Bajo el signo de Capricornio: en el Bimilenario de la muerte de Augusto (19 de agosto de 14 d. C.)
ER/25 [Retratos de Emperadores Romanos] AEgidius Sadeler S.C.M. Sculp
Octavio AugustoLa crisis de gobierno de la República tardía, provocada según sus contemporáneos “por haberse distanciado en exceso de los Dioses y de las costumbres de los antepasados” (mores maiorum), y acentuada por décadas de continuas guerras civiles -entre Pompeyo y Julio César primero, y entre Marco Antonio y Octaviano después- dará lugar a un nuevo sistema político, merced al ascenso al poder unipersonal de éste último (31 a.C.), bajo el nombre de Octavio Augusto, princeps y primer emperador romano, inspirado por las monarquías helenísticas. Este nuevo sistema autocrático procurará un período considerable de paz y seguridad fronteras adentro del vasto territorio dominado por Roma. En efecto, tras el asesinato de su tío abuelo y padre adoptivo, el Divino Julio César el 44 a.C., (Divus Iluius desde 42 a.C.), Octavio, Divi filius, habrá de luchar tenazmente durante 13 años hasta alcanzar el poder.
Con la dictadura militar del II Triunvirato el poder se reparte entre Marco Antonio, Lépido y Octaviano. Tras la victoria conjunta en Filipos (Macedonia, 42 a.C.) de Marco Antonio y Octavio frente a los asesinos de Julio César -Marco Junio Bruto y Cayo Casio Longino-, los triunviros vencedores privarán de poder efectivo a Lépido, haciendo Octavio promesa de construir un templo a Marte Vengador (Mars Ultor). Cada uno de los triunviros acuñará sus propias series monetales glorificando a sus supuestos antepasados heroicos o divinos.
Tras haber vencido igualmente en la batalla naval de Nauloco (36 a.C.) al levantisco hijo menor de Pompeyo Magno -Sexto Pompeyo, que era gobernador de Sicilia, Cerdeña y el Peloponeso-, Octaviano se apropiará de facto de la iconografía del Dios Apolo –el trípode, la sibila, la cítara, la esfinge-, haciendo voto de construir un templo al Dios de la moral y la disciplina cerca de su casa, en el Monte Palatino.
En Agosto del 29 a. C. celebrará con grandes fastos su triple triunfo sobre Iliria, Egipto y Accio ante Marco Antonio y Cleopatra, inaugurando en el Foro el Templo del Divus Iulius, la nueva Curia Iulia y un arco de triunfo en su honor. Los nuevos símbolos tras la victoria naval de Accio –Victorias, capricornios, trofeos, rostra de navíos, delfines y demás seres marinos- alcanzarán gran difusión en monedas, edificios privados, monumentos funerarios, enseres domésticos y hasta gemas de anillos.
En 27 a. C. Octaviano devuelve oficialmente -y de cara a la galería- el poder al Senado, renunciando al control de las provincias romanas y a sus ejércitos, pero por la puerta de atrás seguía manteniendo cuantiosas clientelas y la lealtad inquebrantable de los soldados. El Senado le concedió poderes políticos y militares ilimitados y el privilegio de usar el sobrenombre de “Augusto” por la feliz restitución del Estado romano (Res Publica Restituta), “como si sólo con el nombre ya hubiese sido divinizado” (Floro). Los nuevos símbolos de su poder serán a partir de ahora los laureles de Apolo y del triunfo, la corona cívica de encina “por la salvación de los ciudadanos” (Ob cives servatos) y el escudo honorífico (Clipeus Virtutis) concedidos por el Senado y Pueblo Romano “por mi valor, mi clemencia, mi justicia y mi piedad, tal como puede leerse en la inscripción del escudo” (Res Gestae). Estas imágenes se complementan a la perfección con la exitosa difusión de un retrato oficial del gobernante de raigambre clásica y cuyos cabellos siguen el arquetipo de Policleto en sus dos variantes -con coraza militar (thoracata) o velada sacerdotal-. Los elogios y competencia por honrar al nuevo gobernante son asumidos por igual por el Senado, las ciudades, las corporaciones y los individuos. Hasta el Mes Sextilis será cambiado por Mes Augustus en su honor. Convaleciente de unas diarreas, la muerte le acaece, el 14 d.C, mientras visitaba la casa de su padre en Nola, dejándolo todo dispuesto para su sucesión por Tiberio. El Senado lo divinizó, después de que un testigo asegurase haber visto su mismísimo ascenso celeste.
El Programa de Renovación Cultural de Augusto -Pietas, Publica Magnificentia, Mores Maiorum-
Pietas. Augusto restituye por mandato del Senado los Colegios Sacerdotales, llevando a cabo además un programa de restauración de templos -a la vez que margina a los cultos orientales y egipcios-. Su culmen son los sacrificios anuales en honor a la Pax Augusta, ejemplificada en el Ara Pacis Augustae erigida en Roma a costa del Senado, y cuyos relieves muestran a la familia del princeps, togado y velado, presidiendo la procesión sacerdotal, amén del sacrificio en acción de gracias tras sus triunfos en Galia e Hispania (13-9 a.C.). Un colosal reloj de sol (Solarium Augusti) hecho con un obelisco egipcio hacía que el día de su cumpleaños su sombra se proyectara sobre el citado templete.
Publica Magnificentia. “Augusto embelleció tanto la ciudad de Roma que con razón podía jactarse de recibir una ciudad de ladrillo y dejarla de mámol” (Suetonio). En el nuevo santuario de Apolo –y en competencia con la precedente de Gaio Asinio Polión en el Atrium Libertatis- construyó una biblioteca griega y latina dotada igualmente de esculturas helenísticas. Su yerno y mano derecha Marco Vipsanio Agripa será nombrado por él edil de edificaciones y juegos (29 a.C.), encomendándole la ingente tarea de restaurar las infraestructuras de Roma. Éste, además de mantener y mejorar el abastecimiento de agua construyendo y reparando acueductos, “reparó todas las calles y edificios públicos, limpió las cloacas…” (Dion Casio). También se ocupará de erigir en vida a Octaviano un majestuoso mausoleo (Tumulus Iuliorum), dominando el Tíber, así como un Panteón de culto a Octaviano y unas termas. Todo ello en el Campo de Marte, que haría las veces de centro cultural al agrupar sendos Pórticos de Octavia –que también tenía su propia biblioteca- y de Livia, los Teatros de Marcelo y Balbo el Joven, el renovado Teatro de Pompeyo, los Saepta y el pequeño Teatro de Statilio Tauro… “Nadie se empeñó más ni de forma tan sistemática como Agripa por desarrollar la Publica Magnificentia” (Séneca).
Augusto también concluye las grandes construcciones de César (Basílica Iulia y Foro Iulio) e inaugura su propio Foro con el templete redondo prometido a Marte Vengador y la galería de esculturas de los Summi Viri, que aunaba a generales y triunfadores que, en vida, fueron enemigos entre sí, como Mario y Sila, Lúculo y Pompeyo o Druso, etc.
Augusto también hizo acuñar monedas y erigir edificios tanto en Roma -Porticus Gaii et Lucii Caesaris- como en las provincias -la Maison Carée de Nimes- para honrar a sus nietos adoptivos Gaio y Lucio, ambos muertos prematuramente. Los que fueran designados en vida Principes Iuventutis de los equites, estaban destinados a ser sus heroicos herederos. Les sucederán en la línea los hijastros y Legados de Augusto Druso –muerto en Germania- y Tiberio, éste sí, futuro emperador, representados ambos como sus generales subordinados en las tazas de Boscoreale (Museo del Louvre) y en la gema augustéa (KunstHistorisches Museum de Viena)-
Mores Maiorum. Su pretendida restitución legal de la moralidad nació condenada al fracaso (Zanker, P.) –persecución del adulterio y de la soltería, premio a las familias numerosas-, pero la sobriedad de la vestimenta –la toga y la stola- si parecen triunfar como prendas de Estado.
Augusto e Hispania. Las guerras cántabras (26-19 a. C.)
La guerra contra cántabros y astures tiene un carácter eminentemente propagandístico, de hecho es la única contienda dirigida personalmente por el emperador Augusto, quien “abrió las puertas del templo de Jano y salió en persona con un ejército hacia Hispania” (Orosio), alegando como “casus belli” que los belicosos pueblos de la Cordillera hacían incursiones en la Meseta sometida a Roma. También se ha argumentado que las riquezas mineras del Noroeste -las minas auríferas de las Médulas entre otras- pudieran haber influido en la conquista definitiva de la Península.
Tras triunfar sobre los Ilirios (35-34 a.C.) marcha hacia Hispania con 2 ejércitos:
- Contra los cántabros: 3 legiones –I y II Augusta, IIII Macedónica- al mando del legado de la Citerior, Gaio Antistio Vetus y el propio Augusto. Parten desde Segisama (Sasamón, Burgos) con apoyo de la flota aquitana, marchan por el Alto Campoo sobre Vellica (Monte Cildá, Palencia) y Aracillum ¿Arandillos?, hacia el Mons Vindius ¿Picos de Europa? A fines del 26 a.C.
- Contra los astures: 4 Legiones –V Alauda, VI Victrix, IX Hispana y X Gemina- al mando del legado de la Ulterior, Publio Carisio. Augusto se retira enfermo a Tarraco y deja a sus legados a cargo de las operaciones. La base de operaciones es Asturica Augusta (Astorga, León) marchando de Castrum Bergidum (Cacabelos) a Lancia (Villasabariego) obligándoles a replegarse hacia el Mons Medullius cercano al Sil. (25 a.C.)
Tras la victoria sobre ambos pueblos se les impedirá a éstos volver a ocupar sus castros, obligándoles a vivir en llano. Elementos astures llegarán a ser integrados en las unidades auxiliares del ejército, como el sígnifer Pintaius de una estela funeraria hallada en Bonn. Mientras que una parte de las tropas fueron establecidas en campamentos permanentes en el eje Pisoraca (Legio IIII Macedonica, Herrera de Pisuerga, Palencia), Petavonium (Cohors IV Gallorum, Rosinos de Vidriales, Zamora) Asturica Augusta y Castra Legionis (Legio VI Victrix y VII Gemina, León) -a fin de controlar las explotaciones mineras y evitar futuros levantamientos-, otras –las Legio V Alauda y X Gemina- serán licenciadas y sus “milites emeriti” instalados en la Colonia Augusta Emerita (Mérida). Publio Carisio acuñará en Emerita monedas con la representación simbólica de las armas de los vencidos: la caetra, la falcata y la lanza, trofeos y Victoria, y la puerta doble de la colonia recién fundada.
DIB/16/19/267 [Monedas antiguas y cetros] Castellano, Manuel (1826-1880) Argumenta Suetonio que Augusto no sólo estuvo a punto de morir por culpa del frío, sino también víctima de un rayo caído sobre su litera y que fulminó a uno de sus siervos. Fruto de este episodio consagrará aquél un templo a Júpiter Tonans en Roma, dando gracias por haberle salvado. Con la Pax Augusta Hispania se divide administrativamente en tres provincias: Tarraconense (capital en Tarraco), Bética (capital en Corduba) y Lusitania (capital en Augusta Emerita) y se promueven las fundaciones coloniales, concediendo también el estatuto municipal a comunidades peregrinas -Colonia Augusta Emerita, Colonia Caesaraugusta, Colonia Cesariana Augusta Asido, Colonia Norbensis Cesaríana, Colonia Augusta Firma Astigi, Colonia Faventia Iulia Augusta Paterna Barcino, Lucus Augusti, Asturica Augusta, Bracara Augusta, etc.-. La urbanización bajo dominio augustéo se concibe de dos maneras: proyectando los esquemas urbanos de nueva planta (Lucus Augusti, Asturica, Bracara) o retocando la trama prerromana. Puentes y grandes vías serán construidos por y para el rápido movimiento del ejército, pasando en su honor la antigua Vía Heraclea a llamarse Vía Augusta, igual que uno de los nuevos acueductos de Mérida -Aqua Augusta-.
El culto al emperador y su familia
Los edificios marmóreos del nuevo culto al Emperador son emplazados en los Foros provinciales, desplazando a menudo en importancia a los antiguos templos. Los Foros se adaptan a la propaganda de Roma y su emperador. “La competencia entre las ciudades era un estímulo decisivo para la rápida difusión del culto imperial” (Zanker, P.). Es muy llamativo el episodio del “milagro” de la palmera crecida en el altar del culto imperial de Tarraco -representada incluso en acuñaciones monetales- maravilla a la que responderá un Augusto socarrón: “se ve con qué frecuencia habéis encendido el fuego para los sacrificios” (Quintiliano). Las emisiones provinciales de monedas se multiplican, dejando de acuñarse en escrituras ibéricas y apareciendo en cambio el rostro de Augusto sustituyendo a los Dioses locales. En los reversos monetales virtudes y cualidades divinas pasan a ser atribuidas al emperador con el sobrenombre de “Augusta” -Providentia, Concordia, Pietas, Salus, Aeternitas, Pax, etc.-
“Al empeño del princeps y de los dirigentes de Roma se unen las élites provinciales implicándose en los proyectos urbanísticos, arquitectónicos y decorativos” […] “el evergetismo y el mecenazgo urbano asienta a los dirigentes en el poder local” (Bendala, M.). Los talleres locales se apropian con rapidez del repertorio iconográfico procedente de Roma, y tanto los patronos municipales, como los ricos libertos organizados en los Colegios Augustales pugnarán entre sí por honrar al emperador. En las fundaciones provinciales augustéas los teatros cobran un papel central, ya que en las columnatas del frons scenae se disponen estatuas de la familia imperial –togadas y thoracatae- y de divinidades -como los clípeos de Júpiter-Amón y de Medusa-, multitud de altares, templetes, cariátides, bárbaros cautivos, frisos de armas y zarcillos, etc., en fin, unos apabullantes programas iconográficos y arquitectónicos a menudo completados ya bajo los siguientes gobernantes julio-claudios.
El Bimilenario de Augusto: conmemoraciones dentro y fuera de España
Espoleados por el bimilenario de la muerte de Augusto, festivales de recreación histórica (historical reenactment) más o menos logrados se suceden especialmente en verano, como el próximo a celebrarse en Gijón. A estos hay que unir diversos congresos y conferencias y sendas exposiciones en los museos de Mérida y Zaragoza sobre Augusto y su época. No podemos dejar de comentar aquí los ricos recursos de sitios como Romanorum Vita (Obra Social de La Caixa) y Viator Imperi. En Roma, este día del Bimilenario el Ara Pacis va a lucir a todo color, permaneciendo abierta hasta las 12 de la noche. Porque, como dirían los míticos Monty Python, “aparte del acueducto, el alcantarillado, las carreteras, la irrigación, la sanidad, la enseñanza, el vino, los baños públicos y el orden público… ¿Qué han hecho los romanos por nosotros?”
BIBLIOGRAFÍA
BENDALA, Manuel. “La Paz Augustea y la romanización”, en: Hispania: El legado de Roma. Zaragoza: Ministerio de Educación y Cultura, 1999.
FERNÁNDEZ OCHOA, Carmen. “Conquista y romanización de los astures” en Astures: Pueblos y culturas en la frontera del Imperio Romano, Gijón: Astures, Gran Enciclopedia Asturiana, 1995.
TEJA, Ramón. “Las Guerras Cántabras” en: Cántabros: la génesis de un pueblo. Santander: Comisión del Centenario de Caja Cantabria, 1999.
TRILLMICH, Walter. “Las ciudades hispanorromanas: reflejos de la metrópoli”, en: Hispania: El legado de Roma. Zaragoza: Ministerio de Educación y Cultura, 1999.
ZANKER, Paul. Augusto y el poder de las imágenes. Madrid: Alianza Ed., 1992
En teoría, César Augusto restauró oficialmente a la República Romana desgarrada por las guerras civiles; pero en realidad fue un monarca de facto al inaugurar el régimen autocrático que acompañaría al Imperio Romano hasta su caída en el siglo V de nuestra era.