Cómo actuar con los libros ante el riesgo de contagio por COVID -19
Las enfermedades pueden transmitirse por vía directa o indirecta. Las de contagio directo se propagan cuando los microorganismos pasan de la persona infectada a la persona sana por contacto directo, es decir cuando los individuos se tocan, mantienen relaciones sexuales o se contaminan con secreciones o heridas de la persona infectada. Es el caso de la hepatitis B, el VIH/SIDA o el herpes genital.
Otras enfermedades no necesitan el contacto directo entre individuo infectado y sano, sino que se transmiten de forma indirecta por la propagación en el aire de partículas microscópicas de saliva o agua producidas por la persona infectada al toser o estornudar. Esas gotas pueden recorrer pequeñas distancias, habitualmente no más de dos metros desde el emisor. También pueden permanecer suspendidas en el aire durante varias horas, como es el caso del sarampión. Sin embargo, la mayoría de estas gotas microscópicas entran en contacto con superficies próximas como un teléfono móvil, un vaso, la barra de un bar o un producto colocado en la estantería de un supermercado. Lógicamente, todos los objetos que rodean a las personas enfermas pueden ser un foco de infección y los virus pasan a los individuos sanos que han tomado contacto con los objetos contaminados y después han tocado con las manos sus ojos, la nariz o la boca. Las enfermedades que se trasmiten por esta vía son, entre otras, la varicela, el resfriado común, la conjuntivitis, el sarampión y el COVID-19. El contacto o picadura con animales que sirven de huésped es otra forma de trasmisión indirecta, pero aquí no nos interesa.
Afortunadamente, el virus no puede permanecer activo durante mucho tiempo fuera del cuerpo humano. En estos últimos días han aparecido los primeros estudios sobre la permanencia del COVID-19 en el ambiente. Un trabajo publicado en The New England Journal of Medicine[1] analiza la persistencia del virus en diferentes superficies y concluye que puede mantenerse viable, en el aire, hasta 3 horas, 4 sobre el cobre, hasta 24 horas en el cartón. En los plásticos y el acero inoxidable el virus se mantenía en niveles de actividad hasta 72 horas después. Sin embargo, otro artículo reciente[2] plantea tiempos de permanencia más elevados dependiendo de las cepas. En el caso del metal podría prolongarse entre 5 y 9 días y hasta 4 días en el papel.
La permanencia del virus depende de las condiciones ambientales de temperatura, humedad e iluminación. Por ello en el exterior su comportamiento puede ser muy diferente al que se produce en laboratorio. El coronavirus TGEV, en condiciones de laboratorio tiene una estabilidad de 3 a 28 días a 20ºC, pero a 4ºC su permanencia se incrementa a 28 días. A 30ºC, desaparece entre 4 y 96 horas (Kampf, 2020). También es lógico pensar que, en ambientes húmedos, el virus tendría una estabilidad mayor que en condiciones de sequedad. Finalmente, es de sobra conocido el efecto desinfectante de la radiación ultravioleta: la excesiva iluminación natural en días fuertemente soleados contribuye a reducir la carga viral en el ambiente.
Además de la profilaxis, las medidas activas son las más efectivas en la lucha contra COVID-19. La limpieza con desinfectantes es muy efectiva y en ello inciden continuamente las autoridades sanitarias. Lavarse con jabón las manos durante más de 20 segundos es sin duda la mejor medida de protección personal. En cuanto a la limpieza de las superficies contaminadas, las soluciones diluidas de lejía doméstica, con un contenido mínimo en hipoclorito sódico del 0,1%, las que contienen 0,5% de agua oxigenada, las soluciones alcohólicas con un contenido superior al 70% de etanol o de alcohol isopropílico y la mayoría de los desinfectantes domésticos comunes registrados por la EPA deberían ser efectivos contra el coronavirus[3].
Llegados a este punto, deberíamos plantearnos si es necesario desinfectar los libros para evitar contagios. Nuestra opinión es contraria a la desinfección. Los productos que son efectivos en superficies duras o para desinfectar plásticos o la ropa son dañinos para el papel o las tintas y podrían causar oxidación e hidrólisis ácida de la celulosa, la disolución de las tintas de tampón y de las anotaciones en bolígrafo o rotulador además de atenuar el color. Al utilizar agua como vehículo son doblemente inapropiados, pues generan debilitamiento del soporte, deformaciones y solubilización de los adhesivos de la encuadernación. Podría parecer más inofensiva la esterilización con radiación UV, pero causaría una fuerte oxidación en los soportes y sólo sería efectiva en las partes expuestas a la radiación, quedando sin desinfección las más ocultas como la zona de la costura en los libros encuadernados o el interior de las solapas de las encuadernaciones rústicas modernas. Todas estas zonas son inaccesibles a la radiación UV y, por tanto, podrían seguir reteniendo su carga viral durante horas. Por ello tampoco la radiación UV es una buena solución.
Sin embargo, dado que el virus puede permanecer durante días en el papel y el plástico, es necesario mantener precauciones con los libros que han estado expuestos al virus, especialmente si se trata de material que ha estado en contacto directo con enfermos afectados por COVID-19. Paradójicamente, la desinfección más efectiva sería no hacer nada, esperar y mantener los libros en cuarentena durante, al menos, 14 días. De esta manera prevendríamos de forma segura la transmisión indirecta sobre cualquiera de los materiales con los que están elaborados los libros (papel, cartón, tela o plástico) y no correríamos el riesgo de dañarlos al aplicar productos que tienen efectos químicos y físicos en los documentos.
A pesar de que el COVID-19 lleva entre nosotros apenas unos meses, ya se han publicado diversas recomendaciones sobre cómo actuar en archivos y bibliotecas ante el problema de la transmisión indirecta del virus. Hace sólo unos días, Lara Ewen publicó un excelente resumen sobre el impacto del virus en las bibliotecas en el cual se incide en la importancia de la cuarentena como medida más efectiva de control. El artículo completo está disponible en https://americanlibrariesmagazine.org/blogs/the-scoop/how-to-sanitize-collections-covid-19/. Además, el prestigioso NEDCC ha publicado una hoja informativa, breve y clara, que está disponible en https://www.nedcc.org/free-resources/preservation-leaflets/3.-emergency-management/3.5-disinfecting-books. Finalmente, Mary Striegel, conservadora científica del National Center for Preservation Technology and Training (NCPTT) publicó la semana pasada un vídeo en el que describe los cuidados básicos de diferentes materiales culturales ante el riesgo de infección por coronavirus. Está disponible en https://www.ncptt.nps.gov/blog/covid-19-basics-disinfecting-cultural-re….
Conclusión
Los materiales documentales pueden ser transmisores indirectos de la enfermedad siempre que hayan estado en contacto con personas enfermas. Sin embargo, el virus no puede permanecer efectivo durante largo tiempo y el tratamiento con viricidas de las superficies contaminadas es una medida efectiva para su control, aunque, en la práctica, no es recomendable para los materiales culturales. Afortunadamente, la cuarentena sí es efectiva. El tiempo juega en contra de la estabilidad del virus y, en el caso del papel desaparece, según los estudios publicados, en unos cinco días.
Es recomendable seguir un sencillo protocolo de actuación para la manipulación de los materiales que han estado en contacto con enfermos de COVID-19[4]:
- Lávese las manos con frecuencia con un desinfectante de manos a base de alcohol o, preferiblemente con agua y jabón durante 40 segundos.
- Evite el contacto cercano con las personas enfermas.
- Evite tocarse los ojos, la nariz y la boca con las manos sin lavar.
- Limpie y desinfecte los objetos y las superficies que se tocan frecuentemente como picaportes, bandejas, etc.
- Las mascarillas son una primera barrera de defensa para evitar el contagio, pero deben ser utilizadas correctamente. Lávese las manos antes de ponérsela.
- La mascarilla debe cubrir bien la nariz, la boca y la barbilla.
- Evite tocar la mascarilla mientras la lleva puesta.
- No recicle los guantes ni las mascarillas.
- No toque la mascarilla con las manos y retírela de forma segura para desecharla después de usarla.
- Los libros que han sido utilizados por personas enfermas deberán ser introducidos en una bolsa de plástico con doble autocierre. Una vez dentro el libro, limpie el exterior de la bolsa con un producto viricida (agua y lejía). Tenga cuidado de que la solución limpiadora no penetre al interior. Una vez limpio, manténgalo en una zona segura durante 14 días.
- Una vez superada su cuarentena, el libro podrá volver a ser consultado sin riesgo.
Finalmente, sólo decir que las bibliotecas públicas y otros establecimientos en los que hay material bibliográfico deberán permanecer también en cuarentena mínima de 14 días. No será necesario esterilizar los documentos, pero sí mantener la higiene apropiada dentro de las recomendaciones de las autoridades sanitarias.
Agradecemos a Valeria Orlandini la generosa traducción de este artículo al inglés en How to act with books in the face of the risk of COVID-19 contagion
Agradecemos a Fernanda Mokdessi Auada la generosa traducción de este artículo al portugués en Como proceder com os livros contra o risco de contágio da COVID -19
[1] Holbrook Myndi G. et al. (2020) “Aerosol and Surface Stability of SARS-CoV-2 as Compared with SARS-CoV-1”, en The New England Journal of Medicine, disponible en https://www.nejm.org/doi/pdf/10.1056/NEJMc2004973?articleTools=true (acceso 31/03/2020).
[2] Kampf, G. (2020), “Persistence of coronaviruses on inanimate surfaces and their inactivation with biocidal agents”, en Journal of Hospital Infection, disponible en https://www.journalofhospitalinfection.com/article/S0195-6701(20)30046-3/pdf (acceso 31/03/2020).
[3] Un listado actualizado de productos viricidas aprobado por el Ministerio de Sanidad puede encontrarse en https://www.mscbs.gob.es/en/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov-China/documentos/Listado_virucidas.pdf.
[4] Información detallada en https://elpais.com/sociedad/2020/03/13/actualidad/1584102347_992993.html (acceso 31/01/2020).
NUEVA INFORMACIÓN:
Recomendaciones del Instituto de Patrimonio Cultural de España para el tratamiento del Patrimonio ante el COVID-19 https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/cultura/Documents/2020/160420-RecomendacionesIPCE.pdf (acceso 16/04/2020)
Muy interesante y necesario el artículo, aunque desaría hacer algunas matizaciones. A mi juicio es excesiva la cuarentena máxima de 15 días. Esta no debería exceder los 10 días, siendo el plástico la superficie que forma parte de los libros en la que puede permanecer más tiempo el coronavirus (9 días). Habláis de "Los libros que han sido utilizados por personas enfermas ", pero a mi modo de ver el período de contagio es tan elevado (14 días) que a partir de ahora y hasta el fin de la pandemia, todo usuario debe ser considerado potencialmente enfermo. Por lo que se refiere a la bolsita con doble autocierre.... los libros no son la prueba de ningún delito. Me parece que sería mucho más práctico y sencillo que el/la bibliotecari@ registre la devolución del libro y lo guarde en una casilla o taquilla asignada al día 1 de cuarentena, junto con todos los libros que sean devueltos ese día. Al día siguiente los libros se guardarían en la casilla 2, al siguiente en la 3, etc., hasta llegar al día 10. Durante este lapso de tiempo los libros constarían como "en cuarentena", no disponibles para préstamo ni consulta y fuera del alcance visual del público. El undécimo día del ciclo, se abriría la casilla número 1, los libros se limpiarían de manera convencional y se pondrían a disposición del público para consultas y préstamos. Al día siguiente se haría lo mismo con los libros del día 2, al siguiente con los de la casilla 3, hasta llegar al día 10, en que todos los libros volverían a estar en situación de ser prestados. Saludos. Joan.