Presentación
Este portal dedicado a las ediciones del Quijote de la Biblioteca Nacional de España, nace con motivo de la celebración del cuarto centenario de la publicación de la Segunda Parte. Su objetivo es reflejar la enorme riqueza de la colección quijotesca de la BNE ofreciendo en un único punto de consulta todas las ediciones que de esta obra se conservan en la BNE. De este modo, se pueden encontrar desde las primeras ediciones de la primera y segunda parte de 1605 y 1615 hasta las más recientes que siguen ingresando en la Biblioteca. Junto a éstas, se ofrecen numerosas adaptaciones, compendios, selecciones y ediciones escolares que se han publicado y que constituyen un capítulo fundamental en la difusión de la obra de Cervantes y en la historia de la enseñanza en España.
Se incluyen, además, las numerosas traducciones que la obra ha tenido y que comenzaron poco después de su publicación, resultado del enorme éxito editorial del Quijote. A su importancia desde el punto de vista lingüístico se une el acceso a las diversas interpretaciones de la obra en relación con los distintos referentes culturales.
En total se da acceso a más de 3.600 referencias bibliográficas.
Para facilitar la consulta, el portal dispone de un buscador que permite realizar búsquedas tanto por adaptadores, ilustradores, traductores, como por diferentes lenguas o variantes. Además, permite filtrar por contenidos digitalizados, pudiendo acceder directamente a las versiones digitales de las obras.
Esta colección quijotesca, que aquí se presenta, es una parte de la Colección Cervantes de la BNE, que se constituye fundamentalmente a través de una serie de ediciones de textos cervantinos, al que se fueron añadiendo nuevos volúmenes, procedentes del depósito legal, donaciones y compras. Entre las adquisiciones destacan las de las bibliotecas particulares de José María Asensio y Toledo y de Juan Sedó Peris-Mencheta, la primera en 1949 y la segunda en 1968. La importancia de Asensio y Toledo, bibliófilo y cervantista de la segunda mitad del XIX, estriba en ser el iniciador de la investigación documental moderna sobre Cervantes. Por su parte, la figura de Juan Sedó destaca en los ambientes cervantistas de la primera mitad del siglo XX y su colección se centra, además de en la obra de Cervantes, en cualquier tipo de material relacionado con este autor: cromos, etiquetas, postales, exlibris, abanicos, etc.
Esperamos que este portal se convierta en una herramienta útil para el investigador o para el lector que quiera aproximarse a la obra más importante de nuestra literatura. Y, retomando las palabras de Cide Hamete Benengeli en el capítulo 8 de la Segunda Parte, que “los lectores de su agradable historia puedan hacer cuenta que desde este punto comienzan las hazañas y donaires de don Quijote y de su escudero”. En la lengua en la que nació y en todas aquellas a las que le llevaron sus andanzas.
Ediciones en castellano
Desde la primera edición de la Primera Parte por Juan de la Cuesta en 1605, las ediciones en castellano de Don Quijote de la Mancha están ampliamente representadas en la colección cervantina de la Biblioteca Nacional de España. La institución posee uno de los veintiocho ejemplares de la prínceps conservados en todo el mundo y, de las ediciones posteriores, un ejemplar al menos de cada una de ellas, lo que da lugar a una de las colecciones cervantinas más importantes en la actualidad.
En ella se encuentran la segunda edición del mismo año por el mismo impresor, las impresas también en 1605 en Lisboa y Valencia, las que vieron la luz en Bruselas (1607 y 1611) y Milán (1610), la tercera de Juan de la Cuesta en Madrid (1608)… Y la Segunda Parte de 1615, junto a las ediciones de nuevo de Valencia, Lisboa y Bruselas, hasta la publicación conjunta por vez primera de las dos partes en Barcelona en 1617.
Estas y las posteriores, hasta la actualidad, permiten reconstruir a través de nuestro catálogo el éxito de una obra que ha continuado hasta hoy día. Podemos hacer un recorrido por las que supusieron un hito en la historia editorial del Quijote: en el siglo XVIII, la edición castellana de Tonson de 1738, acompañada de la Vida de Cervantes de Mayans i Siscar; la edición de la Real Academia Española de 1780, de Joaquín Ibarra, con otra Vida de Cervantes, esta vez de Vicente de los Ríos, que añadió además un Análisis del Quijote; la de la Imprenta Real de 1797-1798; y las dos de Gabriel de Sancha (1797-1798 y 1798-1800), a cargo de Juan Antonio Pellicer.
En el siglo XIX asistimos a la publicación de importantes ediciones, a cargo de Clemencín y Navarrete (1819), Clemencín (1833-1839) y Hartzenbusch (1863), así como a la primera edición facsímil de la obra (1871-1879) como consecuencia de la introducción de la foto-tipografía en España a cargo del coronel Francisco López Fabra, cuyo entusiasmo contagió a un amplio número de seguidores que convirtieron el acontecimiento en un capítulo importante del cervantismo español.
Ingresadas por Depósito Legal a partir de 1958 están presentes las ediciones españolas de los siglos XX y XXI que, reeditadas numerosas veces, constituyen referencia obligada para el lector o investigador que quiera acercarse a una edición cuidada de la obra, como las de Florencio Sevilla y Antonio Rey, publicada por el Centro de Estudios Cervantinos en 1993, o la de Francisco Rico, por el Instituto Cervantes de 2004, por poner dos de los ejemplos más relevantes. De las anteriores a la fecha de implantación del Depósito Legal, no faltan las anotadas por Cortejón, Rodríguez Marín, Schevill y Bonilla, Justo García Morales, Martín de Riquer, Vicente Gaos…
Junto a todas estas obras, la Biblioteca Nacional de España alberga también una importante muestra de ediciones ilustradas desde el comienzo de la aventura editorial del Quijote, pasando por la magistral edición de la Real Academia Española de 1780, impresa por Joaquín Ibarra e ilustrada por los principales dibujantes y grabadores de la época, como José del Castillo, Antonio Carnicero, Jerónimo Gil o Manuel Salvador Carmona; la de Gabriel Sancha de 1797-1798, con ilustraciones de José Ximeno, Agustín Navarro, José Camarón o Luis Paret y Alcántara; las ilustradas del siglo XIX, españolas o extranjeras, con los dibujos de Tony Johanot, Celestin Nanteuil, Luis Madrazo, Gustave Doré, Ricardo Balaca, Apeles Mestres, Moreno Carbonero, Laureano Barrau… ; y las más modernas, desde Urrabieta Vierge a Paul Rerst, Teodoro Miciano, José Narro, Gregorio Prieto o Salvador Dalí, entre otros muchos.
Ediciones en otras lenguas
Es inevitable recordar a ese traductor anónimo que menciona Cervantes y gracias al cual la historia escrita por Cide Hamete Benengeli pudo llegar a sus oídos y hacer posible que el relato se convirtiera, en manos de ese “segundo autor” que fue Cervantes, en una de las obras cumbres de la literatura universal.
El Quijote fue traducido por primera vez al inglés poco después de publicarse la primera edición en español, en 1605. Fue Thomas Shelton el traductor, en 1612, y 1620 publicaría la traducción de la Segunda parte. Cesar Oudin publicó la suya al francés en 1614 y François de Rosset la de la Segunda parte en 1618. Esta inmediatez demuestra el enorme éxito que la obra tuvo nada más publicarse, como también lo demuestran las seis ediciones que vieron la luz el mismo año de 1605.
A la versión inglesa de Shelton le siguieron las de Motteux, Jarvis y Ormsby. A las de Oudin y Rosset, las de Filleau de Saint-Martin, Florian y Viardot.
A continuación se tradujo al italiano, por Franciosini en 1622, y al alemán, por Pahsch Bastel von der Sohle, en 1648. El hecho de que se leyera en la lengua original o a través del francés, inglés o alemán, hizo que las traducciones a otras lenguas europeas fueran mucho más tardías, siendo la primera de ellas el neerlandés, en 1657.
Las traducciones del Quijote están en relación con la situación política de los países europeos en la época y la categoría de sus lenguas y el prestigio de que gozaban. De ahí que las primera lenguas a las que se tradujo fueran el inglés, francés, alemán e italiano y que, dentro de estas, el francés (la más importante en los siglos XVII y XVIII como vehículo de comunicación) sirviera como base para muchas traducciones posteriores en lugar del castellano original, especialmente a las lenguas eslavas.
Hoy día, la obra de Cervantes, cuya traducción nunca ha sido fácil, está disponible en las principales lenguas y sigue traduciéndose constantemente. La Biblioteca Nacional de España dispone de una nutrida representación de todas ellas y trabaja para completarla, adquiriendo aquellas obras que aún no han ingresado en la colección y que son imprescindibles para completar una de las más importantes del mundo.
Adaptaciones, selecciones, compendios
En los países en los que se tradujo, el Quijote fue objeto de adaptaciones o versiones abreviadas, estas últimas en forma de antologías o simplemente con el texto reducido, aunque respetando el original. Fue frecuente asimismo la publicación de episodios sueltos, como el de La pastora Marcela, El curioso impertinente o El cautivo.
En lo que respecta a las adaptaciones propiamente dichas, el siglo XIX fue un siglo rico en este tipo de ediciones, sobre todo en Francia, Inglaterra, Alemania, Italia y Rusia. La imagen tenía una gran importancia en este tipo de ediciones, que en Inglaterra llegaron a constituir un producto editorial específico, como en el caso de The spirit of Cervantes or Don Quixote abridged (1820), por poner un ejemplo.
Por otra parte, en muchos países se hacía necesario adaptar la historia y los personajes a las referencias culturales de los nuevos lectores, como fue el caso de su recepción en Japón o en la cultura hebrea. En otros, como en Grecia, es significativo el papel que han desempeñado las adaptaciones, entre las que se incluyen tebeos, para la difusión de la obra cervantina.
Asimismo, la obra será objeto de interpretaciones, adaptaciones a distintos géneros, continuaciones o relecturas. Y, por supuesto, de adaptaciones infantiles y escolares que, en el caso de España, merecen analizarse con cierto detenimiento.
La intención de adaptar el Quijote para niños en España es, en un principio, educativa, desde el primer intento realizado por el krausista Fernando de Castro (y autorizado en 1856 como lectura oficial) hasta la materialización de esta necesidad de llevar la obra a las escuelas que, tras la labor de recuperación de los clásicos a raíz del Regeneracionismo, se plasmó en la Real Orden de 24 de mayo de 1905 mediante la cual se recomienda el Quijote como libro de lectura escolar y, especialmente, la adaptación de Eduardo Vincenti Reguera, antiguo Director General de Instrucción Pública.
A las adaptaciones de finales de siglo de Domingo López Sarmiento, Juan Manuel Villén o Domingo Abejar, se unieron otras, favorecidas por la celebración en 1905 del tercer centenario de la publicación de la Primera Parte de la obra, con todo el movimiento cultural al que dio lugar: las ediciones constantemente reimpresas de las editoriales Calleja, Hernando, Araluce, Ramón Sopena, las de congregaciones religiosas educativas como los Salesianos, la patrocinada por el Instituto Escuela dentro de la Biblioteca literaria del estudiante y las ediciones de los hermanos Garnier en París (de textos en español), entre otras.
Diversas disposiciones legales fueron instaurando la costumbre de leer a diario en las escuelas fragmentos del Quijote, incluso la lectura obligatoria de un fragmento diario. El libro “más educativo y agradable que ha producido el ingenio humano”, en palabras utilizadas en la redacción del Real Decreto de 6 de marzo de 1920, debía gozar de la misma consideración que tenían las obras de Shakespeare o de los clásicos franceses en sus respectivos países.
Numerosas ediciones han visto la luz desde entonces, destinadas a las escuelas o simplemente al público infantil, con la ilustración como protagonista. Molino, Aguilar, Juventud, Afha Internacional, Bruguera, Edival, Santillana, Toray… Todas ellas conocidas de sobra por los niños y jóvenes en edad escolar. También ediciones con intención didáctica que cuentan con la aportación de importantes especialistas, como en el caso de la de Vicens Vives con introducción de Martín de Riquer.
A raíz del cuarto centenario de la publicación de la Primera Parte, en 2005, se publicaron algunas ediciones infantiles como las de Carlos Reviejo, José María Plaza, Concha López Narváez, Rosa Navarro Durán, José Luis Giménez Frontín, entre otros, o las destinadas al uso escolar, entre las que destacan las de Andrés Amorós o la adaptada por Vicente Muñoz Puelles.
Enlaces de interés
Quijote interactivo
Proyecto que permite un acercamiento a la primera edición de la obra y a contenidos multimedia que ayudan a contextualizar la obra.
Miguel de Cervantes en datos.bne.es
Acercamiento y exploración a los datos biográficos y bibliográficos relacionados con Miguel de Cervantes en el portal datos.bne.es, proyecto de publicación de datos basado en tecnologías y estándares de la web.
Don Quijote de la Mancha en datos.bne.es
Exploración de los datos bibliográficos relacionados con la obra Don Quijote de la Mancha en el portal datos.bne.es, proyecto de publicación de datos basado en tecnologías y estándares de la web.
Coleccionismo cervantino en la BNE: del doctor Thebussem al fondo Sedó
Exposición mostraba la variedad y riqueza de fondos de y sobre Cervantes que conserva la Biblioteca Nacional de España, partiendo de una de las colecciones cervantinas más singulares, la de Juan Sedó Peris-Mencheta, que ingresó en la Biblioteca en 1968.
El Quijote: Biografía de un libro
Exposición que acogió la Biblioteca entre el 12 de abril y el 2 de octubre de 2005 dedicada a las más valiosas ediciones del Quijote aparecidas en todo el mundo a lo largo de cuatrocientos años, con especial atención a dibujos, grabados y a la iconografía de los personajes cervantinos.
Los mapas del Quijote
Muestra que tuvo lugar entre el 1 de junio y el 31 de julio de 2005 y recogió una cincuentena de mapas que reconstruyen tanto los itinerarios del personaje de Cervantes como mapas, planos y vistas de ciudades europeas de los siglos XVII y XVIII, representativos de la más completa cartografía de la época.
Miguel de Cervantes Saavedra, un autor más allá del Quijote
Conferencia del Ciclo Clásicos españoles a la carta en la BNE. Miguel de Cervantes sigue siendo uno de los grandes misterios de la literatura española. Su obra más conocida, la más influyente en la cultura occidental de los últimos siglos, Don Quijote de la Mancha, ha sido estudiada y analizada desde todos los ángulos posibles. Pero, ¿sucede así con el resto de su obra?
El Quijote y el libro antiguo alemán: ediciones y traducciones
Entrada en el Blog de la BNE que trata sobre el impacto de la obra de Cervantes en Europa en general y en Alemania en particular.
Enlaces de interés de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
La Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes propones una relación de enlaces a páginas web que aportan información relevante sobre Miguel de Cervantes Saavedra: ediciones digitales de la obra, monografías y artículos sobre el autor y su obra, webs bibliográficas, etc.
Ediciones en albanés
Fue Theofan Stylian Noli quien tradujo por vez primera el Quijote en 1932-1933. Más que una traducción se trata de una adaptación de la obra a la lengua y a la cultura albanesa, valiéndose del dialecto del sur, el tosk, para trasladar el lenguaje popular.
Considerada una obra maestra, fue reeditada numerosas veces y publicada, con una revisión a cargo de Petro Zheji en 1977. También esta versión ha conocido diversas reediciones hasta la actualidad. De la misma traducción se han realizado adaptaciones infantiles como las de Ike Muka o Viktor Canosinaj.
Ediciones en búlgaro
La primera traducción del Quijote al búlgaro fue tardía: apareció en 1882 y fue obra de Hristo N. Samsárov. No fue, por lo demás, el primer texto cervantino que vio la luz en lengua búlgara: la novela ejemplar El licenciado Vidriera fue publicada más de dos decenios antes. De acuerdo con especialistas como Stefka Vassileva Kojouharova y Mariana Dimitrova, el “retraso” en la aparición del Quijote se debió al aislamiento cultural otomano respecto a Europa. Sin embargo, una vez que se vertió al búlgaro, el número de traducciones se incrementaría exponencialmente. Entre las más significativas se encuentra la llevada a cabo por Kliment Naumov Karagjulev —estudioso, además, de la lengua rusa y de la historia de la literatura—, así como la realizada por Dimitar Podvarzachov —poeta y publicista además de traductor—. Pero la más relevante es la debida a Petar y Todor Neikov (padre e hijo), publicada en primer término entre 1947 y 1949, en la que la traducción de los versos corrió a cargo de Henri Levenson: Don Kijot de la Mancha. Sofía : Sarzhavno Izdatelstvo “Nauka i Izkustvo”. Esta versión fue reeditada posteriormente en numerosas ocasiones, señaladamente en 1970 en la editorial Narodna Kultura (“Cultura popular”), la de mayor prestigio de entre las que editaban literatura extranjera en Bulgaria.
Ediciones en catalán
La admiración de Cataluña por la obra de Cervantes impulsó en el siglo XIX la labor de destacados estudiosos y coleccionistas. En esta época se realizan las dos primeras traducciones, aunque de capítulos sueltos, del Quijote: el 12 de la Primera Parte, a cargo del mallorquín Jaume Pujol (entre 1836 y 1850) y un fragmento del 18 a cargo de Magí Pers i Ramona en 1847, ambos como ejercicios de comparación entre las dos lenguas incluidos en sus Observaciones sobre la ortografía mallorquina y Gramática catalana-castellana, respectivamente.
En 1873 se publican los Consells de don Quijote a Sancho Panza a cargo de Gaietà Vidal i Valenciano, probablemente dentro del proyecto de López Fabra, introductor de la técnica fototipolitográfica en España y autor de la primera edición facsímil del Quijote, que pretendía traducir este fragmento a cien lenguas y dialectos.
Eduard Tamaro fue el primero en traducir la obra completa, aunque no se publicó más que la Primera Parte. Es el bibliógrafo, gramático y traductor Antoni Bulbena i Tusell, que ya había traducido otros clásicos de la literatura castellana, quien traduce la obra completa en 1891 (se reedita en 1930 y 1936) y, en 1894, publica una adaptación juvenil de la misma traducción. Con motivo de las celebraciones de 1905 salieron a la luz dos traducciones parciales, la de los mallorquines Josep Carner y Joan Roselló de Son Fortesa, y la tercera completa, a cargo de Ildefons Rullan, también mallorquín. Posteriormente, las traducciones más recientes destacan las de Joaquim Civera i Sormaní (1969) y la del prólogo de Josep M. Casasayas i Truyols (1986). Será obra de este cervantista, fallecido en 2004, la traducción íntegra y anotada del Quijote, adaptada a las distintas versiones del catalán, de la que imprimió ocho ejemplares para regalar a sus nietos.
Ediciones en checo
Las traducciones al checo del Quijote florecen en un territorio abonado: la literatura del Siglo de Oro español fue muy leída en tierras checas, como lo atestigua el Registro de impresos antiguos en los fondos de la Biblioteca Científica Estatal de Olomouc: materiales hispánicos e hispanoamericanos (1501-1800). En este marco propicio surge la primera versión checa de la novela de Cervantes, bien que incompleta —solo incluye la primera parte— y poco fiel al original: la de Josef Pečírka, publicada en 1864. La primera traducción íntegra no tardaría en llegar. En 1866 el editor I. L. Kober lanzaba la primera parte de Don Quijote en el checo de Josef Bojislav Pichl, y dos años más tarde publicaba la segunda traducida por Kristián Stefan. Con el cambio de siglo llegarían nuevas versiones checas, como la de Antonín Pikhart (1898-1900) y la de L. Grossmannova-Brodska (1902). Especialmente influyente ha sido la traducción de Václav Černý, que apareció originalmente en 1931 (Důmyslný rytíř don Quijote de la Mancha. Praga : Melantrich) y se ha publicado de nuevo en reiteradas ocasiones y hasta fechas recientes.
Ediciones en coreano
En Corea, la admiración por la obra de Cervantes y los estudios cervantinos se fue extendiendo de manera constante hasta la actualidad, desde la primera traducción al coreano, más bien adaptación a partir de la versión japonesa, realizada por Choi Nam Sum en 1915. A esta le sucedieron nuevas adaptaciones a cargo Koh Chan-Juan (1930) o Chae Man-Sik (1933). Más versiones se sucedieron a partir de 1945, aún no directamente del español, hasta que el padre Choi Min-Sun traduce en 1960 la Primera Parte directamente de la lengua original. Ambas partes corrieron a cargo, tres años después, de Oh Hua-Sob, aunque este partiría de la versión inglesa. En realidad, fueron Chang Sunión y Kim Hyun-Chang quienes tradujeron la obra íntegramente del español, en 1970 y 1973, respectivamente.
Es significativo que la novela formara parte de los planes de estudios coreanos a partir de 1965, lo que indica hasta qué punto la obra está presente en esta cultura: son numerosos los estudios dedicados a Cervantes y a su obra por los hispanistas coreanos, representados principalmente por la Asociación Coreana de Hispanistas.
Ediciones en croata
Josip Eugen Tomić fue, en 1879, el primer traductor de la novela cervantina al croata. Tomić llevó a cabo su versión, en realidad una adaptación para el público juvenil, a partir de la francesa publicada por Hachette en 1866. La primera traducción que tomó como lengua origen el castellano se debe a Iso Velikanović y se publicó en 1915: Bistri vitez Don Quijote od Manche. Zagreb : Izdanje I. Velikanovića. Su trabajo fue altamente estimado por la crítica, pero pronto se consideró anticuado, por lo que, tras ser reeditado en un par de ocasiones en los años cuarenta, Josip Tabak procedió a revisarlo y actualizarlo. De este modo, en 1951 vio la luz la nueva traducción, a cargo de Tabak a partir de la versión previa de Velikanovic y con la edición española de Francisco Rodríguez Marín como referente, que incluía además un extenso aparato crítico. Esta nueva traslación al croata se convertiría en canónica, con numerosas reimpresiones y reediciones.
Ediciones en danés
Don Quijote fue trasladado por primera vez al danés a finales del siglo XVIII por la historiadora, dramaturga, libretista y traductora de varios idiomas Charlotte Dorotea Biehl: Den sindrige herremands Don Quixote af Mancha. Copenhague : Gyldendals, 1776-1777. Manuel Delitala, embajador español en la corte danesa, bibliófilo y amigo de Biehl, la movió a llevar a cabo la traducción. La versión de Biehl se basa en la edición española impresa en Amsterdam y Leipzig en 1755 por Arkstée y Merkus, y va acompañada de la Vida de Cervantes de Gregorio Mayans i Siscar, de un retrato del autor y de numerosos grabados. Profundamente respetuosa con el estilo cervantino, la traducción gozó de un éxito colosal entre sus coetáneos y proyectaría su influencia durante los dos siglos siguientes. Entre los traductores que lanzaron en fechas posteriores nuevas versiones de la novela de Cervantes se encuentran Iben Hasselbach y Rigmor Kappel Schmidt.
Ediciones en eslovaco
La primera traducción al eslovaco de Don Quijote fue la llevada a cabo por Ján Rovňan, incompleta, con ilustraciones de Gustave Doré y de fecha incierta, aunque la Biblioteca Nacional de la República Checa la data en 1926. Para que viera la luz una traducción íntegra habría que esperar a 1950: fue entonces cuando Jozef Félix dio a conocer su versión canónica de la novela de Cervantes (Don Quijote: Dômyselný rytier Don Quijote de la Mancha. Bratislava : Tatran), en la que colaboró Vojtech Mihálik trasladando al eslovaco la poesía. La traducción de Felix ha sido reeditada con posterioridad en diversas ocasiones, también en forma de adaptación infantil.
Ediciones en esloveno
Antes de la publicación de la primera traducción íntegra en 1935-1937 a cargo del profesor Stanko Leben, la obra conoció tres versiones abreviadas y adaptadas: la de Fran Zakrajšek en la revista Goriški letnik (1864) y las dos versiones para niños de Nedelijko y Pavle Frere en 1890 y 1933, respectivamente.
La versión íntegra de Stanko Leben se basa en la de Francisco Rodríguez Marín y dio lugar a los primeros estudios valiosos sobre la obra. La edición fue acompañada de las ilustraciones del pintor esloveno Nikolaj Pirnat. El mismo Leben publicó una edición corregida en 1964.
Nuevas adaptaciones para jóvenes y estudiantes vieron la luz en el siglo XX, como las de Niko Košir, Ujevic Mate o Severin Šali. El mismo Niko Košir realizó una traducción completa en 1973 que ha servido de base para las adaptaciones utilizadas en institutos de enseñanza media y que se ha reeditado hasta la actualidad.
Ediciones en esperanto
Vicente Inglada Ors traduce una versión abreviada en 1904. Traducciones también parciales fueron las que siguieron a esta primera, a cargo de esperantistas como Frederic Pujulà i Vallès (1909), Mangada (1927) o Luis Hernández Lahuerta (1955).
Fernando de Diego realizó la primera traducción completa, que fue publicada por la Fundación Esperanto en 1977.
Ediciones en estonio
Como en la mayoría de las lenguas a las que ha sido traducido el Quijote, los primeros intentos se centran en versiones abreviadas, por lo general no a partir del español, sino del alemán. Entre ellas destacan las de Eduard Bornhöhe, publicada en 1900, Helmi Jansen, en 1923, y G. Peet, en 1924.
La primera completa fue la de Aita Kurfeldt, publicada en 1939-1940, aunque solo la Primera Parte. Hasta 1947, a causa de la Segunda Guerra Mundial, no apareció la Segunda Parte, precedida de una reedición el año anterior de la Primera. La obra completa ha sido reeditada hasta 1987.
Ediciones en finés
Finlandia obtuvo la independencia política de Suecia en 1809 y pasó a constituir un ducado del imperio ruso. La vinculación histórica con Suecia condicionó en buena medida las primeras traducciones al finés de Don Quijote: lo que las movió fue, en efecto, dotar a la lengua finesa de un prestigio cultural equiparable al de la sueca. En este sentido, se trata de un caso similar al noruego: también allí la primera traducción de la obra de Cervantes se llevó a cabo como parte de un proyecto de construcción nacional y en oposición al país del que se había logrado la independencia, nuevamente Suecia. Las primeras traducciones al finés, como las elaboradas por Pekka Ikonen (1877) y Pontus Artti (1905), son más bien adaptaciones al público infantil y juvenil. En 1918 Finlandia se independiza de Rusia y, como ingrediente del imaginario antiruso, las elites culturales dirigen la mirada a Europa y a sus más señalados referentes culturales. Puesto en otros términos, traducir a Cervantes se convierte en sinónimo de europeísmo y de alejamiento del pasado ruso. Es en este contexto en el que hay que situar la más significativa traducción de Don Quijote al finés, la de J. A. Hollo, originalmente aparecida en 1927-1928: Mielevä hidalgo Don Quijote Manchalainen. Porvoo : Werner Söderström Osakeyhtiö. La versión de Hollo ha sido reeditada con frecuencia hasta la actualidad; una de sus ediciones más relevantes es la publicada en 2005, en la que la traducción de los versos corrió a cargo de Yrjö Jylhä y que incluye ilustraciones de Gustave Doré.
Ediciones en gallego
La lengua gallega cuenta con la traducción realizada por María Xosefa Senín, Xela Arias, Xosé Antón Palacios y Valentín Arias López, coordinador de la obra. Publicada en 1990, se ha reeditado en varias ocasiones, una de ellas en 2005, con motivo del cuarto centenario de la aparición de la primera parte. Asimismo, recientemente se ha entregado a la Real Academia Galega la traducción manuscrita llevada a cabo en 1972 por el general Juan Beceiro Amado.
Ediciones en griego
Existen tres manuscritos de la primera mitad del siglo XVIII que pueden considerarse las primeras traducciones parciales del Quijote al griego, realizadas probablemente a partir de la traducción italiana y cuyo autor no se conoce con certeza.
Las dos primeras traducciones, basadas en la versión francesa de Florian, fueron las realizadas por Ceódoros Catramis en 1852 y Ioanis Isidoridis Skilitsis en 1864. Existen, sin embargo, cuatro copias manuscritas que traducen la obra de manera parcial y que se remontan al siglo XVIII.
En 1920 se publica la primera traducción íntegra y directa del original, a cargo de Kóstas Karthaios y Iulía Iatríde, reeditada en varias ocasiones. En el siglo XX contamos también con las de Viktoría Angelopoúlou, Alékos Aganántes, Elías Matthaíou o Demétres Résos, entre otros.
Junto a ellas, numerosas adaptaciones infantiles y juveniles, muestra de la importancia que tiene la novela en la cultura griega y su interés por difundirla ampliamente.
Ediciones en húngaro
El Quijote viajó a territorio húngaro por vez primera a través de Francia: la primera edición aparecida en Hungría, en 1829, no es sino la muy popular versión francesa de Florian. En cuanto a la primera traducción húngara, se llevó a cabo también, como en el caso rumano, a partir del texto de Florian. De esta primera traducción es de interés subrayar que vio la luz en febrero de 1848, es decir, un mes antes de la Revolución húngara, y en la imprenta de Lederer y Heckenast, la misma en la que los “Jóvenes de Marzo” iban a preparar su manifiesto revolucionario, conocido como los “12 Puntos”. La primera versión húngara trasladada directamente desde el español es la que apareció entre 1850 y 1853, efectuada por György Horváth, traductor de, entre otros, Shakespeare, Molière, Calderón y Moreto. El texto de Horváth se convirtió en canónico y permaneció inalterado en lo sustancial hasta una centuria más tarde: en efecto, el primer ajuste profundo del mismo, realizado por Béla Szász, no llegó hasta 1955, en conmemoración del 350 aniversario de la primera edición hispana del Quijote. Pero la versión que vendría a sustituir a la de Horváth salió en 1962 de la pluma de János Benyhe, con la ayuda de György Somlyó para los pasajes poéticos: Az elmés nemes Don Quijote de la Mancha. Budapest : Magyar Helicón, 1962. Que tan poco después de la traducción de Szász apareciera una nueva versión se debió principalmente a motivos políticos: por un lado, Szász hubo de emigrar de Hungría de resultas de la Revolución de 1956 y pasó a integrar la “lista negra” del régimen de Kádár; por otro, el régimen, a fin de consolidarse, trató de acentuar su “espíritu liberal” mediante un programa de nuevas traducciones de autores del canon literario de Europa occidental, como Thomas Mann, William Faulkner, los existencialistas franceses y, asimismo, el Quijote. A Benyhe se deben, por lo demás, las versiones húngaras de gran parte de las obras maestras de la literatura en lengua castellana, como las de Federico García Lorca o Camilo José Cela.
Ediciones en islandés
Björn Olafsson publica en 1935 una versión abreviada. La traducción completa se debe al escritor y traductor Gudbergur Bergsson, que la publicó en 1981-1984 y se reeditó en 2002-2003.
Ediciones en latín
Curiosamente, el Quijote ha conocido traducciones al latín, como la de Antonio Peral Torres al latín clásico, Historia Domini Quixoti a Manica (1998) o la de Ignacio Calvo y Sánchez al latín “macarrónico”, Historia Domini Quijoti Manchegui (1905), esta última llena de humor y reeditada en varias ocasiones.
Ediciones en lituano
Antes de la traducción completa de Pulgis Andriušis, publicada en 1942, aparece una adaptación anónima en 1938. La traducción de Andriušis fue revisada posteriormente por A. Churginas y reeditada con nuevas revisiones hasta 1950, habiendo realizado el propio Andriušis una versión reducida que publicó en 1948.
Más recientemente, contamos con la traducción de Valdas V. Petrauskas (1995) y con una adaptación infantil a cargo del mismo traductor y de Dominykas Urbas, publicada en 2005.
Edición en neerlandés
Lambert van den Bosch fue el primer traductor el Quijote al neerlandés, que publicó su traducción en 1657 (Dordrecht: Jacobus Savry) y fue realizada directamente del español. Esta edición cuenta, además, con la peculiaridad de ser la primera ilustrada.
La crítica ha achacado a esta traducción el ser excesivamente libre a costa de transmitir el sentido lo más fielmente posible. Se reeditó en numerosas ocasiones hasta 1732.
Aparte de algunas adaptaciones infantiles y juveniles, las traducciones más recientes se deben a Van Attie Spitzers (1994) y Barber van de Pol (1997).
Ediciones en noruego
Don Quijote fue traducido al noruego en 1917-1918 por Nils Kjaer y Magnus Grønvold: Don Quijote : den skarpsindige adelsmand Don Quijote av La Mancha. Kristiania : Alb. Cammermeyers : Lars Swanström. Esta traducción se sitúa en el marco de la independencia política lograda por el país en 1905 —había estado unido a Suecia durante casi un siglo—, que propició un proceso de conformación de un corpus literario europeo en lengua noruega mediante la traducción de obras señaladas, como la de Cervantes. La muy cuidada edición incluyó ilustraciones de Goya y Daumier. Magnus Grønvold es, de hecho, el nombre clave en lo tocante a la difusión del Quijote en Noruega. En 1937, veinte años después de su influyente traducción, publicaría una nueva versión de la obra cervantina. Más recientemente, la traducción de Arne Worren, publicada por la editorial Aschehoug en 2002, ha sido muy elogiada por la crítica.
Ediciones en polaco
El primer traductor del Quijote al polaco es el conde Franciszek Podoski, que publica su versión, a partir de la francesa de Florian, en 1781. También tuvo como modelo la francesa, esta vez la de Viardot, la traducción de Walenty Zakrzewski de 1855, reimpresa en dos ocasiones hasta la aparición de la primera traducción directa del español, de Edward Boyé: Przediwny hidalgo Don Kichot z Manczy. Primero apareció en fascículos, en 1932, y posteriormente en cuatro volúmenes, en 1937-1938.
Previas a estas traducciones son las dos versiones manuscritas de la obra, de 1812 y 1866, que contienen las traducciones del profesor Leon Borowski y de Julian Fontana, respectivamente. La primera del francés y la segunda directamente del español. Ambas versiones desaparecieron.
Se han publicado numerosas ediciones abreviadas y adaptaciones, como las de Lorentowicz en el siglo XIX o las de Walicki o el propio Boyé en el siglo XX.
En 1955 se publicó una nueva traducción, a cargo de Anna Ludwika Czerny i Zygmunt Czerny, hispanistas, que se ha reeditado en diversas ocasiones.
Ediciones en portugués
Es lógico que la primera traducción del Quijote tardara tiempo en aparecer, ya que la proximidad lingüística entre Portugal y España hizo que se leyera en español durante casi un siglo.
En 1794 se publica la primera traducción, anónima, aunque algunos autores la atribuyen a Francisco Rolland, editor de la obra. Se tomó como modelo la segunda edición de 1605 y se reeditó varias veces en el siglo XIX.
En 1876-1878 se publica la realizada por los vizcondes de Castilho y de Azevedo, que no fue superada por la de José Carcomo de 1888. A partir de entonces salen a la luz una serie de adaptaciones infantiles y juveniles como la de João Meireles en 1938. Y en 1999 una nueva traducción, de Arsenio Mota.
En Brasil destaca la realizada por Aquilino Ribeiro en 1954-1955.
Ediciones en rumano
Don Quijote llegó a tierras rumanas a través de Francia: la primera traducción, datada a mediados del siglo XIX, la efectuó Ion Heliade Rădulescu a partir de la francesa de Florian. Fue en la década de los ochenta cuando Stefan Vîrgolici, considerado el padre del hispanismo rumano, se aproximó a la obra cervantina sin intermediarios, publicando la traducción de sesenta y un capítulos. En 1936 Al Iacobescu editaría la primera traducción íntegra del Quijote, pero acudiendo de nuevo a la mediación lingüística francesa. Para que apareciera una versión rumana íntegra y trasladada directamente del español habría que aguardar a 1957, cuando vio la luz el trabajo de Ion Frunzetti (la primera parte) y Edgar Papu (la segunda): Iscusitul hidalgo don Quijote de la Mancha. Bucarest : Tineretului. Su traducción se convertiría en canónica, pero no por ello dejarían de lanzarse nuevas versiones rumanas de la novela: así, por ejemplo, en fechas recientes se han editado la adaptación infantil a cargo de Ariadna Grădinaru (2002) y la traducción de Sorin Mărculescu (2004).
Ediciones en serbio
El nombre crucial en lo tocante a las traducciones del Quijote al serbio es Ðorđe Popović Daničar, autor de la primera versión y, unos años más tarde, de la más influyente. La novela cervantina arribó a tierras serbias de su mano en 1856-1857, aunque en versión reducida: el suplemento de la revista Srpski dnevnik (“Diario serbio”) publicó entonces los capítulos XVI y XVII de la primera parte. Fue una traslación notable, ciertamente muy superior a la adaptación que un traductor que prefirió preservar su anonimato publicó en 1862 en la revista Trgovačke novine (“Gaceta comercial”). No del todo satisfecho con su trabajo original, Popović editó en 1882 una adaptación infantil de la novela y, en 1895-1896, la primera versión íntegra en serbio: Veleumni plemić Don Kihot od Manče. Belgrado : Pechanja Petra Curchida. Esta traducción se publicaría de nuevo en múltiples ocasiones, incluyendo una edición de lujo que reproducía la portada de la primera edición española (1938) y una edición facsímil (1996). El trabajo de Popović fue interpretado en clave nacionalista, como una prueba elocuente de la capacidad de la lengua serbia para expresar valores lingüísticos y estilísticos de la complejidad de los que comporta la novela de Cervantes. Por otro lado, con él sentó las bases para la ulterior recepción de la literatura española en el marco de la cultura serbia. Dado el prestigio de la obra de Popović, su modernización era lo máximo a lo que aspiraban traductores posteriores como Miodrag Nikačević y Drago Ćupić. No obstante, otros se atrevieron a formular versiones alternativas a la canónica; es el caso de Duško Vrtunski (1988) y Aleksandra Mančić (2005).
Ediciones en sueco
La primera traducción al sueco de Don Quijote, datada en 1802, fue obra de Carl Gustav Berg, que la efectuó a partir de una versión francesa. Habría que esperar unos años, concretamente hasta 1818, para que la obra de Cervantes se vertiera al sueco directamente desde el español, de la mano de Jonas Magnus Stjernstolpe. De especial relevancia son las traducciones de Theodor Hagberg (1857) y Edvard Lidforss (1888-1892), ambos lingüistas. En concreto, la elaborada por este último (Denn sinnrike junkern Don Quijote af la Mancha. Estocolmo : Fahlcrantz) se convirtió en la versión canónica en lengua sueca. De hecho, las traducciones que se publicaron durante la primera mitad del siglo XX son más bien reelaboraciones de la de Lidforss, que se limitaban a revisarla y modernizarla. Las tentativas de superar el modelo de Lidforss, como la publicada en 1954 por Ingrid Bergquist, no han resultado del todo exitosas, de manera que su versión, reimpresa regularmente, ha continuado ejerciendo de referente primordial hasta la actualidad. De este modo, traducciones como la de Gustav Sandgren y la de Jens Nordenhök transitan por el camino trazado por el profesor de la Universidad de Lund.
Ediciones en vasco
Después de un intento en 1882 del que se tiene noticias, aunque no se ha localizado la obra, el primer ensayo de traducción del Quijote se publica en la revista Pays Basque de Biarriz en 1904, como parte del intento del coronel López Fabra (autor de la primera edición facsímil del Quijote y responsable de la introducción de la técnica foto-tipográfica en España) de editar una versión políglota de la obra. La traducción corrió a cargo de Jean Duvoisin y se limitó a al prólogo y a los tres capítulos primeros. La reeditó Julián Apraiz en 1905, incluyendo otras traducciones de capítulos sueltos en distintos dialectos por distintos traductores.
La traducción del capítulo IX (la batalla contra el vizcaíno) fue objeto de un concurso convocado por la Sociedad Euskalzaleak en 1928 que ganó Nicolás Ormaechea, cuya traducción fue publicada en la Revista Internacional de Estudios Vascos junto con las de otros participantes. Otros capítulos sueltos se tradujeron posteriormente hasta que llegó la primera traducción completa de la obra en 1985 (en 1976 se había publicado la Primera parte). El autor fue Pedro Berrondo (1919-2002), sacerdote vinculado con el estudio de la lengua vasca a través de la sociedad literaria Cardaveraz y miembro correspondiente y secretario de la Real Academia de la Lengua Vasca.