Alberto Sanz, tras las huellas del foxtrot
El musicólogo y profesor de música, Alberto Sanz Rubia, ha encontrado en la sala Barbieri de la Biblioteca Nacional de España una segunda casa. Aquí busca datos para su trabajo final del Master sobre Gestión de la Documentación Musical, primero de estas características que se organiza en España. Es un enamorado del jazz y, ahora, se especializa en el foxtrot.
“De hecho –nos dice-, tengo profesores en el Master que trabajan en la BNE, como es el caso de Isabel Lozano o Amparo Amat, y en la sala Barbieri estoy trabajando con una parte del repertorio de jazz que guarda la Biblioteca, que es muy bueno. Me centro en el foxtrot, un ritmo norteamericano muy popular”.
- Que llegó a España desde Cuba.
- Muchos de los músicos españoles de zarzuela que hacían temporada en Cuba comenzaron a componer temas relacionados con el foxtrot. Los fondos de la BNE son riquísimos, y me he encontrado una sorpresa muy positiva para mi investigación, que no solo tienen aquí las partituras de las obras, sino también las grabaciones sonoras en pianola. Y que muchas de esas grabaciones están digitalizadas. Entonces, juntando todas esas fuentes se logra reconstruir un repertorio que estaba algo abandonado y olvidado, pero al que se le puede dar todavía un poco de vida.
-En la Biblioteca se ha podido ver este mismo año la exposición El ruido alegre. Jazz en la BNE. ¿Le causó buena impresión?
-La vi y me gustó mucho. Fue una exposición muy visual, y creo que esta iniciativa para promocionar los fondos de jazz de la Biblioteca viene muy bien de cara al usuario y a todos los que amamos el jazz, porque ayuda a conocer el repertorio, los fondos, y a darles difusión. Una institución como ésta debe organizar muchas exposiciones como la del jazz para que este tipo de estilos musicales no tan mayoritarios se acerquen más al gran público.
-En sus comienzos españoles, el jazz no era muy bien visto entre algunos círculos de nuestra sociedad…
-Tenían muchos prejuicios hacia este estilo musical, porque llegaba de Cuba, y nosotros habíamos perdido la guerra en la isla a finales del XIX, y también que era música de negros y muy moderna. Aquí intentaban potenciar la copla y veían en el jazz un enemigo en potencia.
-En España, aparte de Pedro Iturralde, Tete Montoliú o Jaime Marques, el resto de nuestros jazzistas no ha alcanzado una fuerte repercusión entre el ciudadano de a pie. ¿A quién destacaría de los nuevos?
-A Jorge Pardo, que fue galardonado hace unos meses con un premio europeo de jazz, y al que tuvieron ustedes actuando en el salón de actos de la Biblioteca. Y hay músicos españoles de jazz que no eran conocidos aquí, pero que llegaron a publicar y a estrenar temas en Estados Unidos. Podemos encontrar partituras suyas muy interesantes.
-¿Y tras sus investigaciones sobre el foxtrot, cuál será su nuevo objetivo en esta casa?
-El responsable del Departamento de Música, José Carlos Gosálvez, me ha hablado de unos fondos muy interesantes sobre el charlestón que me gustaría investigar en el futuro. Existen pocos trabajos sobre este tema y quiero ahondar en él.