Kalendarium

La llegada de la imprenta, además de acabar convirtiendo a la aritmética en herramienta de uso universal para comerciantes y mercaderes, supuso la unificación y estandarización del diseño de los números. La imprenta también generó, por una u otra razón, un conjunto de obras donde se mezclan arte y matemáticas.
Si se comparan los diseños de las letras y las cifras en los primeros libros impresos, se puede apreciar una sutil diferencia. La diferencia es consecuencia de que el diseño tipográfico para el alfabeto es esencialmente heredero de las letras góticas medievales, mientras que las cifras, no se olvide, llevan en sus genes una constitución oriental. Uno intuye, a veces, que las cifras andan algo contritas y como apocadas, siendo que su anatomía se ha visto forzada a adecuarse a la tipología gótica de las letras. Así pues, no cabe atribuir la compostura diferente de letras y números a la impericia o torpeza de los grabadores que compusieron los primeros tipos.
Todo esto cambió conforme los maestros impresores y sus diseñadores fueron tallando juegos de tipos donde además de las letras también se incluían los números. Esto permitió una unificación, dentro de cada juego de tipos, entre el diseño alfabético y el numérico. Pero la imprenta también propició una multiplicación de los juegos tipográficos que supuso la diversidad de estilos que hoy podemos encontrar en cualquiera de los procesadores de texto que usamos en el ordenador.
Los nuevos diseños que vieron la luz en las primeras décadas de la imprenta —los de Ratdolt, Holle y muy especialmente los de Elzevir y Garamond— permitieron a las cifras ver realzada su figura, acomodada su hechura a formas más airosas y elegantes. Algunos de los diseños tipográficos que se hicieron estaban cargados de geometría, como los debidos a Durero y los que se recogen en De Divina Proportione, el libro de fray Luca Pacioli que Leonardo da Vinci ilustró con una colección de sólidos platónicos y arquimedianos dibujados como nunca antes se los había visto: en perspectiva.
El otro gran problema para la edición de textos matemáticos era la reproducción de grabados geométricos. El primero en resolver la cuestión fue el editor Ratdolt en su edición latina de los Elementos de Euclides (1482), la primera impresión de este clásico de las matemáticas que, tras la Biblia, ha sido la obra que más ediciones ha conocido.
Uno de los impresores que más se esforzó en publicar libros científicos ya fueran sobre astronomía, astrología o matemáticas fue Erhard Ratdolt. El célebre Calendarium de la serie de efemérides y predicciones de eclipses del astrónomo Regiomontano, fue publicado en 1482 —la edición de 1476 fue el primer libro con portada decorada—. En el Calendarium destacan un juego tipográfico para los números. La BNE conserva varias ediciones de esta obra, concretamente de 1482, 1489 y 1492.

Augustae : Erhardus Ratdolt