Crítica y ratificación del modelo del tercer lugar para las bibliotecas
José Pablo Gallo-León
Anuario ThinkEPI, eISSN 2564-8837, v. 13, n. 1, 2019
Se realiza una crítica y una reafirmación del modelo de biblioteca como ágora o tercer lugar, ampliamente difundido, pero no siempre aceptado tanto por parte de los usuarios como incluso de los propios bibliotecarios. Los terceros lugares son espacios necesarios para el desarrollo de la sociedad, a los que la gente acude por el puro placer de socializar.
Servicios bibliotecarios
El concepto de tercer lugar fue creado por el sociólogo estadounidense Ray Oldenburg por su neutralidad entre el espacio público y el comunitario (o que haga comunidad, “common”). Repasa el concepto tercer lugar desde su definición y aplicación por diversos autores (Harris, Lawson, etc.) y estudios de gran calado entre los profesionales del sector (Prospectiva 2020). Se afirma que la biblioteca siempre ha sido un tercer lugar, pero que las nuevas concepciones que potencian esta realidad deben tener en cuenta la multiplicidad de usos para ser fieles al concepto, afectando tanto a su forma física como a sus roles, servicios y colecciones. Para cumplir como terceros lugares, las bibliotecas deben ser a la vez públicas y cívicas, y públicas y comunitarias, transformándose en instrumentos para la creación de comunidades. Frente a ello, se expone que el origen de las críticas surge a raíz de un artículo publicado en Le monde diplomatique donde se censura este modelo y tiene mucho que ver con el inadecuado desplazamiento del usuario tradicional en busca de una reafirmación o supervivencia de la biblioteca. Incide en la idea de que los cambios nunca deben suponer la expulsión de los usuarios que ahora tenemos: no se pueden perder unos usuarios para intentar conseguir otros. En esto tiene especial incidencia el incremento de ruido en las bibliotecas que no da lugar al espacio de siempre: silencioso y tranquilo, para el trabajo individual y concentrado. El silencio es el gran problema. Se aborda la idea de la biblioteca no es solamente un espacio de estudio en silencio que favorezca a los estudiantes, impidiendo otros usos. La biblioteca es más que una sala de estudio. Finaliza el artículo con una reafirmación del modelo con la multiplicidad, la variedad y la compartimentación (provisional o fija) como elementos clave: no sólo “a cada lector su libro”, sino también “a cada usuario su espacio”. Concluye con la idea de que la biblioteca como tercer lugar es positiva para la misma, y siempre ha estado de alguna forma presente en su naturaleza. Sin embargo, ésta no supone barra libre de ruido, sino que se deben hacer compatibles usos individuales con otros de interacción. Si se combinan ambas cosas, tendremos de verdad un tercer lugar. En caso contrario se estará expulsando a una parte de sus usuarios y traicionando el espíritu de lugar para todos.
Resumen elaborado por Anabel Cortés Gracia