Restauración del Álbum monumental de España
Con motivo de la exposición Mirar la Arquitectura: fotografía monumental en el siglo XIX, se está llevando a cabo en el Laboratorio de Restauración de la BNE, la restauración de los cuatro volúmenes del Álbum Monumental de España custodiados en la Real Biblioteca del Palacio Real de Madrid. En una primera fase del proceso se ha restaurado el primer volumen para su exhibición en dicha exposición y en una segunda fase se restaurarán los otros tres volúmenes.
Dicho álbum, publicado entre 1863 y 1868 en cinco tomos, recoge la colección de fotografías sobre monumentos españoles realizadas por el fotógrafo galés Charles Clifford. Considerado uno de los pioneros de la fotografía del siglo XIX, C. Clifford se trasladó a Madrid alrededor de 1850 y fue uno de los primeros que en España se planteó la idea de crear un archivo fotográfico de los monumentos más relevantes junto con las obras de arte más significativas del país.
El Álbum Monumental de España consta de un total de doscientos veintiséis registros fotográficos de los monumentos arquitectónicos españoles más notables. Cada uno de los volúmenes recopila un número variable de positivos fotográficos originales que van acompañados de un comentario explicativo del monumento representado. Dichos textos van impresos en folio imperial, es decir, se trata de una obra de gran formato.
Como era habitual en la época, los positivos fotográficos, de un papel muy fino, se presentan adheridos a un segundo soporte, un cartón de bajo gramaje, de mayores dimensiones. Forma de presentación de las imágenes que aunaba tanto la estética como la funcionalidad, ya que así los positivos eran manipulados con menor riesgo de deterioro físico. Por su parte, cada uno de los textos explicativos de las imágenes van impresos en un folio exento. Para la encuadernación del conjunto de fotografías y textos es necesario crear una estructura que permita unir todos los elementos formando una unidad. Para ello, los segundos soportes de los positivos fotográficos y los folios impresos van adheridos a unas tiras, las escartivanas, que permiten la costura del conjunto. Así ya es posible completar la encuadernación.
Para su aspecto externo se eligió una cubierta en holandesa que combina la piel del lomo y las puntas con el papel de los planos. No presenta ningún elemento decorativo, salvo el título dorado en el lomo.
A causa de las grandes dimensiones de los volúmenes, los principales problemas de conservación que presentan están relacionados con su manipulación. Los daños se centran en la estructura de la encuadernación, así como en los folios impresos y los segundos soportes de los positivos fotográficos. Éstos, por su parte, se encuentran en buen estado de conservación.
Muchos de los folios impresos están parcialmente despegados de sus escartivanas. Esto dificulta el paso de las hojas y es frecuente encontrar dobleces y desgarros en ellos. Es importante evitar que el deterioro de los folios adyacentes pueda perjudicar a los positivos fotográficos.
Es por tanto necesario volver a adherir dichos folios a sus escartivanas, a la vez que hay que unir los desgarros y eliminar los dobleces.
En el caso de la encuadernación, los deterioros se centran en el material de la cubierta.
Por un lado, el papel que cubre los planos presenta numerosas zonas donde se ha desgarrado e incluso perdido, quedando al descubierto el cartón de las tapas. Estos daños, debidos a la manipulación de los volúmenes, se centran en las zonas perimetrales, mucho más vulnerables.
Para este tipo de deterioro, la intervención de restauración tiene como fin restituir la integridad física del papel de la cubierta, adhiriendo las zonas desprendidas e injertando aquellas zonas que faltan.
Por otra parte, la piel del lomo de la cubierta también presenta alteraciones físicas causadas fundamentalmente por la acción de apertura y cierre de las tapas. El deterioro se centra en la zona de las cofias y de los cajos, partes de la cubierta de una encuadernación muy sensibles al deterioro ya que es la zona que hace de bisagra en el movimiento de las tapas. En este caso, la consolidación y reintegración de las zonas deterioradas tiene como objetivo estabilizar esta parte de la estructura de la encuadernación, que de otra manera sufriría mayores daños a causa de la manipulación del volumen.
Gracias al proceso de restauración, tanto el cuerpo del libro como la encuadernación recuperarán la integridad física de sus materiales, necesaria para la estabilidad de la estructura de los volúmenes. Para su posterior conservación será fundamental una correcta manipulación de estos libros de gran formato, así como un idóneo almacenaje. No olvidando la importancia de mantener en el depósito unas condiciones ambientales adecuadas para la conservación a largo plazo de estos volúmenes. Volúmenes que albergan en su interior materiales tan sensibles como los positivos fotográficos de mediados del s. XIX.