Alas, Leopoldo
Alas, Leopoldo
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Escritor, periodista, crítico literario y dramaturgo, nacido en Zamora el 25 de abril de 1852, pero asturiano de familia, carácter y residencia. Su padre, Jenaro García Alas, desempeñó el puesto de gobernador civil en diversas provincias españolas, lo que explica los frecuentes cambios de hogar de la familia. Su madre era Leocadia Ureña, natural de León.
Fue un estudiante aplicado durante los años de bachillerato. Desde entonces se rodeó de amigos inseparables que permanecerían hasta su muerte, tales como Armando Palacio Valdés, Tomás Tuero y Pío Rubín. En Oviedo recibió el grado de bachiller en Artes con la calificación de sobresaliente en 1869 y se licenció en Derecho Civil y Canónico dos años más tarde. Se inició en el periodismo, debido a su naturaleza crítica y movido por los acontecimientos del momento, lo que marcaría para siempre su obra.
Se trasladó a Madrid en 1871, con la intención de estudiar Filosofía y Letras, pero al final realizó una tesis en Derecho, consiguiendo el título de doctor en 1878, con un tema sobre El Derecho a la moralidad. Allí conoció a algunos de los que serían buenos amigos suyos en el tiempo, como Marcelino Menéndez Pelayo. En 1892 consiguió la cátedra de Derecho en la Universidad de Oviedo, ciudad en la que residiría hasta su muerte, salvo temporadas en Madrid.
En la capital encontró un ambiente muy distinto que le cambió la personalidad. Las tertulias, la Universidad, el Ateneo y el naturalismo de la escritura de Zola, calaron en el joven Alas. Era un hombre culto, con espíritu crítico en una sociedad poco acostumbrada a los análisis sociales de sus artículos y novelas, lo que le proporcionó una audiencia abundante y al mismo tiempo una enorme cantidad de detractores.
Su sobrenombre se lo aplicó él mismo en el año 1874, cuando Antonio Sánchez Pérez lo invitó a formar parte de la redacción de El Solfeo, recién fundada. Los redactores elegían nombres a propósito para su labor, y Leopoldo Alas eligió entonces el de Clarín por el que siempre se le recordaría. El apodo caló pronto en la sociedad, ya que vapuleaba a todos por igual, sin dejar indiferente a nadie.
A comienzos de 1880, inició sus colaboraciones en el Madrid Cómico y publicó un libro de crítica junto con Armando Palacio Valdés, La literatura en 1881. Ese mismo verano editó Solos de Clarín, su primer texto literario de peso, que llevaba un prólogo de José Echegaray, donde se ensalzaba la labor crítica del joven escritor. Clarín fue conocido, respetado y temido como crítico; sus Solos y sus Paliques eran esperados con curiosidad, avidez o temor por los autores y lectores de su época. Clarín era severo, hacía análisis serios y minuciosos de los títulos que se publicaban, no era indulgente, subrayaba los defectos y errores. Tampoco escatimaba el elogio y el respeto cuando le parecían merecidos e, incluso, alguna vez resulta demasiado benévolo, a pesar de su fama. Años más tarde, Miguel de Unamuno, en una carta explicará, que todo el mundo que hablaba bien de él, le admiraba o temía, pero nadie le expresaba su cariño.
En 1882, poco después de obtener la cátedra de Derecho en la Universidad de Zaragoza, se casó con Onofre García Argüelles, a la cual estuvo ligado hasta su fallecimiento.
En 1885 salió a la luz el libro que le daría fama universal, La Regenta, dos gruesos tomos llenos de observación y análisis al modo naturalista, con indudables calidades y aciertos, donde refleja la vida de Oviedo, llamada Vetusta en la historia, y que tenía importantes semejanzas con Madame Bovary. La narración, estrictamente realista, presenta el tema del amor divino frente al amor humano en un mundo urbano denso y consistente. Por la maestría del arte de narrar del que hace gala este relato, puede decirse que la obra de Galdós y La Regenta son los dos grandes monumentos de la literatura decimonónica española. En el año 1891 editó su segunda novela, Su único hijo, muy esperada ya que la primera había supuesto un gran éxito. Ocurrió lo mismo que con la anterior, que obtuvo buenas reseñas sobre la calidad literaria del empeño y juicios crueles por aquellos escritores a los que Clarín había analizado negativamente en tiempos anteriores.
De los géneros que ensayó, el cuento fue el que recibió críticas más positivas. En 1892 publicó en un volumen los relatos Doña Berta, Cuervo, Superchería, obra de gran éxito que tuvo una buena acogida. En esta ocasión, no sólo consiguió buenas referencias por parte de amigos como Ortega y Munilla, sino también por otros críticos que anteriormente habían sido crueles con sus novelas.
Por último, Clarín puede considerarse como una de los más importantes críticos literarios del siglo XIX español. Junto con Menéndez Pelayo y Juan Valera esta faceta fue la peor recibida, porque con sátira despiadada logró apartar de la literatura a no pocos intrusos y muchos de los autores ya consagrados por la fama vieron en él la única autoridad temida. Incisivo, terrible en sus juicios, cruento en sus burlas, fue a veces injusto con obras que merecían una mayor consideración; pero aun reconociendo la intemperancia de su crítica, se debe convenir en que, en la mayor parte de los casos, fue provechosa su intervención.
En cualquier caso, sus artículos críticos están caracterizados por una despierta intuición literaria y una independencia de juicio admirable. Supo introducir en ellos toda una teoría de la narrativa, lo que permitió apreciar la literatura contemporánea en los términos en que estaba siendo escrita. Azorín ha subrayado su carácter docente y científico, influido por el hábito de profesor de Derecho, dotando sus textos de un formalismo poco habitual hasta entonces.
En los últimos años de su vida vivió en Oviedo, siguiendo lo que ocurría en España y en el extranjero por la prensa. Recibió numerosas ofertas para publicar sus textos en nuevas ediciones y el encargo de traducir la obra Trabajo de Zola. Este cometido le resultó más duro de lo esperado, pues su enfermedad se agravaba cada vez más, aunque le sirvió para adquirir una posición más espiritual, mostrando una robusta fe y creencia en Dios. La muerte le llegó de manera prematura, en Oviedo a los cuarenta y nueve años, el 13 de junio de 1901.
(Servicio de Información Bibliográfica)
Cronología
Nació en Zamora el 25 de abril.
Obtuvo el grado de Doctor en Derecho.
Obtuvo la cátedra en Derecho en la Universidad de Zaragoza y se casó con Onofre García Argüelles.
Escribió la novela Su único hijo.
Falleció en Oviedo el 13 de junio de 1901
Se licenció en Derecho Civil y Canónico y marchó a Madrid
Salió a la luz Solos de Clarín.
Publicó su obra La Regenta, la cual le daría fama universal.
Accedió a la cátedra de Derecho en la Universidad de Oviedo.
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- LISSORGUES, Yvan. Leopoldo Alas, 'Clarín', en sus palabras (1852-1901): biografía. Oviedo: Nobel, [2007]
- Enciclopedia universal ilustrada europeo-americana. Madrid: Espasa-Calpe, 2005
- COLETES BLANCO, Agustín. Clarín, visto en su centenario (1901-2001): seis estudios críticos sobre Leopoldo Alas y su obra. Oviedo: Real Instituto de Estudios Literarios, [2002]
- GISPERT, Carlos. “Clarín”. En: Diccionario de Biografías. p. 352. Barcelona: Océano, 1999
- AGRAMONTE CORTIJO, Francisco. “Clarín, Leopoldo Alas. En: Diccionario cronológico biográfico universal. p. 341-343. Madrid: Aguilar, 1952
- Diccionario de literatura española. p. 339-340. Madrid: Revista de Occidente, 1949
- SÁNCHEZ, José Rogerio. “Alas, Leopoldo (Clarín)”. En: Autores Españoles e Hispano-Americanos. p. 8. Madrid: Hijos de Gómez Fuentenebro, 1911
- Obras en formato EPUB de Clarín en la Biblioteca Digital Hispánica