'Este libro es mío' o Historia mínima del ex libris
No hace mucho nos hicimos eco en el mundillo bibliotecario de las filias y fobias que afloran cuando organizamos nuestra biblioteca personal. Ahora bien, hay que ver lo que nos cuesta a veces prestar a amigos y conocidos nuestros libros más preciados o queridos, y es que todos tememos al abominable monstruo del “préstamo sin retorno”. La forma más habitual para indicar que un libro “debe volver a casa” (Conforti, A. et al.) es la clásica anotación manuscrita de nuestro nombre en los preliminares. Sin embargo, los más celosos dejan su impronta personal por medio de un ex libris.
Los ex libris son marcas de propiedad, ya sean estampas, etiquetas o sellos, que se colocan generalmente en el reverso de la cubierta de nuestros libros. Lo normal es que contengan la locución latina “Ex libris” (son menos frecuentes los “Soy de” o “Ex biblioteca”) seguida del nombre del dueño, a menudo con una ilustración personalizada y, más raramente, con una leyenda o lema que recoge un pensamiento o frase célebre de su gusto y que le definen (Delgado Casado, J.). Una variante peculiar es el superlibris o supralibros, constituido por un escudo nobiliario o un monograma, que se estampaba ricamente dorado sobre las encuadernaciones de los libros antiguos. Sin llegar a perder su finalidad primaria como marca de propiedad, los ex libris han terminado por convertirse en una pequeña obra gráfica apta para enseñar, intercambiar y coleccionar.
Existen distintas formas de clasificación de los ex libris, ya sea por sus técnicas de reproducción, por la evolución histórico-estilística o por su diversidad temática. Las técnicas de ejecución varían desde la xilografía, el grabado a buril, el aguafuerte, calcografía, litografía, serigrafía, fotograbado o diseño infográfico, por lo que podemos afirmar que, a día de hoy, Photoshop y buril conviven y se complementan a la perfección para grabar sellos de caucho o goma (para profundizar más rogamos visitar los dos posts publicados en este mismo blog por Concepción Huidobro Salas).
Un poco de historia
Todos los estudiosos parecen coincidir en que el ex libris más antiguo conocido es un ejemplar de cerámica esmaltada del faraón Amenofis III (s. XVIII dinastía, XIV a.C.) y que sería empleado para marcar los estuches de rollos de papiro de su biblioteca. Ya en Mesopotamia, en las tablillas cuneiformes de la Biblioteca de Asurbanipal era usual encontrar a modo de colofón maldiciones e invectivas para combatir el robo y el vandalismo: “que la ira de Asur y Ninlil borren para siempre su nombre y su simiente de la tierra”, “que quien la robe (la tablilla) quede ciego/sordo”. En bibliotecas monacales medievales italianas habremos de encontrar inscripciones manuscritas que exigen la devolución del libro con soflamas parecidas. Los libros de los monarcas del Medievo también tenían sus inscripciones de propiedad, siendo la inscripción ibérica más antigua una del rey Fruela I de Asturias (757-768), documentada en un santoral ovetense con el texto “Froyliani principis liber”.
La Alemania de la 2ª mitad del XV es la cuna de la imprenta, y por lo tanto también del ex libris impreso. El más antiguo (1470) es el ejemplar “parlante” del capellán bávaro Hans Igler. Su grabado xilográfico representa a un erizo (“Igel” en alemán significa erizo) coronado por una filacteria gótica con el juego de palabras: “Hanns Igler das dich ein igel kuss” (Hans Igler te da un beso de erizo)
Le sigue a la zaga el del monje Hildebrand Brandenburg de Biberach (1480) quien donase al monasterio cartujo de Buxheim cierto número de libros. Cada libro donado por él presenta grabado un ángel tenante con su escudo de armas coloreado a mano. Al lado de cada uno de sus ex libris el monje anotó además de qué libro se trataba.
La relevante escuela de grabadores alemanes de fines del siglo XV e inicios del XVI cuenta entre sus filas con artistas de la calidad de Alberto Durero (autor del primer ex libris con data en plancha), Lucas Cranach, Hans Burgkmair, Hans Holbein, Jost Amman, etc. Como era de esperar, elaboraron magníficos ex libris.
Desde Alemania la imprenta se disemina rápidamente por Europa y de igual manera lo hacen los ex libris impresos. El primer ejemplar francés será el de Jean-Bertrand de la Tour Blanche (1529) mientras que el primero italiano es el parlante de Cesare Gambara, obispo de Tortona (1548).
Los Estilos
Del siglo XV al XVIII el blasón heráldico es el protagonista indiscutible, ya que las bibliotecas particulares eran escasas y pertenecían generalmente a nobles y eclesiásticos. Su hegemonía temática irá siendo sustituida de forma muy paulatina por los motivos alegórico-simbólicos. Desde 1700 hacen aparición los paisajes y escenas de naturaleza idealizada. A partir de 1800 asistimos además a la afirmación de una pujante burguesía culta, poseedora de surtidas bibliotecas personales, y con unos gustos más variados y modernos. Tal es así, que el verdadero florecimiento artístico y coleccionista del ex libris tiene lugar con la irrupción del movimiento modernista y de sus distintas corrientes europeas (Art noveau, Liberty, Jugendstil) con artistas de la talla de los británicos del Art and Crafts, como Edward Burne-Jones y Walter Crane (interesados en la vuelta a las primitivas técnicas de la imprenta artesanal xilográfica) y los marcados contrastes del blanco y negro con estética Secession de los vieneses Kolo Moser, Gustav-Klimt. El gusto modernista dejará pronto paso a los Expresionismos, Futurismos y Surrealismos, todos los “ismos”, en fin, que nos llevan al “todo vale” contemporáneo.
Las temáticas
En la exlibrística existen tantos temas iconográficos como podamos imaginar, pero casi nunca son exclusivos, ya que a menudo distintos aspectos aparecen mezclados entre sí. Podemos encontrarnos pues con ex libris heráldicos, parlantes, animalísticos (la fortaleza del león, la lechuza sabia, la astucia de la serpiente, etc.), mitológicos, paisajísticos, arquitectónicos, de profesiones (paletas de pintor, balanzas judiciales, copas y serpientes de medicina y farmacopea), cervantinos, librarios, tipográficos, musicales, eróticos, macabros (la vanitas, las jóvenes acechadas por esqueletos con clepsidras evocan la caducidad de la belleza y de la vida) y un largo etc.
El coleccionismo
Los coleccionistas de fines del XIX y 1ª mitad del XX tienen el mérito de llamar la atención sobre los ex libris como parte integrante del patrimonio cultural, pero son también responsables de que los libros puedan llegar a ser sistemáticamente mutilados cuando estampas y sellos se retiran sin ninguna consideración, privándonos así de un pedazo de la historia del libro (quiénes fueron sus propietarios o usuarios, sus posibles periplos, etc.).
En España el pionero del estudio de los ex libris (1875) es Mariano Pardo de Figueroa , conocido también por el sobrenombre de “Doctor Thebussem”, pero el impulso definitivo a la puesta en valor de los ex libris llega de la mano de la escuela catalana de artistas representada por Alexandre de Riquer, Joaquim Renart, Ramón Casals i Vernis y Josep Triado y del bibliófilo Ramón Miquel i Planas, fundador de la Revista Ibérica de Ex libris (1903-1906). Sobre estos autores y el exlibrismo en general, la Biblioteca de Cataluña ha puesto en línea una selecta exposición virtual.
Tras la Guerra Civil, la revista Saitabi de la Facultad de Filosofía y Letras de Valencia, dará origen a la “Asociación de Exlibristas Ibéricos” que, bajo la dirección de José María Gutiérrez Ballesteros, Conde de Colombí, comienza a publicar la revista Ex libris (1952).
Hasta aquí nuestra tímida incursión en el mundo de los ex libris. La pregunta que nos asalta a continuación es si vosotros, estimados lectores, marcáis vuestros libros cuando los adquirís, y si llegáis al punto de confeccionar vuestra propia “lista negra” de morosos o por el contrario, como el novelista Arturo Pérez-Reverte, consideráis una vanidad tener cualquier marca de propiedad en vuestros libros.
Bibliografía
- ANGULO FERNÁNDEZ, Consuelo y MOLINA GUERRA, Mª Luisa: Catálogo de Ex Libris de Bibliotecas Españolas en la Biblioteca Nacional. Gabinete de Estampas y Bellas Artes. Ministerio de Cultura. Dirección General del Libro y Bibliotecas, 1989. - BOUZA, Antonio L. El ex-libris Tratado general: Su historia en la corona española. Madrid: Patrimonio Nacional, 1990. - CONFORTI, A., DIETRICH, A., CASTELLO, D.Ex libris: storia, stili, significati, tecniche, collezionismo. Milano: Mondadori, 2003 - DELGADO CASADO, Juan. Los ex libris españoles. Valencia: Vicente García editores, 1996. - JOHNSON, Fridolf. A Treasury of Bookplates, from the Renaissance to the Present. Mineola: Dover Publications, 1977. - JUNOD, Benoit. The world of ex libris: A historical retrospective.
Enlaces de interés
- DÍAZ, Arantza. Entrada sobre Ex libris en Absysnet.com
- FERNÁNDEZ, Carlos. Entrada sobre Ex-libris publicada en Marcas de impresor. En ella nos habla del proyecto de diseño de ex libris de la Universidad de Salamanca y de los ex libris españoles digitalizados (algunos de la BNE) en Fortuna de España, exposición en línea del Centro Virtual Cervantes.
- ROIG SANTOS, Carmen. “El arte del grabado en miniatura: la donación de ex libris de Dª Gloria Rokiski” en Folio Complutense: Noticias de la Biblioteca Histórica de la UCM. <http://www.ucm.es/BUCM/blogs/Foliocomplutense/3256.php> [Consulta 01/05/2011]
Me ha encantado el artículo! Creo que se debería retomar la costumbre de que todo el mundo tengamos el propio. A mi el mío me lo regaló mi madre unas navidades hace muchos años, y le tengo mucho cariño... además, estampo libros, cuadernos y hasta artículos que imprimo! Tan sólo figura mi inicial, pero después de leer este artículo, quizá indago un poco más, y me elaboro otro...