La expedición Malaspina
"En las últimas cuatro décadas del siglo XVIII una asombrosa cantidad de expediciones científicas recorrieron el imperio español. Expediciones botánicas a Nueva Granada, México, Perú y Chile reuniendo un completo muestrario de la flora americana. La más ambiciosa de aquellas expediciones fue un viaje hasta América y a través del Pacífico por un súbdito español de origen napolitano, Alejandro Malaspina"
Felipe Fernández-Armesto. Los conquistadores del horizonte. Una historia mundial de la exploración.
En 1788, el teniente de navío de origen italiano Alessandro Malaspina propuso al gobierno español la realización de un «viaje científico y recreativo alrededor del mundo» que le llevara por las colonias españolas en América y Asia e imitara las expediciones científicas que habían emprendido en años anteriores los franceses (La Perouse, 1785) e ingleses (Cook, 1768, 72 y 76). Eso sí, con mayor fortuna, porque ninguno de ellos sobrevivió a sus viajes.
La expedición partió con varios objetivos: mejorar el conocimiento de la zoología y botánica de las regiones americana y asiática, realizar observaciones astronómicas y cartografiar las zonas más remotas de América. Las corbetas Atrevida y Descubierta (bautizadas por Malaspina en honor de los buques de Cook: Resolution y Discovery), partieron de Cádiz el 30 de julio de 1789. A bordo iba la flor y nata de las ciencias y las artes. como el astrónomo y cartógrafo Juan Gutiérrez de la Concha, los pintores José Guío y Fernando Brambila, el botánico Luis Née, que donaría su herbario al Real Jardín Botánico, los naturalistas Antonio Pineda y Tadeo Haenke y el marinero Alcalá Galiano, que moriría heroicamente en 1805 en Trafalgar.
Vamos a seguir su ruta ayudándonos de algunos mapas y cartas náuticas.
Desde Cádiz llegaron a las Canarias y de allí cruzaron el Atlántico hacia el Río de la Plata. El 20 de septiembre llegaron a Montevideo, de donde partieron al sur, hacia las islas Malvinas. Desde allí doblaron el Cabo de Hornos y, ya en el Pacífico, (13 de noviembre) tomaron rumbo norte explorando toda la costa americana occidental: Chiloé, Valparaíso, El Callao, Guayaquil, Panamá y Acapulco (abril de 1791).
Nuestros intrépidos marineros tenían a continuación ante sí una tarea de tintes legendarios: encontrar, recorrer y cartografiar el mítico paso del noroeste. Una ruta teórica que permitiría bordear América por el norte y establecer rutas comerciales entre Europa y Asia sin tener que bordear África o Sudamérica (rutas ya controladas históricamente por España y Portugal). La tarea no era sencilla: muchas expediciones habían intentado localizarlo y no sería hasta 1906 que el explorador Roald Amundsen logró recorrerlo.
Malaspina se desvió de su ruta para buscar este legendario camino: en lugar de visitar Hawaii continuó al norte hacia Puerto Mulgrave (la bahía de Yakuitat, en Alaska), donde entraron en contacto y describieron las costumbres de la tribu tlingit, y giró hacia el Oeste siguiendo la costa hasta el fiordo Prince William, donde abandonó la búsqueda. Regresó al sur pasando por la fortificación española de Nutka (en Vancouver) y la de Monterrey (California) hasta Acapulco (19 de octubre de 1791).
Allí, Alcalá Galiano y Cayetano Valdés se separaron de la expedición para cartografiar el estrecho de Juan de Fuca. El resto puso rumbo al Pacífico para alcanzar las demás colonias españolas. Pasaron por las Marianas y fondearon en Manila en marzo de 1792.
Allí, las dos corbetas se separaron temporalmente. La Atrevida se dirigió a Macao (en la actual China) y la Descubierta exploró las Filipinas y sus alrededores. En noviembre de 1792, reunidas de nuevo, se dirigieron al sur de Nueva Zelanda pasando por las islas Célebes y las Molucas. De allí marcharon a Sydney (colonia británica recién fundada) para regresar al Callao y emprender el viaje de regreso a través del cabo de Hornos y las Malvinas. Regresaron a Cádiz el 21 de septiembre de 1794.
La Malaspina trazó mapas y rutas y elaboró catálogos de flora y fauna, pero también entraron en contacto con autoridades y científicos locales para ampliar su conocimiento y hacer unos inventarios con la mayor exactitud posible. Consultaron los archivos locales de las colonias y estudiaron sus usos y costumbres, su situación política y sus necesidades. Al regresar a España habían trazado al menos 70 cartas náuticas y habían descrito cientos de nuevas especies de plantas (y sus propiedades) y animales. Cartografiaron las costas americanas con gran precisión y Alejandro Malaspina elaboró planos preliminares para un canal en Panamá.
Malaspina, además, presentó un voluminoso informe a sus superiores, disponible en nuestra Biblioteca Digital Hispánica: el Viaje político-científico alrededor del mundo (1794). En él opinaba a favor de la concesión de mayor autonomía a las colonias españolas para crear una especie de confederación comercial de estados autónomos. Estos comentarios no sentaron bien a Manuel Godoy, que le acusó de revolucionario y conspirador. Malaspina fue condenado a diez años de prisión en el castillo de San Antón de La Coruña y, aunque no cumplió toda la condena, cayó en desgracia y sus descubrimientos y diarios de viaje no fueron publicados hasta muy avanzado el siglo XIX (la edición definitiva, en siete volúmenes, se publicó entre 1987-1999).
¡Qué interesante! Me ha gustado mucho