Así las cosas, inició sus estudios de Derecho en la Universidad Central de Madrid, convirtiéndose en la primera mujer en pisar las aulas de esta universidad, primero como oyente, disfrazada de hombre, y una vez descubierta se le concedió permiso para asistir al aula pero siempre acompañada del profesor y apartada del resto de alumnos. Aun así, finalizó los cursos entre 1842 a 1845.
En 1848 contrajo matrimonio, basado en la mutua estimación personal e intelectual, con Fernando García Carrasco, también abogado y a quien acompañaba, vestida de hombre, a las tertulias del café del Pasaje del Iris. Durante esos años escribió algunas obras dramáticas y publicó sus Fábulas en verso (1851), que fueron declaradas libro de texto en las escuelas. A partir de 1953 y hasta la muerte de su marido, en 1857, colaboró en el recién fundado diario La Iberia.
Poco después se trasladó con sus hijos a Oviedo y luego a Potes y desde allí hizo llegar a la Academia de Ciencias Morales y Políticas, bajo el nombre de su hijo Fernando, que entonces tenía diez años, su ensayo La beneficiencia, la filantropía y la caridad (1860), el cual fue premiado en el concurso que la Academia había convocado para clarificar esos tres conceptos.
Animada por su amigo, el violinista Jesús del Monasterio, fundó el grupo femenino de las Conferencias de San Vicente de Paul en Potes.
Tras esta experiencia consideró inadecuada la manera en la que esas mujeres trataban a los pobres y desamparados a los que pretendían socorrer y escribió el Manual del visitador del pobre, obra que fue traducida a números idiomas y publicada antes en francés que en castellano. Desde 1863 ocupó el cargo de Visitadora de prisiones de mujeres y en 1864 publicó Cartas a los delincuentes, trabajo que provocó su cese, en el que expresa su preocupación por la situación de las cárceles españolas y aboga por iniciar reformas legislativas orientadas hacia la rehabilitación de los presos.
Entre 1868 y 1875 estuvo plenamente comprometida con la revolución liberal, ocupó el cargo de Inspectora de casas de corrección de mujeres y fue miembro de la comisión encargada de la reforma del Código Penal. Mantuvo cierta afinidad con el krausismo y le unió una estrecha amistad con Giner de los Ríos y Gumersindo Azcárate. En 1868 publicó La mujer del porvenir, estudio en el que procura deshacer las falacias sobre las que se asientan los prejuicios más habitualmente empleados para negar a la mujer el derecho a la educación y el ejercicio profesional.
En 1870 fundó, junto a Antonio Guerola, el periódico La voz de la caridad, con el propósito de denunciar las irregularidades cometidas en el ámbito de la beneficencia, y la situación de la clase obrera y de las prisiones. Durante esta década participó en numerosos congresos internacionales enviando ponencias que siempre fueron leídas con interés y respeto. En 1879 publicó su obra jurídica más importante, en este caso sobre Derecho Internacional, Ensayo sobre el derecho de gentes.
En 1875 se trasladó a Gijón y durante la década de los ochenta, sobrepasados los setenta años, llevó una vida más reposada aunque siguió su interés por la situación de la mujer y publicó varios estudios.
La figura de Concepción Arenal ha quedado unida inseparablemente a la sensibilidad humanitaria que focalizó en los desheredados, obreros, presos y mujeres; a la inteligencia; y a un profundo sentido del deber.
(Servicio de Información Bibliográfica)