‘Así suena la BNE: los Archivos Sonoros, musicales y no musicales, como portadores de Historia’
El podcast oficial de la BNE, MEMORIA SONORA, termina su primera temporada con un capítulo muy especial: ‘Así suena la BNE: los Archivos Sonoros, musicales y no musicales, como portadores de Historia’, dedicado a la colección de archivos sonoros de la Biblioteca Nacional de España. Esta colección – con más de 600.000 documentos - está compuesta por registros musicales, la mayor parte de la colección, y otros que conforman el Archivo de la Palabra, y es un fiel reflejo de la historia de la edición fonográfica española.
En el capítulo de hoy – ya disponible en Spotify y en el repositorio sonoro de la BNE - conoceremos el origen de la colección, cómo se recogen y se clasifican todos esos sonidos. También cómo se mantienen y digitalizan. Y cómo se conservan fonógrafos, pianolas, tocadiscos y otros aparatos imprescindibles para la reproducción de los archivos originales. Nos lo contará Mª Jesús López Lorenzo, Jefa del Servicio de Registros sonoros. Las grabaciones sonoras siempre han sido productos muy populares pues tienen un enorme valor testimonial para conocer la realidad sociocultural de cada época, su folclore, tendencias y gustos musicales, la voz de sus literatos, políticos, científicos, humoristas, etc. Mucho ha sonado desde que, en 1877 Tomás A. Edison inventó los cilindros de fonógrafo, primer medio para poder grabar y reproducir el sonido. Los primeros fueron de papel de estaño, después de cartón parafinado y a partir de 1890 de cera maciza. La colección de cilindros de cera de la BNE conserva más de 500 piezas entre las que se encuentra este vals que se puede escuchar en nuestro podcast: ‘El Danubio azul’, de Johann Strauss, interpretado por la Banda de La Fonográfica Madrileña con dirección del maestro Gasola, y grabado entre 1898 y 1903.
Otros formatos de registro de piezas musicales que aplicaron el ingenio y los conocimientos de mecánica fueron los rollos de pianola o los discos perforados. Los primeros rollos musicales de papel perforado aparecieron hacia 1880 y en este formato está, entre otras, la pieza ‘Aragón, fantasía de la Suite espagnole, n. 6’, de Isaac Albéniz, editada en torno a 1905. Los “tocadiscos” más primitivos se basaban en mecanismos neumáticos similares al del organillo en los modelos Ariston, Ariosa o Herophon, o de caja de música en el Symphonion, y se conocen como discos perforados.
En el caso de los discos de pizarra, la colección de la BNE, procedentes de compra, donativo y depósito legal, está formada por más de 30.000 unidades de distintos sellos discográficos españoles y extranjeros. Los discos de pizarra más antiguos corresponden a los primeros años del siglo XX y recogen pequeños fragmentos de obras de duración muy reducida, como esta jota final de la zarzuela ‘La alegría de la huerta’, con música de Federico Chueca, que se estrenó el 20 de enero de 1900 en el Teatro Eslava de Madrid.
Dentro de la colección de sonoros de la BNE, la palabra ocupa un lugar destacado con el ‘Archivo de la Palabra’ y en MEMORIA SONORA tendremos el placer de escuchar las voces de Santiago Ramón y Cajal, del poeta Juan Ramón Jiménez recitando su poema ‘Partida: Pureza del mar’ en una grabación realizada el 2 de diciembre de 1931; de Valle-Inclán con un fragmento de su ‘Sonata de otoño’, en concreto la llegada del Marqués de Bradomín al Palacio de Brandeso, registrada el 13 de diciembre de 1931. Desde los rollos de cera a los MP3, este es un viaje sonoro con joyas como palos flamencos casi extintos, canciones y humoristas populares en otros tiempos o las voces de insignes personajes. Hoy, más que nunca, ponemos en marcha nuestra MEMORIA SONORA.