorteos se celebraron en la Casa de la Moneda y Fábrica Nacional del Sello, situada en el solar actual de los Jardines del Descubrimiento. Año tras año, las vísperas del sorteo de la lotería de Navidad, se formaba ante el edificio una larga cola que a menudo llegaba al vecino de la Biblioteca. Los colistas, madrugadores,capitalistas o coleópteros, que de todas estas formas los llamaba la prensa, acampaban días y noches enteros ante el “Jareño” de la derecha, donde tenía lugar el sorteo, para vender su puesto al mejor postor: “Durante toda la noche última los alrededores de la Casa de la Moneda se hallaban pobladísimos de curiosos que habían acudido para ocupar buenos puestos, con objeto de poder presenciar el emocionante sorteo de la lotería de Navidad. Como todos los años han abundado los madrugadores, que habiendo acudido a tomar puestos muchas horas antes del sorteo, los han vendido después a precios diversos. Esta madrugada la cola de aficionados llegaba hasta la calle de Goya, ofreciendo las inmediaciones de la Casa de la Moneda abigarrado y pintoresco aspecto, con sus establecimientos portátiles de café cantante […] y un puesto de churros y buñuelos completamente escarchados” (El Siglo Futuro, lunes 23 de diciembre de 1907).
"Coleópteros" arracimados en la verja de la Casa de la Moneda (Portada de ABC, 23-12-1912)
Para el sorteo de 1902, el tiempo fue piadoso con los pobres golfos, pues aunque la noche fue fría, no heló: “A esto sin duda se debe que fuese mayor que otras veces el número de capitalistas que esperaba a la puerta. El primero que llegó a la Casa de la Moneda fue El Gorritis, chico de unos doce años, que estaba allí desde las nueve y media de la noche última. Vendió su puesto en once reales. Los otros puestos se han cotizado a cinco y seis reales. La cola llegaba a las siete de la mañana hasta la primera puerta de la Biblioteca Nacional, predominando el elemento femenino y no faltando los diálogos de costumbre […]:
-¡A ver esos de la retaguardia si no arrempujan, que hay aquí una probe mujer con dos críos y los van a convertir en emparedaos…
-¿Y quién la manda venir a estas cosas con calderilla? A los niños se les deja en casa, dedicados a la lactancia”.
Los diálogos, cargados de gracejo popular, prosiguen de esta guisa (La Época, 23 de diciembre de 1902).
No faltaba tampoco la caridad vecinal con los colistas, así en 1915 “Los vecinos del barrio de Salamanca continuaron enviándoles donativos en especie. Un tabernero de la calle de Juanelo les mandó tres pellejos de vino y buena cantidad de panecillos. Los empleados de la Biblioteca Nacional les obsequiaron esta mañana con cafés y medias tostadas” (La Época , martes 21 de diciembre de 1915).
Uno de los primeros carnés de lector de la Biblioteca Nacional. 1932
Tan tradicional fue esta cola en las inmediaciones de la Biblioteca, que el sarcástico redactor de Gracia y Justicia parangonó con ella las que se formaron en su entrada en 1931, para obtener la recién instaurada “tarjeta de lector”, vulgo, “carné”.: "El lunes pasado, primer día señalado para la entrega de tarjetas, nos encaminamos bien de mañana hacia el Palacio de Bibliotecas y Museos por la calle de Alcalà, sin Zamora. Apenas pisamos el Paseo de Recoletos vimos un espectáculo grandioso que antes sólo se ofrecía en la Casa de la Moneda en vísperas del sorteo de Navidad"...
La BNE en los billetes de la lotería nacional
Desde los años 60 los billetes, como los sellos, se ilustran con temas monográficos a propósito de manifestaciones artísticas, culturales, etc. que hacen del décimo un extraordinario instrumento de difusión cultural. El edificio y las colecciones de la BNE han protagonizado ya varios de ellos, coincidiendo, especialmente con años de conmemoraciones históricas de la institución, tales como su todavía reciente tricentenario. varios de ellos se exponen en el Museo de la BNE.
Usos loteros en la BNE:
Décimo de sorteo de lotería dedicado a la Biblioteca Nacional.
Como cualquier otro centro de trabajo que se precie de antiguo y con una plantilla más o menos numerosa, la Biblioteca Nacional tiene sus propias tradiciones, entre las cuales las loteras, concentradas especialmente en la Navidad. Hay tradiciones que tienden a desaparecer, pero la lotería resiste aún incólume el paso de los tiempos y los envites de la crisis. Desde siempre en la BNE, casi como en nuestra guerra civil donde existieron diferentes loterías patrióticas o en Italia, donde hay diez juegos de lotería provinciales y uno nacional (‘le ruote del lotto’), no hay un sólo número de lotería y se juegan casi tantos como secciones, salas, servicios, departamentos, etc.
Décimo de sorteo de lotería dedicado a la Biblioteca Nacional.
Pero si hay unos más populares que otros de participación casi obligada, esos han sido siempre el de Cafetería, los de los sindicatos y el de Hemeroteca, que dicha unidad hace público en los tablones de anuncios, de forma que los interesadoa puedan pasarse por una cercana administración en que se reserva todos los años. Semejante atomización del “número” obliga al intercambio de minúsculas participaciones y a los más derrochones a pequeños dispendios, por aquello de que "no le vaya a tocar al de al lado y yo me quede a verlas venir”. La suerte está echada. Que los niños de San Ildefonso la repartan y dejen algún pellizco en el Palacio de Recoletos. Queda por saber en qué número…
G.H.C. Servicio de Museo
Más información:
http://www.abc.es/loteria-de-navidad/historia.html
AECLOT (Asociación Española de Coleccionistas de Lotería): Historia de la lotería
Macry, Paolo: Giocare la vita: storia del lotto a Napoli tra Sette e Ottocento. Roma : Donzelli, 1997.