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Una primera aproximación al fondo de Miguel Manzano
La Biblioteca Nacional de España recibió como donativo en el año 2016 el archivo musical del etnomusicólogo Miguel Manzano, un fondo principalmente sonoro formado por 425 casetes y 25 cintas abiertas que el investigador elaboró y recopiló a lo largo de su dilatada carrera, y cuyo valor tanto musical como etnográfico es incalculable. El contenido del mismo está compuesto, principalmente, por los materiales recogidos durante el trabajo de campo que realizó entre los años 1972 y 1996 aproximadamente, y que posteriormente adquirirían mayor difusión mediante la publicación de los cancioneros populares de las provincias de Zamora, León y Burgos [1]. Aunque el fondo contiene transcripciones musicales y textuales de numerosas canciones, cabe destacar el abundante material sonoro que nos ofrece, ca.900 horas de grabaciones de cantos populares recogidos en las tres provincias anteriormente citadas, así como multitud de entrevistas a diversos informantes que nos ayudan a situar cada canto en su contexto sociocultural.
Como responsable de la catalogación del fondo Miguel Manzano, empecé mi labor documental centrándome en los archivos sonoros. En ellos descubrí una inmensa variedad de cantos propios del folklore del área estudiada: canciones de ronda, cantos de boda, canciones de cuna o música para el ciclo navideño (principalmente villancicos), entre otros muchos ejemplos. Otro tipo muy abundante es la música que se cantaba durante la Semana Santa, cantos de iglesia, Vía Crucis y misas, algunas aún cantadas en latín, que manifiestan una cierta resistencia ante las innovaciones conciliares. También existen numerosas muestras de canciones de trabajo, cuya función era tratar de hacer más llevadera la pesada carga de las tareas agrícolas: canciones de siega, de arar, de majar y moler, así como de ir a recoger agua.
Entre la heterogeneidad de cantos que integran la colección de Miguel Manzano, me detendré en un género muy concreto como es el romance, del que podemos encontrar numerosos ejemplos. Los romances, y más concretamente los romances de ciego, constituyen un género muy extendido que gozó de una amplia vigencia social. Muestra de ello son, no solamente las cuantiosas muestras recogidas, sino también, las diversas versiones que encontramos de algunos de los más populares, como el Romance de Gerineldo o el Romance de La Peregrina. Los romances de ciego son composiciones literario-musicales sobre temáticas tanto profanas como religiosas que eran transmitidas por los ciegos profesionales, al parecer, desde el siglo XIV hasta el primer tercio del siglo XX [2]. En sus inicios, la temática era de carácter caballeresco y novelesco, a la vez que también narraban acontecimientos bélicos y victorias en batallas históricas. Con el paso del tiempo, aumentan las historias sobre la vida de los santos y milagros increíbles. También destacan proverbios, chistes e historias jocosas y burlescas y, más recientemente, encontramos romances que narran crímenes y sucesos relevantes de la época.
Por este motivo, los ciegos adquirieron gran relevancia social ya que se alzaron como agentes transmisores y difusores de información de todo tipo. Sus relatos se transmitían por dos vías: mediante los mecanismos propios de la transmisión oral, o a través de la venta del texto impreso mediante los conocidos como pliegos de cordel, una práctica que se hizo cada vez más frecuente a partir del siglo XVIII, y que reportaba beneficios económicos a los ciegos, los cuales vendían este tipo de literatura entre los habitantes de los distintos pueblos que visitaban. Aun así, este soporte no ofrecía la música con la que se entonaban las letras, con lo cual, era necesario escuchar las interpretaciones de los ciegos para conocer tanto la música como el texto. La mayoría de los romances se cantaban con tonadas aparentemente sencillas y fáciles de recordar que hacían más efectiva su difusión y aprendizaje entre los escuchantes.
Entre las grabaciones que realizó Miguel Manzano y que he podido analizar, un claro ejemplo es el testimonio de Manuel, el ciego del municipio zamorano de Monumenta [3]:
Miguel Manzano: ¿Y usted las coplas las mandaba imprimir?
Manuel: Sí hombre, sí
M.M: ¿En Zamora?
M: Sí, casi todas en Zamora, en Salamanca algunas, también.
M.M.: Y luego las vendía.
M: Sí hombre.
La conversación entre ambos continúa, y Manuel sigue aportándonos información valiosísima que ayuda a contextualizar y entender mejor el oficio de los ciegos profesionales de la interpretación:
M.M.: ¿Usted hasta dónde ha llegado cantando?
M.: ¡Uy! he llegado a la…, por la provincia de Valladolid, la provincia de Salamanca […] algo de la provincia de Ávila [4]. […] cuando es uno joven, no sabe uno como ganar la vida y ya después que me acostumbré… pues ganaba… hice algo de capital.
Un ejemplo de romance de ciego que encontramos en el fondo de Miguel Manzano son las coplas del Crimen del Cristo del Otero [5], cuya narración relata el crimen cometido a principios del siglo XX en la ermita del Cristo del Otero, cerca de Palencia. A continuación, les muestro un fragmento de audio grabado por Miguel Manzano en los años 70 en el municipio leonés de Adrados de Boñar, en el que podemos escuchar a Jerónimo González cantar las coplas del Crimen del Cristo del Otero:
Como se puede apreciar, el romance aporta gran cantidad de información sobre el lugar, la fecha, los hechos y los personajes involucrados en el crimen, tanto de las víctimas como de los criminales, apodos incluidos. Este lujo de detalles nos hace suponer que el relato no sería una invención completa del propio ciego, sino que podría tratarse de un hecho real, al menos en parte. Esta hipótesis vendría reforzada por el último comentario de Jerónimo González, que señalaba que siendo más joven, un compañero de trabajo le corroboró que había leído esa noticia en el periódico y que databa de 1908, como bien narra el romance. A partir de aquí, empecé una búsqueda en la hemeroteca para comprobar si los periódicos de la época se habían hecho eco de esta noticia. Y así fue. Con fecha de 20 de enero de 1908, el diario El Día nos relata lo siguiente:
“En Almazán, ha sido detenido, en un corral próximo al pueblo, […] un sujeto que dijo llamarse Santos Pollado Sanz (a) el Quinquillero, á quien venían persiguiendo […] desde la noche del 24 ó 25 de Noviembre próximo pasado, por las provincias de Valladolid y Segovia, como uno de los autores del robo y asesinato de Mariano Rey, ermitaño del Cristo del Otero, en las cercanías de Palencia, en la noche citada del 24 de Noviembre.
También la Guardia civil ha logrado detener en otra población cercana á Valladolid a Federico Sánchez Redondo (a) el Chato.
Ambos individuos, juntamente con Mariano Monzón de la Rúa, el Moraita, y Gervasio Aria Brizuela, el Chivero, detenidos recientemente, también por la Guardia civil; fueron los cuatro asesinos del ermitaño” [6].
“Los asesinos del ermitaño”. El País, 25-12-1907, p.4
Las capturas del Quinquillero y el Chato se produjeron el 14 de enero, como bien he podido corroborar entre las distintas noticias publicadas en los diferentes periódicos de la época, como El Globo o El Siglo Futuro [7]. Comprobamos, igualmente, que incluso los apodos con los que se conocía comúnmente a los criminales coinciden con los narrados en el romance. Generalmente, a los romances se les añadía cierto contenido imaginativo y rimbombante para dotarlo de mayor drama, hacerlo más atractivo y atraer a la mayor cantidad de público posible. En la grabación escuchamos varias veces estos nombres rimando perfectamente, lo que podía llevarnos a pensar que se trataba de juegos retóricos del ciego para redondear su trágica historia. Ahora sabemos que eran totalmente verdaderos. Lo mismo ocurre con el desgarrador relato del asesinato del ermitaño, Mariano Rey, que lejos de ser un artificio literario, (confirma que) su muerte fue verdaderamente desagradable. En El Correo Español, se puede leer: “[…] condujeron al ermitaño á una capilla, acribillándole a puñaladas y destrozando horriblemente su cadáver, que fue conducido á larga distancia de la ermita” [8]; o el periódico El País, el cual no escatima en detalles: “[…] y acribillando a puñaladas el cuerpo, ya muerto, de Mariano Rey, cuyo cadáver quemaron con cirios de la ermita y con el hierro candente de unos candelabros” [9].
Parece ser que tres de los fugitivos fueron ya apresados a principios de diciembre de 1907 en los alrededores de Madrid, (recordemos que el crimen fue cometido la noche del 24 al 25 de noviembre de 1907) y fueron trasladados a Plasencia para ser juzgados y encarcelados. Sin embargo, la falta de medios con los que, al parecer, disponían las autoridades, junto con ciertas dudas por parte de la comisaría de Madrid de que los sospechosos fuesen en realidad los asesinos del crimen del Cristo del Otero, permitió que finalmente éstos terminaran escapándose. Así da la noticia del traslado y huida de los capturados La Correspondencia Militar, el 24 de diciembre de 1907 [10]:
La Correspondencia Militar, 24-12-1907, p. 2
La crónica de la época no duda en señalar, no sin una evidente socarronería, la incompetencia del comisario general José Millán Astray en este asunto [11]. Este diario, junto a El País [12] citado anteriormente, completa la información y deja claro que, con posterioridad a este hecho, “[…] Mariano Monzón de la Rúa, vecino de Dueñas, y Gervasio Arias, de Palencia fueron apresados en los pinares de Coca (Segovia) […]”, pueblo que también es citado en el romance.
Es habitual que el contenido de los cantos que se transmiten de viva voz, como era el caso de los romances de ciego, sufran cambios y modificaciones con el paso del tiempo debido a los distintos mecanismos que intervienen en los canales de la transmisión oral. La pérdida de memoria de los informantes, la apropiación del relato por parte de una determinada comunidad, con modificaciones que atañen a aspectos geográficos e incluso nominales, o la utilización de recursos literarios para hacer más expresivo y atractivo el discurso son algunos de estos mecanismos que podemos encontrar con cierta frecuencia en este tipo de repertorio literario, los cuales aportan diversas versiones de un mismo hecho. Sin embargo, y como hemos podido observar a través de las crónicas periodísticas, el contenido del romance del crimen del Cristo del Otero se ciñe casi con exactitud a los hechos ocurridos. Esto puede ser debido, en parte, al poco tiempo que transcurrió entre el crimen y la primera vez que el informante de Miguel Manzano, Jerónimo González, escuchó el romance cantado por un ciego en la posada de su abuelo en 1918, cuando solamente tenía diez años (¡lo realmente increíble es que Jerónimo se acordase del texto con tanta exactitud pasados más de sesenta años!). Igualmente, y al tratarse de un suceso que, al parecer, tuvo cierta relevancia en su época, se resistiera a modificaciones significativas al estar los hechos tan presentes en la memoria colectiva de sus contemporáneos.
Como curiosidad, y a modo de coda, cabe señalar que el programa Cuarto Milenio se hizo eco del crimen del Cristo del Otero, que al parecer no fue el primer asesinato de un ermitaño que se cometió en este mismo lugar, dándonos a entender que el oficio de ermitaño en Palencia podía constituir una profesión de riesgo…
Con esta aproximación al romance del crimen del Cristo del Otero he tratado de mostrar uno de los tantísimos ejemplos literario-musicales que podemos encontrar en el fondo del profesor Miguel Manzano. Como hemos observado, el material de este fondo no solo aporta información de carácter meramente musical, sino también etnográfica, historiográfica y antropológica, ofreciendo amplias posibilidades de investigación que a la vez son complementarias.
La Biblioteca Nacional de España tiene la labor de preservar, conservar y difundir esta rica y valiosa colección sobre la música y cultura popular de una parte significativa del territorio español, recogida durante toda una vida profesional por el profesor Miguel Manzano, permitiendo a los futuros investigadores aproximarse a su legado desde diversas perspectivas como la etnomusicológica, la antropología social y cultural, estudios centrados en la etnohistoria y etnopoética, así como estudios de género. Es por ello que en 2019 se publicará el catálogo completo de todas las grabaciones, así como el resto de documentos que integran el fondo personal de Miguel Manzano. Esto solo ha sido un pequeño adelanto, para ir abriendo boca…
Anabel Martínez Hernández Becaria en el Servicio de Registros Sonoros Departamento de Música y Audiovisuales
Notas
[1] Manzano, M. (1982). Cancionero de folklore zamorano. Madrid: Alpuerto. Manzano, M. y Barja, A. (1988-1993). Cancionero leonés. León: Diputación Provincial, 3 v. (6 t.). Manzano, M. (2001-2006). Cancionero popular de Burgos. Diputación Provincial, 7 v.
[2] Reig, J. (2011). La música tradicional valenciana: una aproximació etnomusicològica. Valencia: Institut Valencià de la Música, p. 222
[3] Varios fragmentos transcritos de la cinta abierta nº 2 (cara B) de Zamora con signatura de la BNE: M.MANZANO/2
[4] Tengan en cuenta que el pueblo de Monumenta se encuentra a unos 150 km de Valladolid, a unos 80 km de Salamanca y a unos 180 km de Ávila.
[5] La transcripción musical y textual de este romance se encuentra en Manzano, M. (1991). Cancionero leonés. León: Diputación Provincial de León, p.441-443
[6] S. a. “Servicios de la guardia civil”, El Día. Madrid, 20-01-1908, p. 2
[7] S. a. “Noticias generales”, El Globo. Madrid, 17-01-1908, p. 3. S.a. “Noticias varias”, El Siglo Futuro. Madrid, 15-01-1908, p. 3
[8] Rol. “Un ermitaño asesinado”, El Correo Español. Madrid, 26-11-1907, p. 4
[9] Rodriguez. “Los asesinos del ermitaño”, El País. Madrid, 25-12-1907, p. 4
[10] S. a. “Asesinos capturados: el crimen del Cristo del Otero. Planchas de la policía. La captura”, La Correspondencia Militar. Madrid, 24-12-1907, p. 2
[11] José Millán Astray, padre de José Millán-Astray Terreros.
[12] Rodriguez. “Los asesinos del ermitaño”, El País. Madrid, 25-12-1907, p.4
Fuentes
Cancionero de León, Cinta 4, Adrados de Boñar.
Signatura BNE: M.MANZANO/29
Cancionero de Zamora, Cinta 2, Comarca de Sayago I.
Signatura BNE: M.MANZANO/2
Corresponsal. “Ermitaño asesinado”, El Liberal. Madrid, 26-11-1907, p. 1
G. “Desde Palencia: Reconciliación de la ermita del Santo Cristo del Otero”, El Siglo Futuro. Madrid, 02-04-1908, p. 2
Heredia. “Crimen sacrilegio: robo y asesinato en una ermita”, Heraldo de Madrid. Madrid, 25-11-1907, p. 3
Rodríguez. “Los asesinos del ermitaño”, El País. Madrid, 25-12-1907, p.4
Rol. “Un ermitaño asesinado”, El Correo Español. Madrid, 26-11-1907, p. 4
S. a. “Asesinato de un ermitaño”, La Correspondencia de España. Madrid, 26-11-1907, p. 3
S. a. “Asesinos capturados: el crimen del Cristo del Otero. Planchas de la policía. La captura”, La Correspondencia Militar. Madrid, 24-12-1907, p. 2
S. a. “El crimen de Otero”, El País. Madrid, 26-12-1907, p. 4
S. a. “Noticias”, La Correspondencia Militar. Madrid, 26-11-1907, p. 2
S. a. “Noticias varias”, El Siglo Futuro. Madrid, 15-01-1908, p. 3
S. a. “Noticias generales”, El Globo. Madrid, 17-01-1908, p. 3
S. a. “La pista de un crimen”, La Correspondencia de España”. Madrid, 25-12-1907, p.1
S. a. “Servicios de la guardia civil”, El Día. Madrid, 20-01-1908, p. 2