Los libros de horas de la Biblioteca Nacional de España
La Biblioteca Nacional de España cuenta entre sus joyas bibliográficas con un importante fondo de libros de horas de distintas procedencias, entre los que destacan los de Leonor de la Vega (Vitr/24/2), Alonso Fernández de Córdoba (Vitr /25/3), la Catedral de Toledo (Res/54, Res/178, Res/191, Res/194, Res/291, Vitr/22/2, Vitr/21/3, Vitr/23/9,Vitr/23/10, Vitr/24/3, Vitr/24/10, Vitr/25/4, Mss/10095), Duque de Osuna e Infantado (Res/187, Res/192, Vitr /24/7) o Pascual de Gayangos (Mss/17968), entre otros.
Esta gran obra maestra, tan espléndida, estudiada y valorada, fue producida en el esplendor del Renacimiento, pero se caracteriza por la ausencia de influencia renacentista en sus representaciones y por el empleo de la letra gótica, escritura tradicional. La obra está elaborada en el taller de Vérard, en uno de los centros de producción más importantes de libro iluminado, París.
Los bibliotecarios a veces olvidamos que no todo el mundo entiende de la misma forma los términos que utilizamos para la definición de las tipologías de nuestros libros. Por ello conviene señalar que los libros de horas son obras de devoción de carácter privado y están dirigidas a los laicos. Tuvieron gran éxito y difusión a partir del s.XIV entre la nobleza y alcanzaron su mayor expansión en el s.XV, con la incorporación a la bibliofilia de la nueva burguesía, conocedora, por otra parte, del valor del libro como objeto mercantil (recordemos la expansión del comercio del libro, tras la aparición de la imprenta), objeto de arte, exponente de prestigio social, etc. A partir de este momento destacarán sobre todo los elaborados en los Países Bajos, Francia e Italia. En la segunda mitad del siglo, los libros de horas tendrán una gran difusión por toda Europa, irradiada principalmente desde los Países Bajos, lo que va a producir que a finales del siglo XV se realicen de manera casi industrial en talleres flamencos y parisinos.
La lengua que utilizan es el latín o las lenguas vernáculas (francés, italiano, catalán, etc.). Su contenido y estructura son relativamente arbitrarios. Los componentes esenciales dependen de cada periodo y de la elección de las oraciones que podía hacer la persona que lo encargaba, representada a menudo arrodillada y rezando. Así sucede, por ejemplo, en el Libro de horas de Carlos VIII de Francia (h. 13v).
La clasificación de los libros de horas en tres grupos, realizada por el abad Victor Leroquais, sigue estando vigente en la actualidad. La estructuración según los textos incluidos era la siguiente: esenciales (con Calendario, Oficio parvo de la Virgen, Salmos penitenciales, Letanías, Sufragios y Oficios de Difuntos); secundarios (con fragmentos de los evangelios, relatos de la Pasión, Oraciones, Oficios de la Cruz y del Espirítu Santo, Gozos de la Virgen); y en tercer lugar, los denominados accesorios, que podían incluir otros rezos (salmos graduales, oficios de santos, etc.).
El aparato icónico suele ser semejante en todos los libros de horas La profesora Juana Hidalgo Ogáyar, en su estudio sobre el Libro de horas de Leonor de la Vega, nos da una visión general de la disposición iconográfica. En primer lugar, se sitúa el Calendario, representando en él los trabajos de cada mes y los signos del zodiaco; en los Evangelios, se presenta a cada evangelista con sus símbolos y al comienzo de cada texto; del mismo modo, las Horas de la Virgen, que dan lugar a la denominación de estos libros y son ocho, se inician con una miniatura representativa de las mismas (maitines con la Anunciación; laudes con la Visitación de la Virgen a Santa Ana; prima con la Navidad; tercia con el Anuncio de los pastores del Nacimiento de Jesús o la Virgen con el Niño adorado por pastores; la sexta se escenifica con la Adoración de los Reyes Magos (Epifanía), la nona con la Purificación; y para las vísperas, la imagen representada es la Huida a Egipto; finalmente el tema elegido para las completas es la dormición de la Virgen, la Asunción y la Coronación). En cuanto a los salmos penitenciales, la forma más antigua de representación empleada es el Cristo maiestático y la más común, el arrepentimiento de David. En los Oficios de difuntos, suele escenificarse una ceremonia fúnebre o el Juicio Final; y en los Gozos de la Virgen, suele aparecer María amamantando al Niño, la Piedad o únicamente la Virgen. Por último, señalaremos que la parte dedicada a Sufragios de los santos, se inicia con una miniatura de la Santísima Trinidad, y a continuación se representa a los santos con los símbolos que los identifican.
En cuanto a la técnica de producción de los libros de horas, es obligado remitir a los trabajos publicados por Elisa Ruiz García, en los que recoge la existencia de un plan de obra con distintos modelos, al que se añadían las personalizaciones solicitadas por el cliente; la mecánica de elaboración, basada en la división del trabajo y coordinada por la persona que dirigía el taller; la especialización de los distintos artesanos (libreros, pergamineros, copistas, iluminadores, encuadernadores); y el trabajo en equipo y simultáneo (trabajaban a la vez con distintos cuadernos, agrupados o independientes).
El desarrollo de los oficios en torno al libro y el auge de su comercio, unido a la aparición de la imprenta, propiciarán el incremento de los gremios. Se considera que el periodo de producción manual o industrial de los libros de horas abarca del s.XIV al s.XVII.
Segunda parte del post: El libro de horas de Carlos VIII de Francia, libro de devoción y galería de la pintura parisina del S. XV
Libros de horas digitalizados en la Biblioteca Digital Hispánica
Fantástico post. Muchas felicidades