El papiro de Ezequiel
Los códices más emblemáticos que transmiten la traducción del texto bíblico al griego –primera interpretación– de un original hebreo son el Vaticano, el Sinaítico y el Alejandrino (ss. IV y V). Su hermosa y correcta escritura, su buen estado de conservación y, sobre todo, el hecho de que transmitan casi la totalidad de los libros bíblicos en una época tan temprana los hace sin duda excepcionales. Sin embargo, estos grandes códices, escritos en pergamino de una forma tan cuidada, tienen antecedentes entre los que figura, de forma excepcional, el códice en papiro conocido entre los estudiosos con el prosaico nombre de “papiro 967”.
[Profecías de Ezequiel] : [fragmento]
El papiro 967, descubierto en 1931, ha sufrido en sus páginas los estragos del paso del tiempo, además de los que comerciantes y coleccionistas pudieran haberle causado. Sus páginas sueltas, algunas de ellas muy deterioradas, se encuentran diseminadas en las colecciones John H. Sheide de la Universidad de Princeton, Kölner Papyri de la Universidad de Colonia, Chester Beatty de Dublín y P.Monts.Roca de la Abadía de Montserrat (Barcelona). El profesor Manuel Fernández Galiano recibió veinte páginas de este códice en la Fundación Pastor de Estudios Clásicos, las cuales pasaron a formar parte de su colección Papyri Matritenses. En 1983 Fernández Galiano depositó estas páginas en la Biblioteca Nacional donde se conservan a día de hoy.
El papiro 967 es el «códice» más antiguo del Antiguo Testamento griego y se ha fechado entre los siglos II y III d.C. En su origen estaba formado por 59 hojas de papiro que fueron dobladas todas juntas por la mitad para crear así un libro de 118 folios escritos en una sola columna por ambas caras, haciendo un total de 236 páginas. En la actualidad se conservan 200 páginas más o menos fragmentarias del original que contienen, por orden, parte del libro de Ezequiel, al que sigue el libro de Daniel, seguido del libro de Bel y la serpiente, el relato de Susana, y parte del libro de Ester. 18 hojas del códice original permanecen perdidas. Éstas corresponderían a las 18 páginas iniciales del manuscrito, que contenían los primeros once capítulos de Ezequiel, y las 18 finales, donde estaría el final del libro de Ester y, posiblemente, el libro del Rut. El orden de los libros en este códice no se ajusta al que aparece en la Septuaginta en la mayor parte de los códices que se conservan.
El papiro 967 no es especialmente utilizado en los comentarios y estudios codicológicos de la Biblia por diversas razones: su estructura no es estándar, el Antiguo Testamento no está conservado por completo y, sobre todo, carece del Nuevo Testamento, que se convirtió en elemento esencial para la difusión de la Biblia griega. No se trata, pues, de un manuscrito «estrella» desde el punto de vista mediático, aunque debería serlo por su antigüedad y singularidad para la codicología y la crítica textual. De hecho, este códice es fundamental para la fijación del texto de la primitiva Septuaginta por varios motivos: el libro de Ezequiel presenta un texto singular con marcadas diferencias con el resto de testimonios, tales como una larga omisión que afecta al capítulo 36, o el cambio de orden del capítulo 37, que aparece después del 39. Por otra parte, el libro de Daniel conserva también interesantes alteraciones en el orden de los capítulos.
[Profecías de Ezequiel] : [fragmento]
Pero la verdadera singularidad del papiro 967 reside en el hecho de que es el único códice conservado que precede cronológicamente a la «recensión hexaplar», es decir, a la revisión filológica que llevó a cabo Orígenes en la primera mitad del s. III. Orígenes expuso el texto bíblico en 6 columnas. En la primera escribió el texto hebreo, en la segunda el texto hebreo en caracteres griegos, y las otras 4 columnas contenían varias versiones de la biblia griega, siendo la quinta columna la que transmitía el texto de la Septuaginta. En esta quinta columna Orígenes marcó con óbelos (÷) las palabras o frases que faltaban en el texto hebreo y con un asterisco llamaba la atención sobre palabras o frases que faltaban en la Septuaginta pero que estaban presentes en el texto hebreo. Tras esta labor comparativa la transmisión de la Biblia griega se complicó aún más, pues las copias incluían o excluían las diferencias encontradas por Orígenes, adulterándose así el propio texto de Septuaginta. Por tanto, el papiro 967, al ser anterior a la labor de Orígenes, ofrece un texto más primitivo y más cercano a la Septuaginta original. De hecho, es el principal y casi único testimonio del libro de Daniel de Septuaginta, texto que fue suplantado hacia el año 250 d.C. por la traducción de Teodoción, que fue instaurada como texto oficial de la Biblia griega.
Por los libros bíblicos que agrupa, es posible deducir que el papiro 967 fue un encargo hecho personalmente por un judío con motivos más políticos que religiosos. Está escrito por dos copistas; uno para Ezequiel y otro para el resto de los libros, y la selección de libros parece provenir de una voluntad o gusto particular o de algún pequeño grupo intelectual, no litúrgico, movido por una conciencia de preservación de las leyes y costumbres judías.
Las veinte páginas que se conservan en la Biblioteca Nacional de Madrid fueron descritas por Manuel Fernández Galiano en su edición de 1971 en el volumen X de Stvdia Papyrologica.
Mª Victoria Spottorno Centro de Ciencias Humanas y Sociales. CSIC
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Maravilloso artículo, muchas gracias.